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Reportaje:Primera visita de un monarca español a Argel / y 2

Argelia aspira a una nueva era de cooperación con España

Argelia recibirá a los Reyes de España con el calor que corresponde al deseo de estrechar relaciones y abrir una nueva era de cooperación entre ambas márgenes del Mediterráneo. Los argelinos piden a España la superación de los resquemores y la apatía del pasado, con el fin de eliminar esa barrera de incompresión política que no ha conseguido remontar la larga convergencia histórica de las relaciones entre el PSOE y el Frente de Liberación Nacional argelino.

"Los españoles no nos han comprendido jamás en toda nuestra dimensión regional. ¿Sabrán hacerlo ahora, cuando vivimos el histórico instante de la reconstitución del gran Magreb árabe?". Esta reflexión de un cuadro del partido único argelino ilustra el sentimiento de decepción, en las esferas del poder, cuando se suscita el tema de las relaciones no sólo ya entre los Gobiernos español y argelino, sino entre las dos formaciones políticas que están en el poder.La Prensa oficialista argelina ha dejado de destilar acusaciones sobre la traición española en el Sáhara occidental, a la que se refiere todavía el Frente Polisario, o la obstrucción del Gobierno español a la liberación del archipiélago canario. Los violentos editoriales de El Mudjahid o Revolución Africana sobre el colonialismo español se han vuelto amarillentos por el paso del tiempo, pero ello no significa que no se reproche a nuestro país la debilidad congénita de su política exterior, sobre todo en el norte de África.

El conflicto del Sáhara occidental ha dejado de ser un contencioso hispano-argelino, aunque desde este lado se considera aún que no ha terminado la responsabilidad de España en el proceso de descolonización de un territorio llamado a figurar en ese gran Magreb árabe que, contrariamente al optimismo de los medios de comunicación de las tres capitales concernidas, avanza lenta y cautelosamente.

La era Chadli

El año en curso es decisivo para establecer un análisis de la, primera magistratura de Chadli Benyedid, que finaliza el próximo mes de febrero.

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En función de los equilibrios establecidos en las zonas de poder, tras haber logrado conservar íntegramente sus atributos presidenciales en la revisión constitucional operada en 1979, el actual jefe del Estado argelino conserva el máximo de posibilidades para ser designado por el Congreso del Frente de Liberación Nacional -que tendrá lugar antes de concluir este año- candidato único en las elecciones presidenciales de 1984.

Bajo la presidencia de Chadli, la diplomacia argelina se vanagloria de haber mantenido posiciones constantes, como son las relativas a un no alineamiento efectivo y una participación activa al lado de los palestinos, en nombre de unos principios de solidaridad que se aplican, asimismo, al problema del Sáhara occidental y a otros problemas de descolonización del continente negro.

Problemas fronterizos

Este deseo de protagonismo ha, sido remodelado, en los últimos años, en función de esa diferente sensibilidad que puede apreciarse, con relación al abanico de intereses en que se debate la política exterior argelina. El gran Magreb árabe representa para los argelinos no sólo contribuir a la estabilización de una si tuación política movediza en los países vecinos, sino propulsar el respeto de sus diferentes trazados fronterizos, verdadera obsesión del régimen actual, por considerar indispensable la precisa fijación de sus límites territoriales.

La primera frontera argelina materializada y reconocida solemnemente como tal, a través de una línea de postes, ha sido con Níger, en enero de este año. Un acuerdo sobre la delimitación del trazado fronterizo ha sido firmado con Tunicia, durante la visita efectuada por Chadli Benyedid a este país en marzo pasado. Otros dos similares se encuentran en preparación, con Malí y Mauritania, tras el tratado de Ifrane, firmado en 1969. En el caso de Libia, los dos Gobiernos no han Regado todavía a ponerse de acuerdo para establecer un tratado de esa naturaleza.

Solidaridad magrebí

De un Magreb al borde de la guerra fría se ha pasado al del interés común y la solidaridad complementaria, con referencias al cúmulo de potencialidades naturales y la comunidad de historia y cultura. Las posibilidades de intercambio son considerables, habida cuenta de que a una opción industrial preeminente en Argeliá, responde el mayor desarrollo agrícola de Marruecos o el de bienes de servicio en Tunicia. Si esa complementaridad trasciende a una integración económica en el futuro, el gran Magreb árabe logrará, por lo menos, verse económicamente unificado.

El Magreb unido, con el apoyo y la bendición popular, debe pasar por una fase de consolidación de los tres países promotores de esa idea: Argelia, Tunicia y Marruecos, para extenderse posteriormente a Libia, Mauritania y la República Árabe Saharaui Democrática (RASD).

Las perspectivas de una solución aceptable para Marruecos y el Polisario se han traducido en algunas esferas diplomáticas por la elaboración de diferentes escenarios. Uno de ellos sería la creación de un miniestado en Saguiet el Hamra, dirigido por el triángulo Aaiún-Smara-Bu Craa, dotado de un cinturón de defensa; permanecería unido a Marruecos. Otro escenario sería la creación de un Estado saharaui federado con el reino alauita, que lo dirigiría en la práctica, o la de un miniestado (reducido a la zona sur del territorio) federado con Mauritania.

Dos hipótesis

La posición de Argelia indica que, en el caso en que un referéndum en el Sáhara occidental desembocara en el mantenimiento de la actual situación, la Administración provisional constituida previamente a los comicios restituiría todas sus prerrogativas a las autoridades marroquíes.

Por el contrario, en la hipótesis de que el referéndum consagrase la opción de la independencia, el problema que se plantearía, inevitablemente, sería reconocer al destinatario de las competencias de la Administración provisional.

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