Bigas Luna estrena en España la película 'Reborn', un "panfleto en favor de la existencia de Dios"
El más catalán de los directores catalanes, aunque nunca ha rodado en su lengua madre, es sin lugar a dudas Bigas Luna. Lo sabes, simplemente, viéndole. Podría estar, con un jipijapa en la cabeza, sentado en un porche, en una de esas villas que los indianos que volvieron de las Américas se construyeron en Sitges. Pero Bigas Luna, que ha nacido en Barcelona y tiene la cabeza segmentada de imágenes, se dedica al cine. Suyas son Tatuaje, el primer Carvalho, que fue por su parte un aprendizaje no demasiado memorable, y Bilbao y Caniche, películas en las que, hasta en los interiores, Barcelona es retratada fielmente por primera vez. En la película que ahora estrena en España, Reborn (Renacer), Bigas Luna dice haber hecho un panfleto en favor de la existencia de Dios.
Ahora vuelve con Reborn (Renacer), una película difícil que se empeñó en hacer con esa testarudez que le caracteriza. La rodó en Los Angeles, ciudad en la que vive bastantes meses al año. "En el pueblo de Nuestra Señora de los Angeles del Río Porciúnculo, que es como se llama exactamente", puntualiza, socarrón.Tres años de su vida
Ha invertido tres años de su vida en Reborn, lo cual es casi para remorir, pero a él no parece importarle. Las frases publicitarias de la película advierten sobre sus intenciones. Dice el press book con la que se acompaña la propaganda del filme, el librillo con el que se anuncia la película a distribuidores y, gentes del comercio, incluida la prensa: "No es una película religiosa en el sentido estricto y habitual. Bigas manifiesta que Dios es un Señor que nos trata muy bien, nos da energía y posibilidades de elección y realización; nos deja gozar y sufrir, ganar y perder, y nos crea y nos mata en un juego muy inteligente".
La película costó dos millones de dólares (unos 280 millones de pesetas al cambio actual) y eso la acerca a las más caras películas españolas de todos los tiempos. Porque es española, mayoritariamente española, aunque tenga capital americano y una mínima inversión italiana.
Lo que más encarece el rodaje en Norteamérica es la rigidez de los sindicatos, y, por supuesto, los precios de los actores y técnicos, y el posrodaje. "Sin embargo, rodar allí nos ha enriquecido mucho. A mí como director, al cámara, Perecaula, y a todos. Como director de fotografía tuvimos a Juan Ruiz Anchía, responsable de la foto de Valentina y El desencanto, y que va a convertirse en el nuevo Néstor Almendros".
La evidente razón del sueño americano
"El problema de Reborn", dice su autor, "es que ha estado mucho tiempo sin venderse en Estados Unidos, y nosotros contábamos con venderla en seguida. Sin embargo, por fin lo hemos logrado, y en muy buenas condiciones, es decir, para salas comerciales y como Dios manda".
Parece que la cifra mínima garantizada que van a recibir es de un millón de dólares, más un porcentaje. "Aquí, en España, Reborn fue embargada. ¿Por qué?", pregunto. "¿Por qué se hacen los embargos?", se encoge de hombros. "Por deudas, claro". Se lo toma con filosofía.
Bigas Luna es un tipo que una vez se fue a Los Angeles para pasar tres meses y, una vez allí, decidió hacer una película que no fuera la típica incursión española al mundo mítico del cine americano -aunque eso debía subyacer de algún modo en su propósito-, sino una forma de acercamiento.
Le digo que, si estaba interesado en hacer algo sobre sectas, sobre religión, por qué no se metió con el Palmar de Troya. "¿Por qué América?". "Aparte de que en mí hay algo del sueño americano, el extranjero me atraía por lo desconocido. Aunque, para mí, todo es extranjero, desde que salí del coño de mi madre". Dice que cree que el cine depende más de individuos que de nacionalidades. "Y la nacionalidad del individuo se refleja en lo que hace. Por eso pienso que Reborn es una película sobre Sarrià".
Y aquí tengo que hacer una disgresión para contar a los no catalanes, o no barceloneses, que Sarrià es un barrio de la Ciudad Condal, un barrio señorial, no de nuevos ricos, sino de solera, adonde la gente catalana de pro enviaba a sus cachorros a estudiar con los hermanos de La Salle, o con Els Josepets: estricta religión y disciplina a tope. "Porque yo he hecho esta película porque creo que hay que volver a hablar de Dios. Nunca he sido creyente, pero cuanto mayor me hago, sí lo soy. Y, desde luego, lo soy mucho más desde que acabé la película", afirma Bigas Luna.
El improbable cine de la costa
Viéndole te resulta difícil creerle, a este catalán socarrón, eternamente vestido de blanco, con su barba jocosa, casi tanto como su mirada de fino estilista del negocio. También podría ser verdad que un hombre como él, acostumbrado a manejar obsesiones, que no otra cosa fueron Bilbao y Caniche, haya acabado por enamorarse de alguna de ellas. Pero hablemos de cinc catalán. Le pregunto si puede decirse que exista, y se muestra escéptico.
"No, no hay en cine, en Cataluña, el equivalente de lo que ha habido, en teatro, con autores como Sagarra. Yo veo que existe mucho el cine castellano, el llamado cine mesetario, porque en Madrid hay más gente que domina el cine técnicamente, con más industria y mayor calidad. Y más literario, porque la cultura castellana viene de la literatura, y el cine también".
"Ahí tienes a Manuel Gutiérrez Aragón, a Víctor Erice, a Carlos Saura, a Jaime Chávarri", prosigue Bigas Luna. "Pero hay también un cine de la costa mediterránea, que no otra cosa es para mí el que hace Berlanga -fallas y paellas-, o el que hacen Salgot o Carles Mira, basado sobre todo en las imágenes, que es de ahí de donde proviene nuestra cultura. En este sentido pienso que no ha salido todavía un cine catalán, pero que acabará por surgir, dentro de cinco o seis años. Hasta ahora se hacen más bien intentos periódicos, se busca más bien la divulgación histórica, como hace Antoni Ribas, que es otra cosa".
'Pa amb tomàquet'
Reborn se vendió en Estados Unidos hace ocho meses, mucho más tarde de lo que se pensó. "Así y todo, es la mejor noticia que hemos recibido últimamente". Dice Bigas Luna que no fue a EE UU dispuesto a hacer Reborn, sino que la historia surgió estando allí. "Empecé a pensar en algo que me pudiera tocar de la cultura americana, que pudiera sentir como mío, y ese algo es la, religión. Yo, que fui educado en Sarrià, que crecí en un entourage católico, encontré que la cosa esa de los predicadores era lo que encontraba más cercano. Y he acabado por hacer una película prorreligiosa, un panfleto en favor de la existencia de Dios". Antes de que se me vuelva a poner fervoroso le pregunto para qué más le. ha servido rodar en Estados Unidos, vivir allí: "Para tener una perspectiva. Tanta, que ahora tengo ganas de rodar una película en catalán, una película que esté llena de porrones, de pa amb tomàquet y de butifarras".Su próximo filme se rodará de nuevo en Estados Unidos, y será una película de suspense. Aunque él siempre ha utilizado técnicas de ese tipo de cine, en esta ocasión va a hacerlo descaradamente. Angustias será una historia que no se podrá contar antes del rodaje. "Yo quería llamarla Dolores, pero los coproductores americanos no me la aceptaron, porque al traducirlo al inglés no queda bien".
Hay que añadir que Reborn ha sido remontada, y que, concretamente en Estados Unidos, el nuevo montaje ha corrido a cargo de los americanos, lo que en vez de molestarle le fascina, "porque se descubren muchas cosas. Han hecho otro montaje, le han puesto otra música. En fin, es otra película, y lo curioso es que cuando la veo sigo reconociéndola como mía. Lo que ocurre es que han pensado más en la comercialidad, y le han quitado estiló. Aquí, je, la veremos con estilo. No me preocupa que la hayan cambiado. Si supieras... En Estados Unidos no hay película que no pase por esto".
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.