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Reportaje:

Los 'francotiradores' españoles en Arabia Saudí

Pocos éxitos y numerosos fracasos de las empresas nacionales en el primer país exportador de petróleo del mundo

La "escasa agresividad comercial" de las empresas españolas que operan en el reino de Arabia Saudí, recientemente criticada por Sulaiman Abdul Aziz al Sulaim, ministro saudí de Comercio, es una regla general con algunas brillantes excepciones. Al lado de varios estrepitosos fracasos de empresas que aceptaron realizar obras cuya envergadura superaba sus posibilidades o que incurrieron prácticamente en la estafa, otras, las menos, se han abierto tenazmente camino en el competitivo mercado saudí, consiguiendo contratos envidiados por la competencia extranjera. Un enviado especial de EL PAÍS estuvo recientemente en el reino saudí. El líder de las empresas españolas instaladas en Arabia Saudí es, sin lugar a dudas, la sociedad española de ingeniería Técnicas y Proyectos (TYPSA), que, tras batallar con más de un centenar de empresas extranjeras, logró que se aceptara en 1978 su proyecto arquitectónico para lo que su delegado en Riad, Manuel Gómez Anuarbe, califica de "mayor construcción que se está actualmente realizando en Arabia Saudí": la universidad islámica Imán Mohamed Ben Saud.

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Un enorme déficit comercial español

A una decena de kilómetros de la capital saudí, pero ya en el desierto, los ingenieros, aparejadores e ingenieros de Typsa supervisan las obras que llevan a cabo 3.500 obreros empleados por dos constructoras surcoreanas.Dentro de cuatro años, fecha en la que la obra deberá estar acabada, 1.465.000 metros cuadrados de área académica y zonas residenciales para 30.000 personas habrán sido construidas y Typsa habrá ingresado en nueve años cerca de 14.000 millones de pesetas sobre un total de 270.000 millones desembolsados por el Estado saudí para la construcción del mayor centro de enseñanza del mundo islámico.

Los 50 trabajadores de Typsa y sus familias constituyen el principal contingente ele la colonia española en Arabia Saudí, que incluyendo los empleados españoles de empresas occidentales ronda las 1.500 personas muy inferior en número a la norteamericana, unas 120.000 personas, o incluso a la de algunos pequeños países como Holanda, que cuenta en el reino saudí con unos 10.000 nacionales.

Pero Typsa, cuyos trabajadores cualificados no pagan alquiler y ganan alrededor de unos 12.000 riales mensuales (465.000 pesetas), no emplea sólo a ciudadanos españoles, sino también a británicos e indios, porque, señala Gómez Anuarbe, "es dificil encontrar en España a ingenieros de caminos y civiles, electricistas y arquitectos con años de experiencia y que además sepan bien inglés".

Carestía de la vida

El antiguo embajador de España en Yeda, Manuel Sassot, ahora director general de África y Asia en el Ministerio de Asuntos Exteriores, recuerda aún su vergüenza ajena cuando invitaba a cenar en la, embajada a hombres de negocios saudíes y empresarios españoles cuyo desconocimiento linguístico del inglés le obligaba a actuar de intérprete. Las anécdotas sobre los exportadores españoles llegados al reino saudí sin la menor noción del idioma de Shakespeare y, por supuesto, sin un intérprete árabe-español, abundan. Es inútil precisar que no hicieron grandes negocios en Arabia Saudí.

A pesar de la carestía de la vida en un país en el que todo se importa -la cesta de la comida asciende mensualmente para una familia de cuatro personas a unas 150.000 pesetas-, la elevada remuneración, que les permite ahorrar casi la mitad del sueldo, es la principal compensación para los española a su destierro dorado en el.primer país exportador de petróleo.

Pero el elevado salario no es para todos el único aliciente. José Ramón González Pachón, ingeniero de Puentes y Caminos de Typsa, -sostiene que "es especialmente excitante trabajar aquí, porque en Europa, donde está ya todo construido, no se hacen proyectos de tal envergadura".

"Además", añade ilusionado González Pachón, "trabajar aquí significa resolver toda una serie de problemas inusitados e interesan tes desde un punto de vista huma no y profesional cuando, por,ejemplo, el contratante saudí descubre que hay un grado de desviación en la orientación de la mezquita de la universidad hacia La Meca o que resulta feo que los retretes estén dirigidos hacia la ciudad santa".

El aíslamiento españolEl desconocimiento del inglés idioma usual no sólo de trabajo sino de relaciones sociales entre occidentales residentes en Arabia Saudi, explica el aislamiento de gran parte de la colonia española allí afíncada, que vive cerrada sobre sí misma en sus cómodos pisos, en torno al vídeo, principal distracción en un país en el que los videoclubes son tan numerosos como los estancos en España y en el que no existen cines ni cafeterías -la venta y el consumo del alcohol están rigurosamente prohibidos- y la televisión local en árabe transmite fundamentalmente pro gramas de carácter religioso.

Curiosamente, los 18 trabajado res catalanes, mas políglotas y cosmopolitas, reagrupados en torno a la empresa barcelonesa Garden Park, de jardinería y proyectos agrícolas, están más integrados en la vida social de Riad y no padecen tanto esa morriña que hace estragos entre los meseteros.

Quizá las que peor lo pasen en el El dorado del oro negro sean sus madres, a quienes el rigor islámico wahabita les impide trabajar, les prohíbe conducir y las obliga a llevar por la calle, a donde sólo deben salir acompañadas por sus respectivos maridos, un hábito negro denominado abaya, cuyo uso en el exterior se encargan de hacer respetar los mutawas (policías religiosos musulmanes).

Las diez azafatas españolas que acompañaron a la feria comercial española, patrocinada por el Instituto Nacional de Fomento a la Exportación (INFE), que se celebró en Riad a principios de marzo, tuvieron que salir del país al cabo de 48 horas, cuando aún quedaban cuatro días de feria, porque a pesar de que el Estado saudí les hubiese dado un visado de entrada, un mutawa conmino a sus empresarios a que las mujeres dejasen inmediatamente de trabajar.

Para aquellos suscritos por correo a publicaciones españolas un censor impregnado de rigorismo islámico se habrá encargado de evitarles tentaciones arrancando, antes de que lleguen a sus manos, las páginas con publicidad de ropa interior o bañadores fememinos y también, por supuesto, toda aquella de líquidos alcohólicos.

Otros que tampoco se divierten excesivamente son los solteros o aquellos que por deseo propio o por imposición de la empresa han dejado a su familia en España. Por haber intentado amenizar su estancia infringiendo la ley seca que impera en el reino saudí y haber bebido en su piso, seis días antes de marcharse definitivamente del país, un vino de fabricación casera, Antonio López Deblás, un fontanero de Samasco, sociedad española dedicada al mantenimiento industrial, está encarcelado desde el pasado 11 de marzo en el penal de Malaz. Por si esto fuera poco su empresa le despedió como le obligaba a hacerlo en ese caso la legislación laboral saudí.

Después de Typsa, Garden Park es probablemente la empresa española que mayor volumen de negocios realiza en el reino saudí a través de una serie de pequeños contratos de gestión de fincas agrícolas, construcción de jardines como el de las oficinas del rey Fahd ibri Abdul Aziz Al Saud y... creación de paisajes artificiales ,verdes en medio del desierto.

Detrás vienen Samasco, perteneciente al Grupo Eulen, especializado en el mantenimiento y la limpieza industrial, Al Andalus, empresa dedicada a la decoración, Agriespasa, que realiza. también proyectos agrícolas, y Fomento de Obras y Construcciones, cuyo res

Los 'francotiradores' españoles an Arabia Saudí

ponsable, Isidre Savaté, después de haber analizado durante varias semanas la composición de las basuras de Damman, la cuarta ciudad del país con medio millón de habitantes, espera ahora conseguir un fabuloso contrato para la recogida de sus desperdicios.

Paciencia y tenacidad

Hacerse un hueco en el mercado saudí, como recalca la guía práctica de los negocios en Arabia Saudí, editada en Londres por el Middle East Economic Digest, requiere paciencia, tenacidad y una buena dosis de adaptación.

Joan Dedeu, director de Garden Park, recuerda aún su desconcierto cuando hace cuatro años empezó a recorrer los pasillos de los ministerios para tratar de obtener sus primeros contratos y "negociaba en sus amplios despachos con altos funcionarios saudíes que abordaban todo tipo de temas antes de llegar al grano e interrumpían la conversación en numerosas ocasiones para intercambiar algunas parrafadas con todos aquellos huéspedes que se habían introducido en la habitación, cuya puerta permanecía abierta como invitando a entrar a todos aquellos que pasaban por delante".

Los árabes, y especialmente los saudíes, acostumbran a hablar de negocios en despachos-salones, engullendo grandes cantidades de café y de té, y más aun que la reputación o la solvencia de la empresa a la que representa su interlocutor, lo que en última instancia suele decidirles a echar una firma al pie del contrato es el contacto personal y la confianza que le inspira el señor que tienen enfrente.

Hacer fructíferos negocios con súbditos saudíes conlleva, a veces, insospechadas servidumbres. Un exportador catalán, que prefiere permanecer en el anonimato, se acuerda como, dos de sus clientes saudíes le pidieron el pasado verano en Barcelona, al término de una sesión de trabajo, que les proporcionase mujeres para pasar la noche en su suite del hotel. Y entonces empezó para el exportador otra negociación en un conocido pub de la calle Muntaner con señoritas que se mostraron encantadas con la perspectiva de ser pagadas en riales saudíes.

En contra de lo que se podía esperar, la obtención de contratos por empresas españolas no ha acarreado, en varios casos, contratación de bienes de equipo made in Spain, a pesar de que Typsa, por ejemplo, previó en su proyecto arquitectónico emplear un material de construcción cuyas características coincidían frecuentemente con las del que se fabrica en España. "Al ser española la dirección de obras, los saudíes son reticentes a ue, cuando subcontratamos, arrimemos el ascua a la sardina", observa González Pachón.

La culpa de la escasa utilización de productos españoles no es siempre imputable a los contratantes saudíes. Joan Dedeu se acuerda perfectamente de cómo hace tres años necesitaba comprar por valor de 17 millones de pesetas para una obra realizada por Garden Park unos complejos tubos perforados de riego que sólo fabricaba una empresa valenciana, Riegoplas, y otra norteamericana de Michigan, Hiloscape.

De paso por Barcelona, Joan Dedeu solicitó por teléfono a la sociedad valenciana que le enviase catálogos, especificaciones y precios de los tubos, pero formuló su petición en vísperas de un puente y ningún responsable de Riegoplas se mostró dispuesto a desplazarse hasta la Ciudad Condal, limitándose a enviarle fotocopias "cochambrosas" de un catálogo.

Algo desilusionado por esta actitud, Joan Dedeu, de regreso a Riad, llamó a Hiloscape, en Estados Unidos, que con tal de vender los famosos tubos desplazó inmediatamente a uno de sus directivos a la capital saudí. La empresa estadounidense, obviamente, consiguió el contrato.

Dedeu y los otros empresarios, "francotiradores en Arabia Saudí", como les gusta definirse a los hombres de negocios españoles afincados en el reino saudí para demostrar que trabajan contra vientos y mareas sin casi ningún tipo de apoyo y asesoramiento oficial, tienen muchas Otras anécdotas de esta índole que contar, sobre todo concernientes a empresas del Instituto Nacional de Industria (INI), pero -insisten- "preferimos que no se publiquen porque mal que bien seguimos trabajando con ellas y nos podría perjudicar".

Quejas de los exportadores

El incumplimiento de los contratos, como en el caso de la empresa zaragozana Nonay Gil Hermanos dedicada a la exportación de plantas y viveros y acusada por los saudíes de emisión de cheques sin fondos, perjudica a la imagen comercial de su país de origen.

Si los empresarios españoles no pueden quejarse -en algún que otro aso del respaldo oficial del que gozaron, esta actitud es más bien una excepción y no una norma. Pablo Bueno, director general de Typsa, la empresa española que tiene el mayor contrato en Arabia Saudí, lamentaba en una entrevista publicada por Noticias de la ingeniería y consultoría española cómo le fue difícil encontrar al principio la necesaria financiación "porque ni los bancos ni las entidades de crédito oficial conocen las ingenierías, hasta el punto de que no les suponen ningún tipo de garantías".

Parte del dinero necesitado por Typsa para llevar a cabo el proyecto sólo pudo ser conseguido mediante avales personales de sus consejeros.

A pesar del esfuerzo de su titular, Juan Antonio Peláez, la agregaduría comercial española en Yeda carece, por otra parte, de medios humanos y materiales, comparada incluso con la de otros países europeos como Suecia, que tienen un menor volumen de intercambios con Arabia Saudí.

El Estado español abrió tarde su Agregaduría Comercial en el reino saudí -en 1977, cuatro años después de que empezase el boom del petróleo y cuando ya todos los demás países industrializados poseían tales oficinas en Yeda-, y ahora se reproduce una situaciónsimilar al carecer España de representación 0mercial en Riad, principal, centro de poder y donde están instaladas la mayoría de las emprésas españolas que operan en el país.

Holanda, por ejemplo, país con un volumen de negocios sólo algo superior al de España, cuenta desde hace tiempo con una oficina en la capital de Arabia Saudí. "Nosotros en Riad nos sentimos un poco huérfanos", comenta un hombre de negocios español.

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