David Bowie inicia en Lyon su gira por Europa bajo el lema 'Seria luz de luna'
Ante 10.000 espectadores lioneses, David Bowie ha arrasado en el Palacio de Deportes de la localidad francesa de Lyon. Este concierto forma parte de la gira europea que Bowie realiza actualmente presentando su nueva música, su nuevo espectáculo y su último elepé, Let's dance. La gira incluye conciertos en París, Londres, Bruselas, Berlín Oeste y un largo etcétera de hasta 16 ciudades europeas. La excursión 1983 de Bowie se realiza bajo el lema Seria luz de luna. David Bowie no vendrá a España.
El diseño del escenario ya presagiaba un espectáculo regido por los cánones del mundo clásico: un templo griego con cuatro columnas como diamantes gigantes; una mano enorme, digna de Miguel Ángel, señalando una media luna construida con infinitas estrellas; una música hermosa, que suena... Y allí estaba David Bowie. La superestrella más inteligente, elegante y creativa del pop de los setenta.Bowie prestó su cuerpo de dios a un espléndido traje blanco, camisa celeste desabrochada y chalina de rayas. Un corte de pelo que hubiera hecho las delícias de Katharine Hepburn. Y una manera de moverse, de crear la escena, con una ambición digna del mejor Broadway, pero con psicodelia. Esa vieja psicodelia amiga con la que ya nadie se atreve. Bowie, sí.
La banda de Bowie en esta gira 1983 está formada por una suma de músicos diversos y excelentes: Carlos Alomar y Earl Slick, a las guitarras; Carmine Rojas, al bajo; Tony Thompson, a la batería; Lenny Pickett, Steve Elson y Stan Harrison, The Borneb Brothers, en la sección de vientos; Dave Lebolt, al sintetizador, y dos figuras tremendas en las voces, The Simns Brothers. Músicos de lo mejor, que parecían golfos de lujo. Músicos absolutamente a tono con el mensaje emocional: Seria luz de luna.
Grandes éxitos todas, las canciones fueron surgiendo a lo grande desde el principio: Héroes. Un Scary monster de orgía. Rebel, Rebel encendiendo el pelo. Y, para finalizar la primera parte del espectáculo, una versión salvaje de White light, white heat, de la legendaria Velvet Underground.
Con otro impecable traje azul perla, Bowie inició la recta final de lo maravilloso. Alguien que es capaz de coger un vaso de bebida ofrecido por el público sin descender del Olimpo, alguien que es capaz de cantar tirado en el suelo y levantarse sin una mota de polvo y sin una sola arruga, sólo puede ser una talla humana de la pureza.
Y como regalos fueron llegando más y más canciones. Let dance con Bowie haciendo sorri bras pugilísticas con un potentísimo, 10.000 lioneses. It's too late. Ashes to ashes, que decían era de vanguardia. Y el dedo de la enorme mano se enciende en una constelación de estrellita rojas. La luna se ilumina porque Bowie ha cogido una guitarra acústica, y de un mar de acordes de ensueño brota, 14 años después, una fidedigna reconstrucción, con todo su ambiente, de Space Oddity. Un globo con piel de luna saltaba por encima de todas las cabezas. Life on Mars. Los Simns Brothers escenificando diminutas comedias y sin parar de cantar. Como negros. Como señoritas. De todo cantaba esta gente. Fame. Y, para cerrar dos horas de fantasía, la banda la emprende con un rhythm and blues en homenaje de aquella música que saltó a la fama desde el Marquee londinense: TVC5, para que no se olvide que todo esto del pop empezó gracias al buen hacer de la música negra norteamericana.
El público lionés se desgañitaba por volver a ver, a oír o participar de lo que a Bowie le viniese en gana hacer. Bowie volvió a llenar la escena. Calado con un sombrero divino, Bowie levantó el ala hacia arriba y desveló el último secreto. Lo suyo, en este momento, es Bing Crosby. Canta igual de bien que el glorioso crooner y tiene las mismas sobredosis de buen gusto. Pero además..., además Bowie es europeo. Una gloria más. Europa y Ziggy Stardust. David Bowie.
Babelia
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