La abstención
Nos lo recuerdan Villalonga / Chávarri en Bearn, entre ¡da y vuelta de la invasiva Ángela Molina:-No hay otros paraísos que los perdidos.
La abstención electoral (que las somefasas cifran en un cuarenta para las municipales) es el último paraíso miltoniano / baudeleriano, perdido, para los apolíticos, acratillas, pasotas y pasatistas (que aquí coinciden), y que se resumen todos en la versión más fina de "desencantados", según el propio Chávarri, que fue también el que trajo la palabra. Los paraísos de la abstención y el apolíticismo son paraísos tan perdidos como los del opio -¿se han fijado ustedes que el opio está kitsch?-, aunque Ginés Liébana, el retratista genial, que me hace todos los días las lentejas manieristas; de la viudedad, tenga un retrato de Ruano con decoración de flores opiáceas. La abstención, que algunos se toman como "una-concepción-del-mundo", no es sino un paréntesis, una tregua -"Sólo tenemos treguas", decía Ramón-, porque al final la vida, ese travestí esquinero, nos enrolla, nos compromete y nos lía. En Carey saludo a Paco España:
-Ando de gira por provincias con mi espectáculo. En una provincia se me enamoró un señor y me mandaba todos los días ramos de flores. Me costó convencerle de que yo era un hombre como él.
A ver si ahora las provincias, convertidas en autonomías -las autonomías también se votan el día 8-, dejan de confundir a un gran artista del travestismo con Lola Flores. La abstención es eso: un no enterarse o un no querer enterarse. Un dejar la Historia para luego, pero la Historia consta de hechos, y los hechos, como dijera aquel rojo que no conviene nombrar, "son muy testarudos". El absentismo electoral es como el enfermo que se hace los análisis y luego no va a recogerlos, aplazando así el diagnóstico. Yo he ido a por mis análisis y el doctor Ortiz Vázquez me ha dicho que estoy divino, aconsejándome, como mucho, un poco de bicicleta fija. ¿Y qué cosa es el columnismo, mi querido y admirador doctor, sino una bicicleta fija en que el columnista pedalea mucho sin moverse del sitio? A la abstención electoral la llamaríamos cobardía o cinismo si fuésemos unos columnistas rudos. Pero uno lleva casi un cuarto de siglo de bicicleta fija y sabe que el español que se abstiene es un Thomas de Quincey que prefiere sus paraísos artificiales a los purgatorios reales de cada día. Pues hay que purgarse, tíos. Lo cual que Thomas de Quincey escribió un poema sigilosamente plagiado por Borges: aquel que viene a decir que "en mi biblioteca hay un libro que ya no leeré jamás", etcétera. Es una forma de passar. Borges ha passado toda su vida, y por eso no le dan el Nobel. No ha entendido que el Nobel es un premio político. Seamos borgianos, seamos tomasianos -mejor de Quincey que de Tomás de Aquino-, pero pensemos dos veces el tema -que diría Roca- del abstencionismo, porque cuando uno decide no decidir sobre su vida, no es que haya conquistado el tantra, sino que otros acabarán decidiendo por él. María Eugenia, estudiante del Icai, o sea, que va para ingeniero, pese a su cabeza neorromántica, lo tiene claro: "Yo voto al viejo profesor". Y no es una roja precisamente. Es una mujer de diecinueve años que está orientada. No hago campaña municipal y espesa (lo tengo muy repetido aquí), pero cuando TV / Coria, algunos lo veían como un romántico brote de la inventiva nacional. Uno en su modestia condenó el invento. Ahora resulta que Garrigues y sus liberales van a promocionarse mediante emisora pirata. Estas cosas siempre acaban así y hay que estar al loro. Lo que parecía un caso pedáneo, un iberismo de Cela -las televisiones bucaneras y domésticas-, es ya un precedente al servicio de Friedman (del que no se ha hablado, por cierto, en la cosa esa latinoché de Cultura Hispánica), de la libre empresa y del capitalismo salvaje / manchesteriano pasado por Coria. Si es que no falla.
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