Los 'apestados' vascos
Hay un tema al que no por mediovasco (toda la familia materna es montañesa y astur y la otra media vasca) puedo dejar sin respuesta. Se trata de un comentario del director de un diario de difusión nacional en el que se defiende la existencia de un gueto con los vascoseparatistas. El intrépido J. R. pontifica que muchos vascos sufren de una enfermedad moral que él asimila a "los apestados", y los cuantifica en unos 150.000 vascoindependentistas. Pero ese cálculo es erróneo: 150.000 votantes arrastran a otros que todavía no tienen edad de votar. Y junto a los correligionarios de Herri Batasuna (HB) habría que sumar a muchos -o la totalidad- de Euskadiko Ezkerra (EE) y la línea sabiniana del PNV.¿Calculamos que, entre todos, son más de un millón? Ello equivale a un tercio de la población de Euskalerría y a no menos del 45% de las personas que son hoy ciudadanos del País Vasco, dada la alta inmigración que se produjo tras 1960.
Por consiguiente, casi la mitad de la población que hoy habita en el País Vasco estaría afectada por la peste y tendría que ser segregada y puesta en cuarentena, según el recitado director madrileño.
No estoy con HB, tampoco con EE y menos con el PNV (Partido Nacional Vaticanista, único partido político confesional del Estado español). Pero resulta que el director de esa publicación preconiza que los vasquistas deberían ser considerados apestados y puestos en cuarentena. Es decir, sumidos en un inmenso campo de concentración o gueto, tipo Varsovia. Deja implícito el referido director si con esos vascos recalcitrantes habría que aplicar la solución final hitleriana de cara a los judíos, gitanos y otra gente de mal vivir, o darles una oportunidad nacionalsindicalista, que para ello es la española, de ser recuperables si se convierten a la fe: serían los vascoconversos, los nuevos judeoconversos de nuestro medioevo. Es decir, personas y medios que reclaman la libertad (de expresión, de conciencia, de autodeterminación moral y personal, etcétera) se nos manifiestan como partidarios, a la vez, de castrar toda posibilidad de ser libres: libres de escoger su presente y su futuro.
Un ser humano del siglo XX, casi del siglo XXI, preconiza la resurrección de la etapa medieval. Aquella época en que a los leprosos, a los apestados, se les encerraba en guetos donde murieran y luego el fuego purificador les redujese a cenizas, haciendo que el mal se purificase.
Algunas vuelan sobre el nido del cuco vasco. Yo, como montañés de origen paterno euskaldun, recuerdo el refrán de mi tierra montañesa (eso de cántabra es un invento autonómico) que reza: "Montañesuco, en tu tierra canta el cuco".
Hay que buscar un culpable y dividir a la sociedad española entre buenos y malos. El artículo que comento podría firmarlo Himmler sin ascos ni aspavientos.
Todavía esta tierra denominada España (Hispania) desde etapas precristianas se sigue dividiendo en dos. Se oculta vergonzosamente que la unidad de España jamás se logró, porque Portugal fue excluido.
El pueblo vasco -si prosperasen las ideas del director innominado- sería hoy lo que fue el pueblo judío, o el gitano, para los nazis. Estamos ante unas personas que jamás serán demócratas. Porque la democracia no es sólo el respeto a la voluntad popular mayoritaria, sino el respeto a las minorías que disienten. La democracia no es exterminar a las minorías, ni integrarlas, sino respetarlas. (Y esto no quiere decir que haya que respetar a los etarras, pero sí a la expresión democrática del pueblo vasco, sea cual fuere su signo y señal.) España no es sólo una unión o ayuntamientos de pueblos distintos. España, si alguna vez lo fuera, será la unión de las diferencias, y jamás el encuentro violento entre ellas. /
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