El Servicio de Vigilancia Aduanera había preparado con la Armada la captura de los buques con tabaco de contrabando
El apresamiento de los buques de bandera panameña Tessa y Céder, capturados en la madrugada del martes fuera de las aguas jurisdiccionales españolas, a la altura de las costas de Pontevedra cuando transportaban tabaco de contrabando, fue meticulosamente preparado por el Servicio de Vigilancia de Aduanera en colaboración con la Armada. El alijo apresado, por un importe de más de 1.400 millones de pesetas, es el más importante decomisado en Europa hasta la fecha. Ayer fue descargado en Vigo y posteriormente trasladado a las dependencias de Tabacalera en Pontevedra y también a León, ya que las instalaciones del monopolio en la primera ciudad no tenían capacidad suficiente para guardar el tabaco decomisado.
El Servicio de Vigilancia Aduanera, como órgano encargado de perseguir y reprimir el contrabando, lleva bastante tiempo prestando una atención especial a Galicia, donde la configuración de sus costas, con rías y numerosos accidentes geográficos, contribuyen a hacer más difíciles las tareas de vigilancia. Se tiene conocimiento de la presencia, desde hace varios años, de barcos de gran porte en las proximidades de las costas gallegas, que permanecen meses sin tocar puerto y reciben su avituallamiento desde tierra por embarcaciones más pequeñas.Dado el poderío económico de los contrabandistas, superior en técnica al Servicio de Vigilancia Aduanera, la lucha se limitó hasta ahora a impedir que las aguas jurisdiccionales españolas fueran violadas, apresando aquellas embarcaciones que transgredían ese límite. Este estado de cosas cambió radicalmente a partir de la aprobación de la nueva legislación de contrabando -la Ley Orgánica de 13-7-1982- por las Cortes, que permite, según el artículo 23 del Convenio de Ginebra, que un barco extranjero pueda ser perseguido y aprehendido fuera de las aguas jurisdiccionales, siempre que se demuestre que actúa y trabaja en equipo con otras embarcaciones menores del mismo barco, o procedentes de la costa para recibir mercancía del buque nodriza.
La táctica empleada por las organizaciones contrabandistas consiste en colocar la embarcación mayor o buque nodriza fuera de las aguas jurisdiccionales. De ahí se transborda la mercancía a otras naves más pequeñas pero también de gran tonelaje, como en el caso del apresamiento del Tessa y el Céder, de 1.000 y 300 toneladas de registro respectivamente. Esta segunda embarcación o buque lanzadera tampoco rebasa el límite de las 12 millas y son las planeadoras quienes se acercan a él para cargar los alijos de tabaco que luego transportan a grandes velocidades hasta la costa.
Un golpe importante
El Servicio de Vigilancia Aduanera consideró necesario dar un golpe importante como el realizado el martes pasado, utilizando al máximo las posibilidades de la aplicación de la nueva ley del contrabando, dirigiendo sus actuaciones a los barcos nodriza. La operación contra el Tessa y el Céder fue preparada minuciosamente durante varios días, comprobando con toda precisión los movimientos de las embarcaciones, los sitios donde procedían a los transbordos, etcétera. Para llevarla a cabo se ha contado con la ayuda de la Armada, dado el porte de las embarcaciones que suelen ofrecer resistencia, ya que, ante la presencia de las lanchas patrulleras, sacan unas grandes barras de hierro a lo largo de toda la borda, que dificultan seriamente el abordaje.Ya hubo una primera experiencia de colaboración con la Marina en el apresamiento, en agosto del año pasado, del Thanasis, de 2.000 toneladas, con la ayuda de la corbeta Vencedora, un patrullero de servicio y un avión. Este barco llegó a estar dentro de las aguas jurisdiccionales con un cargamento de un millón de cajetillas de tabaco rubio, valoradas en más de 60 millones de pesetas, y la multa que les fue impuesta por el Tribunal de Contrabando alcanzó casi los 350 millones de pesetas.
Tras esta experiencia positiva, se decidió emprender una acción de mayor complejidad, en la que se ha contado con la fragata Andalucía como barco más importante de la operación, un avión de reconocimiento del Servicio de Vigilancia Aduanera y un patrullero, no de la zona, para explotar el factor sorpresa, sino uno venido de Algeciras. Este patrullero estuvo cierto tiempo en Lisboa y luego en un lugar de la costa gallega, al norte de esta zona, oculto a los servicios de espionaje de los contrabandistas. La operación ha sido laboriosa y ha durado varios días, durante los cuales la fragata Andalucía estuvo en alta mar así como el patrullero Albatros y el avión de vigilancia.
Cuando este último tuvo constancia de que el Céder, en el límite de las aguas jurisdiccionales, se dedicó a trasbordar un cargamento a 13 planeadoras, que se dirigieron hacia la costa, se intentó perseguirlas sin conseguir capturar a ninguna. Solamente se pudo apresar una pequeña embarcación que, a su vez, había cargado directamente de una de las planeadoras.
El Tessa y el Céder eran barcos ampliamente conocidos por su historial contrabandista. Pertenecen a organizaciones muy importantes, que actúan con base en Amberes, y Rotterdam, cuyos cerebros se encuentran en Suiza. No sólo actuaban en las costas españolas, sino que también lo han venido haciendo en las italianas. Han sido detectados repetidamente en los reconocimientos aéreos del Servicio de Vigilancia Aduanera, tanto en el Cantábrico como en mares próximos a la costa gallega, conociéndose sus movimientos anteriores.
Ambos barcos iban mandados por capitanes griegos y su tripulación estaba constituida en su mayor parte por griegos, turcos, chilenos y un peruano. Los 19 tripulantes detenidos, de acuerdo con la nueva ley de Contrabando, tendrán que cumplir prisión, aparte de la multa y la pérdida del barco y la mercancía. Ayer tarde fueron puestos a disposición del juez. El Tessa y el Céder pertenecen a una organización que cuenta con importantes medios, en la que están involucradas un gran número de personas y otros elementos de transporte, camiones, servicios de espionaje, etcétera, que actúan en varios países y cuyos medios de detección dificultan la labor del Servicio de Vigilancia Aduanera.
Este servicio está perfeccionando sus métodos para evitar que sean detectadas sus emisiones mediante la instalación de radioteletipos en sistema ARQ, que hace imposible la captación de sus mensajes por otras estaciones. Se trata de instalaciones muy costosas pero necesarias para poder jugar con el factor sorpresa, fundamental contra el trabajo de los contrabandistas, para que éstos no conozcan sus movimientos, que suelen estar vigilados del mismo modo que los aviones, por su servicio de espionaje. Esto obliga al cambio constante de cifras, de frecuencias, que se convierte en una auténtica lucha de comunicaciones.
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