Las dos Españas
Juan Cueto, desde Gijón, que me escribe con un sello / tricornio, equidistante de las dos Españas, fumándose los puros de la Regenta, que le iba mucho fumar puros, desde el futuro elegido; la Banca Jover, maravillosos catalanes, con su transferencia puntual; los de Boyer auditándome la pela / Pániker, la pela / Lacruz, toda la poca pela que uno ha ganado en su vida, verso a verso; la bella Parvin, persa y aurificada, llamando / llamando; Guido Bruner, mi entrañable, explicándome que en cuanto vio la primera firma falsificada de Hitler comprendió el tema (que diría el señor Roca ¿conocen?): "Hitler, por entonces, ya tenía parkinson y se pasaba las noches dictando". O sea, las dos Españas: la que nace / renace de las municipales y la de siempre, o sea la eterna.Más los ilustrados y exiliados intelectuales (ayer hablé aquí de los laborales), desde Moratín y Blanco White a Emilio Lledó. Emilio me cuenta que no, soportaba la España cuarentañista y se fue a Alemania con Gadamer. Las dos Españas, más la que siempre anda rulando por el mundo. La España peregrina. Eso. Incluso Alfonso Candau saca estos días en rogativa a Leopoldo Eulogio Palacios. La España que no cesa. Ayer las Nanas de la cebolla y hoy las Nanas de la espina, traídas al Martín por Tierno. El pastor poeta y el alguacil inalguacilable. Todo está en los textos de COU. Arturo no saca al romántico, sino al surrealista Dalí, que es otra forma de romanticismo, y nos lo explica como pornogastrocibernético. Ignacio Amestoy va a estrenar en el Español, teatro municipal (todo es municipal estos días, coño) su comedia premiada. Y el único homenaje necesario de la temporada: a Lázaro, Carreter.
Que me digan a mí los politólogos de-la-derecha-autoritaria (vayamos con el lenguaje frío de este matutino / manchego, para no calentarnos) que lo que ha salido de las municipales son las dos Españas. Mil Españas habrá siempre, que es clásico denominarlas en plural. La sutil transición histórica de conceptos, que veo poco explicada, es que, antes, eso de las dos Españas era cosa de la izquierda y el rejamen que he citado (el sufijo men significa "conjunto", y qué conjunto). Bueno, pues ahora no. Ahora, quien levanta todos los días en vilo las dos bolas de las dos Españas, como el que hace halterofilia, es la derecha / derecha. Ya que la España real se les va de las manos enjoyadas, quieren hacerse fuertes, cuando menos, en lo de las dos Españas, para que les toque una o una mitad. Como siempre, una vieja idea de la izquierda histórica, tardíamente reciclada y convertida en metacrilato intelectual por la derecha. Si es que no se les ocurre nada, oyes. Se han pasado la vida condenando las dos Españas en la tertulia de Donoso Cortés, mientras partían España en dos, por el guerragivilismo, mayormente, y ahora que no hay guerracivilismo, hacen suya la idea mariana (de Mariano José), machadiana y lainíana de las dos Españas. Cómo son. Cojo, agarro, voy y almuerzo en el Café de Oriente con Luis Lezama y Carlitos Berlanga, que está haciendo el servicio militar. Una cosa es ser objetor de conciencia y otra ser pegamoide (un comentarista perdido, en una revista perdida, dice que la voz "pegamoide" me la debo de haber inventado yo. Se ve que no ha leído ni el libro que descomenta). Hay una ceramista novísima, entre Bizancio, la India y el comic, y le compro una cacharra inútil y bella para regalar a Haro / Conchita, que se han casado, o sea que lo he visto por los ecos de sociedad de este periódico. A Sandra, mi novia de¡ pueblo (cinco añitos) le compro una tortuga niña, que es vinculante.
¿Dos Españas? Ternísimo reduccionismo de la derecha autoritaria. Plurales Españas ricas y venideras, bolsas sociológicas de abstención, como bolsas de petróleo. Quizás ahí esté nuestra riqueza futura. La tortuguita, en el lavabo, es la reina de los mares.
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