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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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La francesada

Por una senda iban los hortelanos, que era la hora sagrada del regreso, iban a la canción, iban al beso, e iban dejando por el aire impreso. Etcétera. Hasta que llegaron a la Embajada francesa y volcaron su camioneta de hortelanías. Eran así como un centenar de agricultores y transportistas.Se ha dicho que los agricultores son "los ausentes de la Historia". Hasta que *los ausentes cogen un camión, se meten en la Historia a toda aspirina y paran contra la fachada neoclásica de la Embajada de Francia. Con un par. No son maneras, claro, ya no hay costumbres, pero ha ocurrido tal que ayer en Madrid. Ocho toneladas de frutas y verduras y varias docenas de huevos, Lo que más humilla, siempre, es lo de los huevos. A Agustín de Foxá, en jira triunfalista de los 40/40, por Suramérica, le tiraron muchos. Se quitó uno del smoking y lo olió: "En Cuba, por lo menos, los tiraban frescos". Reagan, ahora, ha dicho que Cuba es fascista. Cuba ya no tira huevos, sino, a, lo mejor, proyectiles nucleares. O sea que es fascista.

Los países pequeños se nota que son pequeños, y viven felices en su pequeñez, en que sólo tiran huevos. Mientras USA / URSS desarrollan la hipótesis de trabajo, cada día menos hipotética, de una guerra nuclear, total y galáctica, España tiene por arriba la guerra de la berza y por abajo la guierra de la anchoa. Seguimos haciendo guerra de mercaderías, guerras comerciales, como coloniales fueron todas las guerras que perdimos, y hasta la palabra ha quedado en los establecimientos: "Almacén de coloniales".

A Francia no hay que, hacerle una guerra colonial ni una guerra de la berza, sino una guerra diplomática al más alto nivel, para advertirles de lo que ya nuestros republicanos advirtieron a León Blum que la suerte de España, ya ven, o sea, qué cosas, suele ser la suerte de Europa.

Isabel Vallina, en una entrevista, me lo había dicho: "Te han elegido como hombre que interesa". A mí me parece más inteiresante cualquiera de los cien agricultores que han volcado verduras, frutas y huevos contra la Embajada francesa de Madrid. Ya digo que no son maneras, pero he aquí que esos cien incontrolados vegetales han ensayado una toma de La Bastilla contra quienes tomaron La Bastilla, o sea que sliempre hay un gremialismo, una pequeñoburguesía y un marqués -de Sade o de Luca de Tena- más abajo. Siempre se puede estar más a la izquierda.

La francesada es una constante cíclica de nuestra Historia, un eterno retorno que nos inutida periódicamente, como el Nilo inunda Egipto. Somos los egipcios de los franceses. Los exóticos. Carmen/Bizet/Merimée/Saura/Gades/Laura del Sol acaban de triunfar en Cannes.

De entre los viajeros rornánticos franceses, Pierre Lotti se fue un poco más lejos, pero Merimée, Gautier, Morand, Victor Hugo, Sartre y, Simone de Beauvoir (a quienes entrevisté en el hotel Yersalles de Madrid, en el 67), Jean Cocteau y De Gaulle consideraban que todo el exotismo posible lo tenían a mano en España. Genet escribe su Diario del ladrón en Barcelona. Y el belga Verhaeren encuentra su España negra en los blancos de Regoyos. Según la conjunción de astros, nos inunda Francisco I (oportunamente recluido en la Torre de los Lujanes), Napoleón o su hermano, Moréas y el Simbolismo (a través de Rubén, Valéry, (para quien parece escrita la Deshumanización del arte, de Ortega), Brassens o Catherine Deneuve, de la que tenemos réplica viva en Sisita Pastega, née Milans del Bosch.

A la viceversa, los españoles se exilian/refugian en Francia, de Goya a los etarras, contritos o no, pasando por Picasso, Blasco Ibáñez, Juan Gris y Jorge Semprún. Hay que saltar, pues, por encirna de tanta escarola pisada, de, uno y otro lado, por encima de tanta berza precomunitaria y tanto clavelón erótico de Pierre Louys, hay que olvidarse, respectivamente, de la francesada y los afrancesados, pues que, como vecinos no sólo cartográficos, estamos condenados a entendemos.

Francia siempre ha entendido mejor a nuestros pintores que a nuestros camioneros. Quisieron hacer sello de Correos con Picasso, que se negó. ¿Por qué no franquearon sus cartas con huevos españoles?

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