Pésimos augurios rodean la reunión en Panamá de los cancilleres de países centroamericanos
Bajo pésimos augurios se inició el sábado con una cena la segunda conferencia de cancilleres centroamericanos convocada en Panamá por el grupo Contadora. La elección de esta fórmula más propia de una clausura, obedece a que la mesa de un restaurante es todavía la o única que el ministro nicaragüense del Exterior, Miguel D'Escoto, está dispuesto a compartir con todos sus colegas de la región.
Las declaraciones previas a la reunión en casi nada difieren de las que los mismos protagonistas efectuaron en este mismo lugar hace mes y medio, con ocasión de su primer encuentro. Hay sólo un punto mayor de agresividad.D'Escoto insistió en que una reunión bilateral con Honduras debe plantearse con carácter previo a cualquier otra gestión, y el canciller de este país, Edgardo Paz, manifestó que el armamentismo nicaragüense constituye una amenaza para sus vecinos y que, si no se resuelve, éstos tendrán que buscar fórmulas para reequilibrar la situación.
El mecanismo aprobado en la primera conferencia, consistente en tratar bilateralmente las cuestiones bilaterales y de forma conjunta las que afectan a toda la región, no parece haber satisfecho a unos ni a otros. Nicaragua mantiene su cantinela de las entrevistas bilaterales y los otros cuatro siguen con la necesidad de plantear el diálogo de forma multilateral.
El canciller guatemalteco, Eduardo Castillo, que había mantenido anteriormente posiciones ambiguas, fue terminante esta vez: "A Nicaragua sólo le interesa resolver sus propios problemas, pero el conflicto centroamericano es un conflicto de carácter regional y debe ser enfocado de forma consecuente".
A falta de otras esperanzas más sólidas, el presidente panameño, Ricardo de la Espriella, que inauguró simbólicamente la conferencia, se vio forzado a recurrir al tópico de que sólo el hecho de reunirse constituye ya un paso positivo.
El respaldo dado por el Consejo de Seguridad de la ONU a las gestiones del grupo Contadora supone un aval de la comunidad internacional para esta conferencia, pero, paradójicamente, le ha restado posibilidades. La ONU es el foro que favorece a Nicaragua por el voto del Tercer Mundo y de ahí que los restantes países del istmo estén ahora más decididos que nunca a llevar el conflicto centroamericano a la Organización de Estados Americanos (OEA), donde el apoyo norteamericano les garantiza la mayoría.
Seguridad costarricense
En San José de Costa Rica se asegura que el Gobierno de Monge no se conforma con el envío de una misión de observadores civiles a su frontera con Nicaragua. Quiere 4.000 soldados como cordón de seguridad. Si el grupo Contadora no está dispuesto a enviárselos, recurrirá a la OEA, que para atender su demanda tendría que poner en práctica el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), mecanismo militar que, inevitablemente, recuerda el envío de marines a Santo Domingo en 1965.Curiosamente, al suspender su prevista gira a Europa (en la que pensaba visitar, entre otros países, España y la RFA), Monge afirmó que "en junio he de estar en mi país", al tiempo que daba a entender que preveía un agravamiento de la crisis centroamericana.
En términos similares parece que va a plantearse el presunto tráfico de armas desde Nicaragua a la guerrilla salvadoreña. Una cosa está clara: Costa Rica, Honduras, Guatemala y El Salvador han constituido un frente común tras la reunión celebrada la pasada semana por sus cuatro cancilleres en la capital salvadoreña.
Para complicar aún más las cosas, el presidente salvadoreño ha declarado que México está descalificado para actuar como mediador en el conflicto salvadoreño por su apoyo permanente al Gobierno nicaragüense. Dos comisiones, una de procedimiento y otra de cuestiones de fondo, van a reunirse por separado en el transcurso de la conferencia.
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