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La industrialización, el turismo y los incendios forestales ponen peligro el equilibrio ecológico de Galicia

Una larga década de contaminación industrial y urbana, turismo incontrolado e incendios forestales ha contribuido a acelerar la destrucción de buena parte de los ecosistemas que en Galicia permitían la supervivencia de ejemplares de flora y fauna únicos -y en algunos casos, irrecuperables- dentro de la Península Ibérica. La aniquilación. de marismas tan importantes como las de Baldaio y Corrubedo, en La Coruña; la degradación ecológica del cinturón de islas que, desde Coelleira a las Cíes, sirve de estación de paso a las aves oceánicas, y la progresiva, desertización favorecida por los incendios y las repoblaciones de pino y eucalipto amenazan con hacer irreal, a no muy largo plazo, la idílica imagen que pudiera sugerir aún el paisaje gallego.

Al menos en esta ocasión parece exagerado el recurso a la ignorancia de los hechos por parte de los variados organismos oficiales encargados de la preservación del medio ambiente de Galicia. Hace ya más de seis años que el Instituto de Estudios y Desarrollo de la Universidad de Santiago, dirigido por el catedrático de Edafología Francisco Guitian, realizó un estudio interdisciplinar sobre las zonas de especial valor ecológico amenazadas en Galicia por la agresión de agentes tan distintos como el turismo incontrolado, la industrialización no exactamente racional, el vertido de residuos urbanos, los incendios forestales, o la falta de una mínima formación cívica en la población.Las conclusiones, alarmantes en más de un caso, no impresionaron aparentemente a quienes desde sus cargos oficiales estaban en condiciones de adoptar medidas y, seis años más tarde, Guitian se veía obligado a añadir que "la generalización de los incendios forestales ha aumentado el índice de peligro en grado tal que amenaza a la subsistencia de todas las áreas terrestres consideradas".

Según el estudio, tres de esas áreas -de montaña, en todos los casos- se encontraban ya en 1977 en situaciones que comprendían desde el "riesgo de alteración a corto plazo a la amenaza inminente de desaparición". La tala incontrolada del bosque caducifolio autóctono y su sustitución por especies exóticas como el pino y el eucalipto -lamentablemente promovida la mayor parte de las veces por el propio Estado- había puesto al borde de la desaparición, aun sin considerar el peligro de los incendios, ecosistemas de la singularidad de la Fraga de Caaveiro, en Puentedeume (La Coruña), o de las sierras de Ancares y Caurel, en la provincia de Lugo.

Caaveiro, un área forestal de excepcional interés botánico, que tiene como centro un monasterio del siglo X en condiciones igualmente deplorables de conservación, servía de refugio a numerosas especies protegidas por la ley o en peligro de extinción. La absoluta falta de protección oficial facilitó la rápida reducción de extensas masas del bosque de hoja caduca, que contribuía al mantenimiento del suelo y, secundariamente, a la preservación del hábitat necesario para la supervivencia de la fauna del lugar.

En el caso de las sierras lucenses de Ancares y Caurel, algunas iniciativas privadas han contribuido a evitar que la situación se degradase, hasta un límite tan dramático como el de Caaveiro. El bosque de Ancares, declarado, por lo demás, reserva nacional de caza, es el refugio de al menos 16 especies protegidas por la ley o en peligro de extinción absoluta, como el urogallo, el oso, el ciervo, la rata de agua norteña, la marta y el armiño. La sierra del Caurel es el lugar más occidental de la Península Ibérica donde aún puede encontrarse el topillo rojo, el lirón gris o el carbonero palustre, amenazados en su supervivencia por la proliferación de explotaciones mineras de la zona. Otras áreas de montaña pertenecientes a la inmediata provincia de Orense -singularmente las sierras de Queixa, Xures y Peña Trevinca- podrían ver en peligro su riqueza en corzos, lobos y águilas reales, como consecuencia de la explotación intensiva del turismo de invierno.

Las Cíes, en peligro

La situación no es mucho mejor en las islas, segundo de los tres grandes ecosistemas -con las montañas y lagunas-, considerados en el estudio. Saron es el límite del Cantábrico, y las Cies, que cierran en el Atlántico el cinturón de potenciales estaciones ornitológicas de la costa gallega, son las que sufren un mayor riesgo de acentuación en su ya alterado equilibrio ecológico. La primera de ellas, situada en las proximidades de la gigantesca factoría de Alúmina de San Ciprián (Lugo), podría pagar las consecuencias de lo que el equipo del profesor Francisco Guitian calífica como "desmesurada industrialización de la zona" en tanto que las Cíes sufren la directa amenaza de un turismo en constante crecimiento numérico y no siempre controlable.Todas las islas gallegas que, en líneas generales, sirven como estación de paso para las aves migratorias oceánicas, además de albergar interesantes "colonias de cormoranes, gaviotas, araos y otras especies marinas, comparten la común -y muchas veces irreversible- agresión de los lugareños o turistas que extraen ilegalmente huevos de las zonas de cría enfermas y acantilados. El problema, importante en las islas pontevedresas de Ons o en la lucense de Coelleira, alcanza proporciones especialmente graves en las Sisargas (Malpica-La Coruña), que el equipo de Guitian considera como "el mejor asentamiento colonial de la Península en aves marinas". A la acción de los desaprensivos ha venido a sumarse, en este caso particular, la contaminación producida por las mareas negras.

Especulación urbanística

Tampoco las abundantes marismas y lagunas de Galicia han quedado al margen de los destrozos ecológicos ocasionados por un estricto entendimiento utilitarista de la actividad económica. La extracción industrial de arena y la especulación urbanística son los agentes más directamente responsables de la degradación de varios de estos ecosistemas y de la irreversible pérdida de uno de ellos -la marisma de Baldaio-, pese a su inclusión en el proyecto Mar, de protección internacional de zonas húmedas. Baldaio, una marisma situada en la comarca coruñesa de Bergantiños, es un ejemplo extremo de atentado al equilibrio ecológico realizado, además, bajo la protección legal de las autoridades. El área, que acogía una ampIísima variedad de especies de aves oceánicas invernantes, en especial, fue cedida en explotación a distintas empresas de extracción de arena a partir de 1948. El drenaje casi total, unido a la construcción de canalizaciones y pistas para la entrada de vehículos industriales, acabó en muy poco tiempo con el precario ecosistema. Hoy, la fauna de la zona es poco más que un recuerdo.Una situación similar a la de Baldaio se produce actualínente en la marisma de Corrubedo (La Coruña), única zona de Galicia en la que existe un paisaje de dunas. La extracción más o menos incontrolada de arena, consentida e incluso favorecida por los vecinos de la zona, amenaza con alterar el equilibrio deelementos que permiten la supervivencia de zampullines, fachas, rascones, ánades reales y otras especies, sin ningún tipo de protección especial.

Con todo, la intervención de los organismos oficiales encargados de la conservación del medio ambiente no resolvería por completo la cuestión, a juicio del profesor Francisco Guitian, director del equipo de más de 20 especialistas que realizó un importante estudio sobre protección de áreas naturales de Galicia. "La gente se guía" explica, "por criterios de puro utilitarismo, lo que contribuye a la degradación, en muchos casos irreversible, del medio. Contra esto, yo entiendo que lo único que cabe es la aplicación de algún tipo de normas, bien entendido que lo que yo propongo es advertir, no prohibir".

Muy crítico frente a algunas líneas de actuación del Estado en Galicía -particularmente, las modalidades de repoblación forestal-, Francisco Guitian prefiere no comentar, sin embargo, la escasa repercusión de su estudio en áreas oficiales. Algunas sugerencias de nuestro estudio", concluye, "se han ido imponiendo, pero yo creo que se debe a que los departamentos técnicos de algunos ministerios coincidieron en sus apreciaciónes con las nuestras. Se han tomado algunas medidas, sin duda, pero resultan muy insuficiente".

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