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Reportaje:

La guerra del Estado italiano contra la Mafia

El prefecto de Palermo, Emanuele de Francesco, sucesor del asesinado general Dalla Chiesa, asegura que ganará esta batalla a la organización maflosa en poco tiempo

En la puerta del despacho de Emanuele de Francesco hay permanentemente tres policías de paisano. El alto comisario se ha instalado en esta habitación del primer piso del hermoso palacio de la Prefectura de la Vía Cavour -que no es la mejor, aunque es amplia y está decorada con gusto-, porque desde ninguno de los edificios colindantes ni el tirador más experto podría introducir una sola bala por el ventanal. Viaja por las calles de Palermo en un Volvo blindado, entre otros automóviles camuflados a los que se les cambia las placas casi a diario, en medio de un extraordinario despliegue policial.En esto último se diferencia de su predecesor, el general de los carabinieri Carlo Alberto dalla Chiesa, 61 años, que solía conducir un Autobianchi A- 112 blanco. por las calles de la capital siciliana. El mismo coche en el que fue tiroteado el 3 de septiembre pasado en la Vía Carini por ocho individuos que portaban fusiles ametralladores kalaslinikov, uno de los distintivós de la nueva Mafia. Su joven esposa, Emanuela Seti Carrano, 32 años, con la que Dalla Chíesa se había casado 56 días antes, víaJaba a su lado. Los dos murieron en el acto. El chófer oficial condu,cía un coche inmediatamente de-Irás. Falleció a los pocos días a causa de la heridas sufridas en el atentado.

Poderes extraordinarios para el alto comisario

"No tengo miedo a morir. Es cierto que tomo todas las precauciones posibles, pero tampoco estoy en el primer peligro de mi carrera. Las amenazas de la Mafia fbrman parte de mi cargo de alto comisario", afirma este siciliano nacido en la pequeña localidad de Barile, quien hasta septiembre fue jefe del servicio secreto civil, puesto en el que había sustituido al general Grassini, implicado en el escándalo de la logia masónica P-2.

De Francesco se encontró, tras su nombramiento precipitado -"cuando aún estaba casi caliente el cadáver de mi amigo Dalla Chiesa, con quien yo había trabajado intensamente en la lucha antiterrorista", dice-, con los poderes extraordinarios que se le habían negado al prestigioso general, de quien su propio, hijo, Nando, diría que había que' buscar entre la Democracia Cristiana a los culpables de la muerte de su padre.

El Parlamento italiano se apresuraba a aprobar una legislación anti-Mafia que llevaba varios meses congelada en los laberintos de la desidia burocrática. La llamada ley La Torre, presentada por el diputado comunista por Palermo Pío La Torre, que aparecería muerto a tiros en la capital siciliana pocos antes del asesinato de Dalla Chiesa. La ley anti-Mafia, que permitía indagar en el patrimonio de los italianos, había sido la principal petición de Dalla Chiesa, el desarticulador de la Brigadas Rojas, el cual había entregado a la Magistratura una lista de 162 sicilianos sospechosos de pertenecer a la Mafia, para que fuesen investigados, poco tiempo después de tomar posesión como prefecto de Palermo.

Se supo tras su asesinato que un mafioso arrepentido le había entregado al general la lista completa. No obstante, la Fiscalía de Palermo había tachado de esa lista a 75 personas por entender que no había indicios suficientes para esa investigación. Antes de su muerte, Dalla Chiesa se quejaba ante sus colaboradores de lo solo que le habían dejado en la lucha contra la Mafia. Hubo quien pensó, incluso -y así se escribió en los periódicos antes del atentado-, que era como si entregasen a la Mafia a alguien que sabía demasiado de la lucha contra el terrorismo. Il Corriere della Sera insinuaba, tras el atentado, que Dalla Chiesa había muerto "porque había sido envíado al frente sin tener en cuenta que, a sus espaldas, la Mafia había invadido los estados mayores, la intendencia, el terrorismo nacional". La nueva legislación y los nuevos poderes extraordinarios eran como la confirmación de un cierto reconocimiento de culpa.

Como al general de los carabinieri y al diputado comunista, la Mafia había asesinado al presidente de la Democracia Cristiana siciliana, Piersanti Mattarella; al capitán de los carabinieri Basile; al fiscal Gaetano Costa; al magistrado Gíangiacomo Ciaccio y a otras personas que tenían relación con la nueva política del Gobierno italiano con respecto a la Mafia.

"La mayoría del país, de parte del Estado"

Ocho meses después, De Francesco, que afirma haber continuado un trabajo iniciado por Dalla Chiesa, está convencido de que, "aunque la aplicación de la ley anti-Mafia ha sido obviamente difícil, ahora tenemos una situación verdaderamente buena, que naturalmente se puede mejorar, porque tenemos de parte del Estado a la gran mayoría de la nación. Hay que decir que las asociaciones mafiosas están constituidas escasamente por millares de personas en un país con muchos millones de habitantes".

"La actividad proseguirá", continúa De Francesco, "porque ahora hay justamente un programa de actuación derivado de las nuevas leyes anti-Mafia. Y digo nuevas porque se dictaron otras en. 1956 y en 1965. No. hay que olvidar que estas organizaciones criminales llevan casi dos siglos". Como su antecesor, el actual prefecto ha sido el primero en llevar a la opinion pública siciliana la palabra tabú, mafia (incluso en los primeros carteles institucionales que se han pegado en las calles de Palermo), en sustitución de la cual se utilizaban eufemismos tales como delincuencia criminal y otros.

"Tenemos, pues, un procedimiento penal para los que pertenecen a estos grupos maflosos. El origen de estas leyes no es sólo Sicilia. Es todo el territorio nacional, donde existen bandas de este tipo, como en Nápoles (Camorra) o Regio Calabria (Ndangretha) o asociaciones en el norte y en el centro de Italia, como en Milán, Turín o Roma. Y hay además lo que valoramos como más importante, una creciente colaboración ciudadana en la lucha contra la Mafia, que va desde la contribución de la Iglesia católica, que se ha pronunciado públicamente en contra, hasta la campaña de adoctrinamiento de niños y jóvenes. Es necesario que las nuevas generaciones crezcan sin que les contamine la Mafia, para que cuando alcancen el poder tengan a esta organización como al principal enemigo a batir", señala De Francesco.

Para el alto comisario, no basta con la extraordinaria actividad que están desarrollando tanto la Magistratura como la policía. "No se trata de un problema exclusivamente policial, sino de participación de todas las capas de la sociedad italiana. El comportamiento de la propia Administración italiana en esta lucha contra la Mafia debe ser ejemplar. Se debe mantener el principio de que la lucha contraestas organizaciones maflosas se hace también a través de la transparencia de la propia Administración".

El optimismo de De Francesco puede contrastar con el hecho de que, en el momento en que asesinaron al matrimonio Dalla Chiesa (un viernes a Jas nueve de la tarde), al menos cien personas pudieron presenciar algún detalle del atentado o de las ocho personas que participaron directamente en la matanza. La policía siciliana no logró realizar siquiera el retratorobot de uno solo de. ellos. Nadie vio ni oyó nada. Non parlare, non vedere, non sentire. Un mes después se detuvo. a un presunto mafioso, Nicola Álvaro, acusado del asesinato. Y se dictó una segunda orden de detención contra el capo de la región de Catania, Benedetto Santapaola, buscado entre otras cosas por el asesinato, el pasado 16 de junio, de otro jefe mafloso, Álvaro Ferlito, y de los cuatro carabinieri que le escoltaban hacia la prisión de Trapani. De Francesco se niega a hacer cualquier comentario sobre este asuntos, "porque es un secreto".

"La lucha contra la Mafia, que se ha incrustado en el tejido de la sociedad y que tiene ramificaciones no sólo en Italia sino en otros países del continente, e incluso en otros continentes, no es sólo una cuestión policial, como queda dicho, sino de una forma de ser y de sentir de los italianos. Esto requiere de tiempo, naturalmente, pero no mucho. No sé si lo conseguiremos mañana o dentro de seis meses, pero no será muy tarde. Hace falta un poco de paciencia, pero estamos en una guerra del Estado contra la Mafia. Y desde que yo dirijo esta oficina creada expresamente por el Estado, desde el primero hasta el último, todos los ciudadanos están juntos.en las mismas barricadas".

La nueva, contra la vieja Mafia

Casi doscientas personas resultaron muertas en Sicilia en los últimos doce meses, una inedia superior a un asesinato cada 48 horas. La opinión de De Francesco es esta: "La cifra de muertes demuestra que se ha roto el equilibrio entre las familias mafiosas, que existe una guerra declarada entre éstas que conducirá al final de la Mafia. No existe un capo carismático. Hay familias en lucha. Eso acelerará el final".

La Mafia, que había nacido en Sicilia hace más de siglo y medio -la onorata societb- como una autoproclamada defensa contra el Estado, que se olvidaba de los problemas de los hombres del Sur, hoy es una imponente máquina de .tráfico de dinero y de poder ínfiltrado en las instituciones del Estado. Frente a los poderosos y legendarios jefes que tardaban toda una vida en enriquecerse, existe ahora una nueva generación de ejecutivos de la Mafia, los llamados cuarentones por su edad, que luchan a muerte por la hegemonía de los distintos sectores en los que está subdividida la organización y entre los que destacan el tráfico de drogas, sobre todo, y el negocio de la construcción.

El primero puede dejar beneficios limpios en un año de hasta 200.000 millones de pesetas. En una sola operación una persona puede hacerse extraordinariamente rica. Los beneficios son muchas veces superiores a la inversión. Un kilo de heroína se vende en Estados Unidos al por mayor en 250.000 dólares, que una vez cortada y mezclada se convierte en 10 millones de dólares. La policía sólo aprehende el 5% del tráfico que pasa por Sicilia. El negocio de la construcción explica en cierto modo el caos urbanístico de esta ciudad de un millón de habitantes, la especulación y la construcción salvaje. La prostitución, el alcohol, los negocios de importación-exportación son otros sectores privilegiados dentro de la Mafia.

El hecho de que el alto comisario y coordinador de la lucha contra la Mafia sea al mismo tiempo prefecto de Palermo lo justifica Emanuele de Francesco en que el problema principal de la Mafia se encuentra en Sicilia. "En Calabria la criminalidad no es asustante y en Nápoles es más fácil lograr la colaboración ciudadana. En Sicilia es más difícil. No es tan pequeña la isla como la gente cree. Son más de cinco millones".

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