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QUINTA CORRIDA DE LA FERIA DE SAN ISIDRO

Colaron el toro de Sevilla

Triunfó Ojeda, armó el alboroto, pero faltaba el toro. Para esta corflda de expectación y figuras, los taurinos lograron colar en Madrid el toro de Sevilla. El toro, de Madrid, en Sevilla, no se agradece; el toro de Sevilla, en Madrid, no se admite. Excepto ayer.Empresa, apoderados, veterinarios, autoridad y público -afición aparte, por supuesto- otorgaron ayer bula para que saltara al ruedo de Las Ventas ese toro atemperado cuando no bobalicón, inválido e inútil para la lidia, que de ningún modo admite la cátedra en el aula magna, del toreo. O quizá es que no había cátedra. Madrid rebajó su categoría universitaria a la de patio, de escuela, y las gentes de oro que habían acudido a examen, pidieron servirse de chuletas y obtener nota.

Plaza de Las Ventas

18 de mayo. Quinta corrida de San Isidro.Dos toros de Sayalero y Bandrés, aborregados; tres de Torrestrella, flojos; quinto sobrero de Antonio Ordóñez, con trapíoy manejable. José Mari Manzanares. Pinchazo perdiendo la muleta y estocada corta (protestas). Pinchazo bajísimo y estocada caída (división y saludos). Paco Ojeda. A viso antes de entrar a matar. pinchazo y estocada (oreja con protestas). Estocada baja (oreja). Salió a hombros por la Puerta Grande. Curro Durán, que confirmó la alternativa. Estocada caída (aplausos y salida al tercio). Media atravesada que asoma y dos descabellos (silencio).

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Torero de Madrid

Su primer ejercicio de opositor a figura lo pasó Paco Ojeda con sobresaliente. Se lo habían puesto fácil: en cuanto a toros, dos que no le eran. Uno de ellos volvió al corral, por inválido, y el sobrero que lo sustituyó, corrido,en quinto lugar, padecía la misma tara, cabe una fachada de irreprochable trapío. Fue, sin embargo, un toro con problemas, en el sentido de que no repetía las embestidas, y por un pitón, el izquierdo, se revolvía. Solventó la cuestión Paca Ojeda haciendo uso del unipase. Aquella teoría básica del toreo puro que consiste en ligar, Ia dejó para ocasión más propicia. El recurso no es particularmente grave en este torero, una de cuyas virtudes consiste, precisamente, en que liga los pases con impresionante quietud y verticalidad. De manera que, dadas las características del toro, se le toleraba la licencia, y la faena tuvo puntos de emoción, que se acentuaban en los desplantes, materialmente metido entre las astas.

Su otro toro, en cambio, era absolutamente intolerable, en Madrid, en Sevilla y en Pekín. Derrengado desde que plantó la pezuña en el albero y progresivamente moribundo a medida que se producían los tercios, la afición lo rechazaba con desprecio, en algún sector del tendido los más extremistas se querían encadenar, a uno le dio un patatús, otro se comió el reglamento y los supervivientes convenían que semejante piltrafa hacía burla a la mismísima licitud ética de la lidia.

Pero Ojeda, cuya opinión debe ser otra, se pegó al marmolillo, hizo alarde de que el proyecto de cadáver no le imponía nada, exteriorizaba su desdén y, además, se puso a ligar pases cómo él sabe; es decir, dejando al toro corto en el remate de la suerte natural y retomándolo sin solución de continuidad para la contraria.

Es una habilidad de gran mérito, verdaderamente espectacular, que el diestro sanluqueño ejecuta con la misma precisión y valor que habitualmente exhibe un torero pequeñito llamado Dámasó González. La diferencia entre Ojeda y Dámaso es de medio metro a favor de aquel (de alzada) y no sólo matemática sino estética también.

Es el caso que con estas ligazones, ejecutadas con una impávida verticalidad que arrebata, calentó el ambiente, lo puso al rojo vivo, y en tan extrema temperatura alcanzó el triunfo. Dos ejercicios más ante la cátedra le quedan a Ojeda y suponemos procurará que se los planteen igual de sencillos. De momento, ya es el torero de la feria.

Nos preguntábamos a qué se debió tanta polémica días atrás con los toros de Sayalero y los de Torrestrella pues, vistos en el ruedo, se pudo comprobar que eran ruina. Nos recordaba el pleito de los Galache, en los años sesenta, con el Cordobés y Palomo de por medio. A lo mejor es que, volvemos a aquellos años de triunfalismo y fraude. Por los resultados de la corrida de ayer, los taurinos pueden abrigar esperanzas.

También es cierto que, en definitiva, hay que contar con el torero, porque no todos tienen la arrofiadora disposición de Ojeda. Ahí está Curro Durán, que en el toro de su alternativa, una babosilla, pegaba derechazos, afortunadamente uno después de otro (porque nos tememos que el día menos pensado los darán a montón), con tanta vulgaridad que no le valieron ni para arañar una piadosa vuelta al ruedo. En el otro, que por descastado le planteó problemas, ni siquiera esos derechazos consiguió. Este joven es otro joven del que decían iba a comerse el mundo y barruntamos que no se va a comer nada.

Y ahí está Manzanares, veterano diestro, a quien, por Ias apariencias, le cuesta lágrimas permanecer quieto delante de la cara del toro. A su primero se lo quitó de en medio en cuanto comprobó que tenía la embestida corta. Al otro, que paradójicamente fue el más íntegro de la corrida, le hizo una faena larga, para lo cual se desmelanaba, daba voces, exhalaba suspiros, rectificaba, volvía, metía el pico, sacaba el engaño. Crispado, sudoroso, posiblemente alterado el ritmo cardíaco, llegó a ceñirse, y en mala hora se le ocurrió, pues al iniciar un pase de pecho el toro le volteó de forma escalofriante.

No se arredró por ello Manzanares y continuó ensayando pases, aunque ya no tenían ni inspiración ni sentido. En fin, lo que le habían puesto delante era un toro más cercandal que quiere Madrid que al que acepta Sevilla. Y és lo que hoy, con la fresca de la mañanita, estará meditando el años atrás fino torero alicantino: "Con menos toro obtuve mayor fortuna y ahora, cuando me ponen las cosas difíciles, llega un sucesor, al que miman como me mimaron a mí, y yo -torero grande, finura, estilo- me quedo a dos velas. O sea, que sic transit gloria mundi, lo cual, como su propio nombre indica, quiere decir que o jugamos todos o rompemos la baraja".

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