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Indignación en la RFA por el tráfico de productos contaminados

, Continúa sin saberse el paradero de las seis toneladas y media de residuos con dioxina de la catástrofe de Seveso, por lo que médicos de la República Federal de Alemania han pedido que se boícoteen los productos del laboratorio suizo Roche. Los verdes han presentado querella criminal en Dusseldorf contra desconocido y las empresas presuntamente implicadas en el transporte y desaparición de los residuos, "mil veces más venenosos que el cianuro potásico".La revista alemana Stern publicó ayer que el transportista francés Bernard Paringaux se niega a revelar el paradero de los bidones con dioxina porque ha recibido un millón de dólares (135 millones de pesetas) por su silencio.

En la República Federal de Alemania continúa la búsqueda. Al mismo tiempo que crece la indignación por la desaparición de la dioxina de Seveso, varios países europeos y toda una entramada jungla de empresas aparecen implicadas en el escándalo de la desaparición del material altamente venenoso.

En septiembre de 1982, un camíón cargó 41 bidones con seis toneladas y media de la tierra envenenada de Seveso y las transportó bajo misteriosas circunstancias a Francia. A fines de marzo pasado, las autoridades francesas confirmaron unas informaciones de que este material había atravesado la frontera francoitaliana y fue transportado después al extranjero.

La empresa suiza Roche, propietaria de la fábrica de Seveso, asegura que el destino de la dioxina lo conoce la Mannesmann italiana, filial de una de las grandes empresas alemanas en Italia. La Mannesmann dice que entregó el material venenoso a un transportista francés, Paringaux, que se comprometió a deshacerse del material sin decir dónde, y sólo presentó un acta notarial de que los residuos venenosos se encontraban debidamente enterrados fuera de Italia.

Las declaraciones oficiales francesas de que los residuos habían sido transportados a la RFA provocaron la indignación de la opinión pública. El secretario de Estado en el Ministerio del Interior, Guenter Hartkopf, comentó que la forma de actuar de los italianos al deshacerse de los residuos es "una condenada marranada, por decirlo de una forma suave". En Bonn, la búsqueda de la dioxina no dio fruto alguno. La sospecha de que los residuos pudiesen haber atravesado el telón de acero en dirección a un depósito en la República Democrática Alemana no se confirmó. Las autoridades de la RDA negaron que, a cambio de divisas fuertes, se hubiesen hecho cargo de la dioxina. Los portavoces del Gobierno federal en Bonn tienen que reconocer un día tras otro que no saben nada del paradero de la dioxina.

La indignación en la RFA es comprensible. Los verdes denunciaron ayer en una nota que los residuos venenosos pueden estar enterrados bajo una indicación falsa en cualquier depósito de la RFA, y advierten contra el peligro de cáncer, daños genéticos y otros males de un producto "mil veces más venenoso que el cianuro".

Esta indignación ante la dioxina de Seveso trajo a la luz que en la RFA existen otros depósitos de dioxina con cantidades muy superiores a las seis toneladas y media de Seveso. El Gobierno del Estado federado de RenaniaPalatinado reconoció que entre 1969 y 1972 hubo allí almacenados residuos de la empresa Boehringer, que luego fueron quemados en alta mar o transportados a otros depósitos en la Baja Sajonia.

Médicos de la república Federal de Alemania apelan a boicotear los productos Roche y los verdes presentaron querella criminal contra los implicados.

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