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Fregenal de la Sierra, de la decadencia a la esperanza

Rosa Montero

Como Francisco Rodríguez es bajito, más que estar apoyado en la barra del bar parece colgar de ella:-No, no me voy a presentar en las próximas elecciones, porque estoy cansado.No es de extrañar su fatiga. Él es el actual alcalde (ucedeo, por más señas) de Fregenal de la Sierra, en Badajoz, y le tocó vivir las movilizaciones del año pasado, el encierro a 1.000 metros bajo tierra de los vecinos mineros de Cala, la lucha febril por la obtención de la dichosa planta de pellets. Dicen que entonces el alcalde se vio desbordado por los acontecimientos y no supo reaccionar ante esa bomba de solidaridad y desesperación que le estalló en las manos. Todo el mundo se puso en pie de guerra. Incluso los niños incluso las monjas del convento de clausura (uno de los dos conventos de Fregenal), quienes ofrecieron a los combatientes no sólo oraciones, sino también colchones y otros pequeños servicios terrenales y muy útiles.Aquel frenético mes y medio permanece vivo en la memoria de los frexenses, apenas tamizado por una mezcla de orgullo y miedo. Orgullo porque triunfaron. Miedo porque ha transcurrido un año desde aquello y, aunque el Gobierno ha mantenido sus promesas, la planta aún no ha empezado a construirse, ni tan siquiera se han expropiado los terrenos."Estarnos ahora en un compás de espera, con un poco de tensión y un mucho de esperanza".Lo dice Francisco Ceballos, corresponsal de Radio Nacional en el pueblo candidato a concejal por el PSOE, con 18 años gordezuelos y mullidos. Fregenal, que no es un pueblo minero sino avecindado a minas, vive con el futuro puesto en esos 1.200 puestos de trabajo que la fabricación de pellets (pequeñas esferas de hierro concentrado) podría aportar a la zona. De los casi 7.000 habitantes que ahora tiene apenas 500 poseen trabajo fijo. A finales de los años cincuenta había más de 14.000 vecinos y fábricas de harina, de corcho, de muebles. Después las industrias se fueron desmantelando poco a poco y el pueblo fue muriendo. Hoy Fregenal enseña su decadencia, una decadencia no sólo fabril sino también aristocrática: es un pueblo extremeño en blanco y piedra, las calles empinadas, los caserones nobiliarios recordando antiguas grandezas medievales. Zona de latifundioEs zona de latifundio: grandes fincas privadas que se dedican, sobre todo, a la ganadería. Las tierras, que son pobres, siguen perteneciendo a los mismos a los que pertenecieron siempre, a los señores. Pero las cosas han cambiado. Atrás quedaron las casas solariegas llenas de servidumbre, puñados de muchachas a las que apenas se les pagaba su trabajo: bastaban con algunos duros, la manutención y el acuerdo deponerlas en situación de matrimonio, que consistía en regalarles un somerísimo ajuar para la boda. La emigración acabó con todo esto, con la docilidad al señorío: Madrid, Barcelona o Bilbao ofrecían trabajos mejor pagados y una relación laboral menos ambigua, menos teñida de paternalismo. Algunos propietarios arrendaron sus tierras (y, a veces el arrendatario posee usos mas caciquiles que el señor) y se desentendieron de un pueblo que había cambiado demasiado para ellos. Del Fregenal aristocrático apenas quedan hoy tres o cuatro títulos vi viendo aún en el pueblo, como la condesa de la Puebla o el conde de Torres Pilares, que dedica ahora su afición a criar palomas, faisanes y gallinas: 16 razas ha conseguido de estas últimas, entre ellas la gallina más grande del mundo y la más chica.Y mientras el conde vigila el crecimiento de sus criaturas aladas la diáspora regresa. Ya no hay trabajo fuera, y los emigrantes intentan volver a su pueblo. Los jóvenes no emigran (¿a dónde ir?), y la población aumenta de nuevo poco a poco, por imposibilidad de fuga hacia adelante. En Fregenal hay tres escuelas de EGB, un instituto de bachillerato, una escuela de Formación Profesional. Y quizá de un 20% a un 25% de analfabetos reales, casi todos por encima de los 40 años. La escuela de Formación tiene fallos: produce, sobre todo, administrativos condenados al paro, y carece, por ejemplo, de una rama de electricidad, que se necesitará si los pellets siguen en marcha y Fregenal vuelve a crecer.Inquietudes culturales

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El pueblo es un arena porque han levantado el suelo para cambiar las viejas tuberías de agua, reventadas y podridas. Ahora, y por problemas de conducción, Fregenal sólo tiene agua durante seis horas cada dos días. Pero la sequía aprieta y el caudal de los manantiales ha bajado de 50 litros por segundo a 24 litros, en los dos últimos meses. Quizá cuando se acabe la nueva tubería resultará ser obsoleta.

Dos pubs modernos, más de una treintena de bares y tabernas, una discoteca.- No hay muchos sitios más donde divertirse. El único cine, el Coliseo, está cerrado desde hace meses por reforma. De to das maneras, antes sólo tenía sesiones tres días a la semana, fundamentalmente películas porno y westems. Claro que en el pueblo había un cine-club que aprovechaba las instalaciones del Coliseo y proyectaba cosas más interesantes: Hair, El cazador, antiguos filmes de Woody Allen. Porque Fregenal es un pueblo con antiguas inquietudes culturales, con un orgullo por la propia tradición que le ha mantenido a lo largo de la pobreza y del decaimiento. Ahí están, desde hace 20 años, la coral Frexnense y el grupo folklórico Los Jateros. Y ahora se ha creado un grupo de folk y otro de teatro, nuevos. Teatro, claro, no hay. Ni hay un sólo ambulatorio de la Seguridad Social. Eso sí, Fregenal posee una decena de taxis con los cuales se puede alcanzar, en un caso de urgencia, el hospital más cercano: el ambulatorio de Zafra, a 42 kilómetros de distancia.Ahora Fregenal guarda silencio. Es un silencio expectante: los pellets no son la solución definitiva, pero pueden suponer la salida del abandono, de este morir poquito a poco. Lo explica bien Luis Moreno Gamito, de UGT, ferroviario, líder de las movilizaciones del año pasado y candidato a alcalde por el PSOE:

"Es que por primera vez en cuarenta años viene aquí alguien a montar una industria y no a desmontarla".

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Con un PCE mínimo y la UCD retirada y derrotada, Fregenal vive ante las municipales un bipartidismo PSOE-AP y una esperanza común teñida, sin embargo, de escepticismo.

Piensan los frexenses que quizá sea necesario volver a luchar, y, mientras tanto, sobreviven y se otean mutuamente en el paseo, que en realidad no es paseo sino plaza, pero que es donde, los domingos, todo el pueblo se pasea arriba y abajo, esperando que el futuro llegue de una vez a este Fregenal afantasmado.

Cuatro años de ayuntamientos democráticos / 9

Fregenal de la Sierra pertenece a esa zona olvidada de nuestro país que es Extremadura. Pero Fregenal protagonizó el año pasado, junto a los vecinos pueblos de Cala y Jerez de los Caballeros, una solidaria y espectacular batalla por la obtención de una planta de pellets que podría sacar a la región de su decadencia. Aristocrático, empobrecido y fantasmal, Fregenal vive ahora de la espera, no exenta de ese escepticismo de quien tiene a sus espaldas un pasado duro, una dificil experiencia.

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