Thatcher acaricia la idea de adelantar a junio las elecciones generales en Gran Bretaña
Con los primeros brotes de la primavera ha llegado también a Londres un agudo ataque de fiebre electoral. En medios financieros, políticos y periodísticos de la capital británica no se habla de otra cosa que de elecciones generales anticipadas, posiblemente para finales del próximo mes de junio. La primera ministra, Margaret Thatcher, se divierte alentando los r ores, pero reserva su decisión hasta conocer el resultado de las elecciones locales, que tendrán lugar el próximo 5 de mayo. El principal partido de la oposición, el Partido Laborista, figura en todos los sondeos a una gran distancia de los conservadores.
El mandato electoral de Margaret Thatcher finaliza en mayo de 1984. Nadie, cree, sin embargo, que la primera ministra vaya a apurar los plazos. Hasta hace pocos días las fuerzas estaban divididas entre quienes defendían junio y quienes creía que había que esperar hasta octubre. En las últimas horas, el grupo favorable a junio se ha visto incrementado con figuras de peso dentro del Partido Conservador, como el ministro del Tesoro, sir Geoffrey Howe, y el ministro del Interior, William Whitelaw. El ministro de Asuntos Exteriores, Francis Pym, continúa defendiendo octubre, pero los mal pensados afirman que lo hace sólo porque sabe que Margaret Thathcer no le incluirá en su próximo Gabinete, si gana las elecciones.Objetivamente, junio ofrece muchas ventajas. La primera es de índole económica. Según los cálculos de sir Geoffrey, la inflación, que se mantuvo el pasado mes de marzo en sólo un 4%, la cifra más baja desde hace 15 años, volverá a subir a partir de finales de verano, al igual que el índice de desempleo, que superará en el próximo. otoño los 3,5 millones de parados.
Políticamente, el análisis es también favorable al mes de junio. La guerra de las Malvinas, de la que se acaba de cumplir el primer aniversario, hizo subir espectacularmente la popularidad de Margaret Thatcher, que se encontraba por los suelos poco antes de que los generales argentinos tuvieran la ocurrencia de invadir el archipielago. Sin embargo, los efectos de la guerra se van diluyendo y Thatcher ya no mantiene la diferencia de 21 puntos sobre el Partido laborista que alcanzó en los sondeos del pasado mes de febrero. Las últimas encuestas le dan una mayoría de 11 puntos. No es extraño, pues, que los candidatos conservadores a escaños de atribución dudosa la presionen para que no espere más. "Una semana en política es muchísimo tiempo", decía el antiguo primer ministro laborista Harold Wilson; "varios meses", dicen ahora los posibles diputados conservadores, "es una eternidad".
Miedo de la oposición
Frente al nerviosismo de sus co legas y el miedo de la oposición, la primera ministra se dedica tranquilamente a preparar sus armas sin desvelar el programa de la batalla. "Margaret Thatcher ha abierto la precampaña electoral sin haber decidido aún cuándo va a convocarnos a las urnas", comentan, irritados, los portavoces laboristas. La primera ministra acudió la semana pasada a los populares almacenes Marks and Spencer, equivalentes al Sepu madrileño, para charlar con las vendedoras y con el público. Vistiendo un traje de chaqueta comprado en esa misma tienda -le gusta presentarse como el paradigma de la clásica madre de familia inglesa-, Margaret Thatcher afirmó"Ningun general revela al enemigo los planes de la batalla".
Si la fecha de la convocatoria es aún una incognita, no lo son los puntos claves sobre los que Thatcher montará su campaña. La primera ministra aprovechó días pasados una entrevista radiofónica para hacer un encendido elogio de los "valores victorianos". Sorprendiendo hasta a sus propios admiradores, Margaret Thatcher reivindicó la vuelta a la sociedad de finales del siglo pasado, cuando Gran Bretaña era aún un imperio: "Yo fui educada en los principios victorianos: no gastes más de lo que tienes o pidas prestado más de lo que puedes devolver rápidamente, no dejes que se amontonen las facturas, compara los precios antes de comprar nada, lee la letra pequeña y préstale su valor al dinero".
Preocupante incertidumbre
La incertidumbre en la que Thatcher mantiene al país ha empezado a preocupar a sus propios colegas del Partido Conservador. Thatcher, afirman portavoces tories, tiene que decidir antes de tres semanas, o si no, perderá la imagen de "mujer resuelta y decidida" que le hace ganar votos. La oposición laborista ataca por ese flanco: "Si la señora Thatcher convoca elecciones en junio, será porque teme llegar al término de su mandato y prefiere huir hacia adelante", le espetó en la Cámara de los Comunes el número dos laborista, Denis Healey. Por primera vez, Margaret Thatcher perdió los nervios: "Estáis aterrorizados, aterrorizados, aterrorizados", gritó con cajas destempladas; "tembláis de miedo, eso es lo que pasa". El periódico progresista The Guardian respondió: "Una verdulera en la Cámara".
La primera ministra tiene posiblemente razón en una cosa: unas elecciones en junio impedirían al Partido Laborista continuar su labor de recomposición interna. Los laboristas han conseguido recuperar algo sus fuerzas, muy mermadas tras la guerra de las Malvinas, y tratan de obtener el apoyo incondicional de los sindicatos, pero arrastran una crisis que todavía no han podido resolver. Los últimos sondeos indican, sin embargo, que los laboristas lograrían un resultado honorable.
"Los continuos rumores sobre la fecha de las elecciones me hacen recordar la vieja canción Maggie May, Maggie may not" , bromeó Margaret (Maggie) Thatcher ante los miembros de la influyente Confederación de la Industria Británica. Los empresarios se quedaron helados al oír de labios de la victoriana primera ministra una tonadilla que cuenta la desgraciada vida de una prostituta de Liverpool. Thatcher guiñó un ojo y añadió, pletórica de confianza: "Cuando llegue el momento lo decidiré. En cualquier caso, voy a ganar".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.