La Estabilización
Entre Fernando Fernán-Gómez, junior, y yo, estamos forzando/forjando una edición lujo de Las flores del mal, aunque el dandismo natural de Baudelaire hubiera rechazado, quizá, traje tan nuevo.Todavía hay "elegantes" que creen que la elegancia nace en el cuarto de la plancha, que es cosa de planchadoras. Pero a Fernán-Gómez, junior, a Baudelaire y a mí nos está quedando de primera comunión.
La derecha económica pide estos días un plan de Estabilización, lo primero, porque eso les suena/resuena dulcemente franquista; lo segundo, porque entienden la Estabilización como una Estacionalización, la grandiosa quietud de los cuarenta, en que no había un dios que se moviese, salvo el otro Fernán-Gómez, senior, que de vez en cuando encabezaba un manifiesto. Pero el señor Boyer, que tiene la rapidez de los grandes números, ha contestado en seguida:
-Eso de la estabilización es tercermundista.
Consiste, para la derecha económica, en que todo se quede como está, en perpetuar el orden divino de ricos/pobres, patrones/productores (su mala conciencia no les permitía decir "obreros"), dividendos/salarios (a distancias siderales) y el INI al fondo, como la gruta de Lourdes redentora de las desdichas empresariales.
Políticamente, el invento era astuto: partiendo de la Estabilización (que no estabilidad) económica, cualquiera que pidiese una paga más por el 18 o por navidades, era un desestabilizador.
Ahora, los psocialistas no revolucionan ni incendian ni "violan a nuestras hermanas", que era la profecía freudiana de Giménez-Caballero en los sombríos treinta. Ahora, los socialistas hacen algo más eficaz, aunque menos placentero que lo de las hermanas: sencillamente, auditan. Y entonces la derecha económica se ha sacado la Estabilización, por parar al señor Andersen, el de los cuentos.
A Laura del Sol le dan dos premios en Cannes, o sea que España anda. Don Próspero Merimée vino aquí, cuando la francesada, y, como era de esperar, no se enteró de nada.
De ese no enterarse nace su Carmen. Saura/Gades se la devuelven ahora al mundo pasada por la "inteligencia sentiente" de Zubiri. De un Zubiri de izquierdas. Y precisamente cuando vivimos una nueva francesada -esto es cosa cíclica y recurrente-, o sea la guerra de la berza en las carreteras y aduanas de Francia. Nos pisarán la lechuga, pero les quitamos los premios.
Jesús Morillo se atreve a presentar una versión travestí de Dante Alighieri que es como un Lindsay Kemp de oferta. Pero el mal teatro no se para con la Estabilización, sino con Haro-Tecglen.
Luis de Pablo y yo presentamos una novela de Ramón Chao, y Chao, periodísta/novelista, toca el piano desguazado de Mayte.
Con la Estabilización, que en seguida se extiende de la economía a la información, la cultura y la cosa, todos los periodistas volveríamos a tocar el piano del pobre, de la inolvidable Patachou (con quien hace años tuve alguna conversación). Patachou cortaba la corbata a los clientes con unas tijeras, y la Estabilización nos castra la corbata por un poco más abajo, a los informadores machos, por lo que recuerdo de la Estabilización franquista, mayormente.
Ignacio Amestoy me pone telegrama para que acuda a su estreno del Español, pero no puedo.
El Sur, de Erice, es la película de un poeta, pero en Cannes no la han entendido. Francia jamás ha entendido a nuestros poetas ni a nuestros camioneros.
Por eso la derecha económica pide un Plan de Estabilización. Por parar la europeización y por cortarle las alas al volterianismo", como le gustaba decir a Valle.
Juan Gomila nos ha estabilizado a unos cuantos, en el buen sentido, con sus macrorretratos de Arte Contemporáneo. Me gusta estar entre Sáenz de Santamaría y Carmen Díez de Rivera.
Patxi Andion mete su proletarismo en Joy/Eslava, entre mármores/espejos. Jordi Pujol me invita a "Catalunya en la España moderna".
España es un frondor de iniciativas. La Estabilización (último sueño de la derecha), más allá de lo económico, nos convertiría a todos en desestabilizadores.
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