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Una recuperación selectiva a la vuelta de la esquina

La inminente mejora en la actividad económica internacional puede no ser tan extensiva y boyante como ansiada por todos

La ansiada recuperación de la economía occidental está a la vuelta de la esquina. Eso es, al menos, lo que dicen las previsiones de los técnicos de las principales organizaciones económicas y de prospectiva internacionales. Pero la recuperación va a ser selectiva y, además, no muy boyante. Algunos países la disfrutarán en todo su esplendor, y otros, como España, se quedarán con la esperanza de llegar a rozarla, aunque no antes de dos años.

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Las bolsas suben, los precios del petróleo bajan y los tipos de interés se ajustan a la nueva realidad. Algo sucede en las economías de los principales países occidentales, algo que, tras años de informes y perspectivas pesimistas, ha levantado una ola inusitada de expectación y desbordado optimismo. Por vez primera en casi un quinquenio de esperanzas fustradas, los expertos de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) no tienen ningún recato en proclamar, para los próximos doce meses, una selectiva recuperación económica en los países occidentales.Aparte de los claros indicios que existían previamente, la primera confirmación oficial de esta recuperación ha venido con la sesión ministerial de la OCDE, celebrada los pasado lunes y martes en la sede parisiense del organismo. El medio centenar de ministros de Finanzas y Asuntos Exteriores asistentes han recibido los primeros datos ciertos sobre los fundamentos en los que puede descansar esta recuperación. Al tiempo los ministros han confirmado la particular estrategia, cuidadosa mente elaborada por los técnicos del organismo, para convertir esa esperanza en un hecho.

En el primer semestre de 1984, la recuperación sostenida -eufemismo que pretende esconder una definición diferencial entre el crecimiento sano y el incremento nominal del PIB- será un hecho en, por lo menos, siete países del área OCDE, según el organismo. Estos países, que coinciden con los grandes (excepto Francia y Canadá) e incluye también a Suiza y Austria, registrarán incrementos en su producto interior bruto (PIB) en una franja situada entre el 2 y el 5%.

Después de haber cosechado resultados aceptables en su batalla contra la inflación, estos países privilegiados pueden disfrutar de una ocasión histórica para romper el maleficio de la crisis. Estados Unidos, por ejemplo, se encuentra ya en una fase claramente expansiva y, pese a que la Administración Reagan ha advertido que la meta de crecer un 5% será inalcanzable, a la luz de los resultados en los cuatro primeros meses del año, en la OCDE se tiene el convencimiento de que la economía estadounidense alcanzará un significativo aumento del 3,5% a finales del año.

Buenas perspectivas en Europa

La tasa de crecimiento en 1984 puede ser aún mayor, tanto en la economía locomotora de la otra parte del Atlántico y en Japón. como en los países europeos. Las previsiones de los expertos son mixtas: en el viejo contienente cabe hablar de dos grupos de naciones que, como consecuencia de unas políticas económicas completamente dispares, van a registrar resultados distintos. En un primer grupo, Gran Bretaña y la RFA, aparte de Suiza, Austria y Holanda, entre los pequeños, van a experimentar claras señales de recuperación. En el segundo grupo estarán los restantes países, cuyos Gobiernos han equivocado su estrategia, caso francés, o se han visto imposibilitados para llevar adelante políticas de alto coste social, caso español.Curiosamente, en la República Federal de Alemania van a ser los conservadores de Helmut Kohl los que van a recolectar años de esfuerzos y sacrificios. En la RFA es quizá donde más acuciantemente se están registrando claros signos que inducen al optimismo en la clase empresarial. Las posibilidades de salir del túnel son ahora ciertas, y así lo creen entre los inversores. La Bolsa de Frankfurt lleva varias semanas registrando subidas importantes, muy en la línea de las producidas en la otra parte del Atlántico, concretamente en Wall Street.

En Gran Bretaña, otro país cuya política monetarista a ultranza sirvió de mal ejemplo para los Gobiernos orientados ideológicamente por otros cauces, el nivel de optimismo entre los empresarios nunca ha sido tan alto desde 1979. Después de dos años de números rojos en su tasa de crecimiento, la economía británica puede crecer un 2% a finales del año y doblar esta cifra en 1984. Para el Reino Unido, con un declive del 2,4% en 1981 y un crecimiento nulo en 1982, este salto es toda una novedad.

El margen de maniobra

La OCDE no duda en atribuir a la efectividad de las políticas deflacionistas el aparente éxito obtenido por estas economías privilegiadas. En los documentos presentados a la sesión ministerial última, los expertos del organismo resaltaban la labor desarrollada por estos países en el control de la inflación, que ha caído a tasas que recuerdan los felices años sesenta.En siete países seleccionados, el índice de inflación ha descendido, en los cuatro primeros meses del año, a un modestísimo 2,6%, un nivel desconocido desde la primera crisis del petróleo en 1973-1974.

Las expectativas de inflación para el grupo de países. mencionados rondan el 2%-3% para este año y el próximo. Aprovechando esta circunstancia, los expertos aconsejan aprovechar el margen de maniobra que esta disminución de la inflación permite para abordar, con cautela pero decididamente, una política expansionista que permita recuperar unas tasas de crecimiento aceptables, aunque sea en términos nominales. Para ello es necesario intensificar la tendencia descendente en los tipos de interés y completar las reformas estructurales iniciadas de forma que se vayan eliminando, paulatinamente, los impedimientos en el camino de la sana recuperación.

Las buenas perspectivas de este grupo de países en cabeza van a permitir que otras naciones, todavía con serias dificultades, puedan tener un respiro en su situación y aborden, con un margen de maniobra superior al que su delicada situación les dejaba, las reformas estructurales que sus economías necesitan dentro del proceso de ajuste a la segunda crisis del petróleo. Para estos países, la única posibilidad de unirse al grupo privilegiado es continuar con la mezcla de políticas fiscal, monetaria y de rentas que les permita equilibrar sus economías, sin las actuaciones de tipo estructural.

Pese a este cauto optimismo, no todo son buenas noticias en la situación de la economía occidental. Las esperanzas de recuperación quedarán ahogadas en un marco de descontento social provocado por el hecho de que las tasas de desempleo, situadas en niveles récords, no van a descender con el previsible relanzamiento. El desempleo en el área de la OCDE, situado en torno a los 32 millones de personas en 1982, puede totalizar 35 millones a finales de 1983 y alcanzar la cifra de cuarenta millones un año después, de hacer caso a una organización sindical de mayor implantación en la región.

Los expertos de la OCDE conceden que el desempleo no descenderá a corto ni medio plazo en la región. De una tasa de parados del 9,8% de la fuerza laboral hace unos meses se puede alcanzar el 10,3% a finales del año en curso. En otras palabras, la recuperación no va a permitir generar empleo sino detener, en todo caso, el proceso de destrucción de puestos de trabajo. La búsqueda de remedios para el problema social debe venir por otros mecanismos y teniendo en cuenta, se resignan, que sin soluciones a corto plazo en un frente no puede haber fórmulas mágicas en el social.

Más problemático, incluso, va a ser la situación del grupo de países que, totalizando el 20% del PIB de la OCDE, en primera instancia, y el 10%, en última, van a experimentar un agravamiento de todas sus constantes a medio plazo. El caso más dramático puede ser el de Francia, donde las fórmulas expansionistas del Gobierno socialista están llevando a la economía a un estrangulamiento en el que ni se resuelve el problema del paro ni se amortigua la inflación. La economía gala, además, dice la OCDE, pierde posiciones frente a sus competidoras, con grave deterioro de su moneda y de su sector exterior.

Obviamente, el Gobierno francés, sumido en una lucha interna del partido socialista por influir en la política económica a seguir, no contempla las cosas así y culpa, no sin parte de razón, a la actuación unilateral y egoísta de algunos países, concretamente, Estados Unidos, de su situación. Para el Eliseo, el problema se encuentra en la política que Washington sigue con respecto al dólar y a los elevados tipos de interés, que han introducido distorsiones sin paliativos en el funcionamiento del sistema.

La 'cumbre' de Williamburg

En un intento extremo por centrar la atención en estos problemas, el presidente francés, François Mitterrand, ha propuesto esta misma semana la convocatoria de una conferencia internacional tipo Bretton Woods, que, dentro del marco del Fondo Monetario Internacional (FMI), elabore unas nuevas bases para el sistema monetario mundial.La referencia al lugar donde, después de la segunda guerra, se elaboró el actual sistema en que se basa el FMI trata de hacer un paralelismo entre aquella situación económica y la actual, tesis en la que no coincide la mayoría de sus colegas.

Mitterrand, sin embargo, tratará de centrar la próxima cumbre de países occidentales, que se celebrará los próximos 27, 28 y 29 de mayo en Williamsburg (Virginia), en este tema, aunque los norteamericanos ya han, adelantado que los objetivos de este encuentro de países privilegiados tienen que ser muy distintos.

En concreto, los norteamericanos han señalado ya cuatro: reconocimiento de que la recuperación depende de las políticas individuales de cada país y no de un plan global de expansión; adopción de medidas de liberalización comercial que detengan la tendencia hacía el proteccionismo; solución de los problemas financieros y de endeudamiento de los países en desarrollo; y, por último, establecimiento de una clara política en las relaciones Este-Oeste.

Con excepción de la última cuestión, que cae dentro del terreno movedizo de la particular visión que Washington trata de impregnar a las relaciones con la Unión Soviética, los tres restantes han sido ya planteados dentro de otros organismos o lo serán en fechas próximas.

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