Hoy serán públicos los resultados oficiales de las elecciones portuguesas
Los resultados ofíciales de las elecciones portuguesas del 25 de abril serán conocidos hoy y el nuevo Parlamento se reunirá en el plazo de diez días. Ayer, los electores de la pesquera localidad de Crestuma, en los alrededores de Oporto, que habían impedido violentamente la realización del acto electoral en dos ocasiones sucesivas, acudieron normalmente a las urnas, aunque bajo protección policial.Las autoridades procedieron el domingo a la eliminación de la causa del litigio: una placa señalando el límite de los territorios de los dos municipios rivales, Crestuma y Lever. Hubo manifestaciones, tiros de carabina y carga de la policía, que provocaron 15 heridos.
Con la publicación de los resultados definitivos y el inicio oficial de las negociaciones entre socialistas y socialdemócratas para la formación del futuro Gobierno, la resolución de la crisis política que se arrastra en Portugal desde diciembre de 1982 entra, finalmente, en su fase activa.
Pero el ambiente, en los medios políticos de Lisboa, dista mucho de ser optimista. Aunque satisfechos por la luz verde dada por la dirección del PSD a Carlos Mota Pinto para entablar negociaciones formales con Mario Soares, los dirigentes socialistas han acogido con sorpresa y bastante indignación las pretensiones formuladas por los socialdemócratas.
Antes de proponer al PSD la formación de un Gobierno de coalición, Mario Soares dijo públicamente que los socialdemócratas no debían esperar conseguir, a través de las negociaciones con el PS, lo que no pudieron alcanzar en las urnas. Los dirigentes socialistas se interrogan ahora sobre el sentido de la exigencia formulada por el Consejo Nacional del PSD de condicionar su participación en el futuro Ejecutivo a la aceptación, por el PS, de una nueva revisión de la Constitución en el capítulo de la organización del sistema económico.
La laboriosa revisión de la Constitución de 1976, concluida en septiembre de 1982, ocupó la mayor parte de las actividades del Parlamento elegido en 1980. A su conclusión se sacrificaron muchas tareas legislativas urgentes. El presidente de la República, a pesar de estar en desacuerdo con algunos aspectos de la nueva ley fundamental, acabó por promulgarla.
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