Andrés Cillero presenta y en Madrid su exposición en 'rojo y negro'
Con una veintena de obras relativas a su ya histórica preocupación artística por la morfología de la mujer, el pintor valenciano Andrés Cillero inaugura hoy en la sala Kandinsky, de Madrid, una exposición en la que se recoge su obra realizada a lo largo de los últimos tres años. El predominio de los colores rojo y negro en el conjunto de la obra no es casual: "Me enteré que se celebraba el bicentenario de Stendhal, y hacía nada menos que treinta años desde que yo había leído Rojo y Negro y La cartuja de Parma. Quise hacer un homenaje".
Andrés Cillero, de 49 años y una lista casi interminable de exposiciones personales y colectivas, afirma que esta exposición contiene novedades formales y temáticas, "producto de una concesión a un público que en estos momentos tiene una actitud devoradora ante la cultura. No me ha importado hacer cosas menos vendibles con tal de poder ofrecer algo nuevo a los visitantes".Estas novedades están en que a lo largo de los últimos meses el artista se ha preocupado del problema del espacio dentro de su obra. "Hay una mayor libertad de expresión, que yo pienso que es consecuencia de mi contacto con la gente joven. Recibes nuevas ideas, nuevos entusiasmos, que te hacen recuperar un sentido lúdico de la vida y del arte que, de alguna forma, estaba dormido o anquilosado".
Ese sentido lúdico se vuelca en el montaje central de la exposición, en el que una puerta falsa enmarca la entrada hacia una estancia presidida por una gran cabecera de una cama recostada sobre una cortina roja de la que penden cuatro negras conchas de vieira (una quinta ha sido robada). Piernas de mujer con liguero, culos entelados, pechos realizados en polyéster, se esparcen por el rincón de la galería convertido en habitación. Y sobre el suelo, una sábana blanca en la que hay una moneda caprichosamente colocada.
Iconografía erótica
Las restantes obras colgadas sobre las paredes de la galería (un total de dieciocho, realizadas en colores malvas, blancos y dorados) recogen también los ya tradicionales temas eróticos de Andrés Cillero. "Hay una lógica coherencia en la necesidad de expresión. Hay una iconografía que te persigue a lo largo de tu vida como una obsesión, y entonces es lógico que esto se reproduzca en tu obra. Se puede modificar la forma, pero el contenido siempre mantiene una misma línea paralela a las preocupaciones del creador"."Dentro de esa iconografía", prosigue Cillero, "el espacio con el que juegas está en relación con tus propias vivencias, porque hay una coherencia entre la necesidad de expresión y el resultado de la obra artística. En mi caso, me veo obligado a recorrer mi obra, y en la revisión veo que hay cosas que en un momento dejé a un lado y que ahora me interesa recuperar. Algunas han sido ya retomadas, en otras debo seguir trabajando".
Dice que su línea de trabajo está en una zona de expresión artística típicamente mediterránea. "Un cierto voyeurismo ligado a los sentimientos y sensaciones más vitales. Ésta es la línea de trabajo que siempre me ha interesado y en la que he procurado expresarme", concluye.
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