Sevilla y su bula

No es por denunciar el conformismo de los sevillanos pero hay que preguntarse si la Maestranza tiene bula para que en esta plaza apenas se cumpla el reglamento taurino. En otras, la autoridad es más severa. Por ejemplo, en la cuestión de los manguitos que, fraudulentamente, colocan a los caballos de picar, y en el trapío de los toros.En Madrid, por ejemplo, han erradicado casi totalmente la corruptela de los manguitos, y el toro suele salir íntegro, de pitón a rabo.

Años contemplando un toro

En Sevilla llevamos años contemplando ese toro recortadito que allí gusta -y está bien que guste- pero que desfallece, cae, no sirve para la lidia, y, por si fuera poco, lo pican -más bien lo hacen picadillo- desde lo alto de un percherón amurallado ante el que sufre la res carnicería, humillación y derrota.

El escenario es una delicia, envidiable la receptividad del público para el arte, y maravillan los famosos "silencios de la Maestranza" (sobre todo si se les compara con las voces que pegan otros públicos, y la santa indignación que les entra, simplemente por la cojera de un toro), pero no basta todo ello para justificar esa apariencia de inhibición de la autoridad sevillana, la cual conduce a que el espectáculo -que es de pago, y muy caro- pueda llegar a convertirse en caricatura de sí mismo.