El episcopado de EE UU ultima una enérgica pastoral antinuclear
Obispos, representantes y senadores parecen haberse puesto implícitamente de acuerdo en Estados Unidos para llevar a cabo una ofensiva pacifista que supone un duro golpe para la estrategia militarista de la actual Administración del presidente Ronald Reagan. Reunidos en la ciudad de Chicago, los obispos católicos norteamericanos ultiman una pastoral que condena el uso de la fuerza nuclear, pide el cese de la producción de armas atómicas y apoya la continuidad de negociaciones para un desarme entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
La Casa Blanca no parece insensible a las presiones actuales contra las armas nucleares. El portavoz Larry Speakes manifestó anoche que el presidente Reagan considera las posibilidades de un cambio en la postura norteamericana en las conversaciones de Ginebra con el propósito de vencer la oposición interior en el Congreso en relación con el proyecto de nuevos misiles MX.Se da por seguro que la resolución antinuclear de los obispos, resumida en una carta pastoral de 150 páginas, será aprobada por el episcopado norteamericano. El documento necesita 192 votos de los 288 obispos católicos estadounidenses para que se convierta en la guía moral de 55 millones de fieles en EE UU. A pesar de las diferencias entre conservadores y liberales dentro de la conferencia episcopal, no progresaron las enmiendas que pretendían moderar el lenguaje de los obispos. Ganarán la partida los obispos progresistas, los jóvenes y los últimos llegados al cargo, denominados en EE UU los obispos de la paz.
El tono de la resolución se decidió, en realidad, a última hora de la tarde del pasado lunes, cuando ganó por amplia mayoría el voto que optó por la palabra alto, en vez de reducción, en el texto relativo a la producción de armas nucleares. La polémica estaba inspirada básicamente entre los dos adversarios más representativos de la comisión de cinco obispos que redactó los borradores iniciales: el obispo liberal de Detroit, Thomas Gumbteton, defensor de la teoría del alto a la producción de armas atómicas y de que "moralmente es injustificable el inicio de una guerra nuclear", y el obispo auxiliar de la vicaría militar de Nueva York, John O'Connor, defensor de la teoría de que "es válida una respuesta nuclear en calidad de autodefensa". El cardenal y arzobispo de Chicago, Joseph Bernardin, matizó que la expresión alto no prejuzgaba la paralización de programas de armamento actualmente en curso en la Administración Reagan, "porque no nos pronunciamos sobre implicaciones concretas".
Problemas para Reagan
El gran perdedor de la ofensiva pacifista de los obispos católicos, que puede inspirar a prelados de otras religiones, es el presidente Ronald Reagan. La cifra de 55 millones de católicos equivale a un número muy respetable de votos potenciales como para que la Casa Blanca ignore la firme denuncia de los obispos católicos contra las armas y contra el riesgo de una guerra nuclear.Pero, además de la oposición de los obispos, Reagan debe prepararse para hacer frente a la casi segura aprobación en la Cámara de Representantes de una resolución que pide a Estados Unidos y a la Unión Soviética "la inmediata congelación mutua y verificable en la producción, desarrollo y despliegue de armas nucleares". Actualmente los miembros más conservadores de la Cámara intentan, desde hace varias semanas, paralizar el voto al inundar de enmiendas el proyecto de resolución demócrata.
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