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El té con leche, responsable del robo de los 1.400 millones ocurrido en Londres

Soledad Gallego-Díaz

La culpa del mayor robo registrado en la historia de Gran Bretaña (1.400 millones de pesetas) la tiene la costumbre inglesa de tomar té con leche. Los ladrones pudieron entrar en el edificio del Security Express, apodado Fort Knox en el mundillo de la City londinense, cuando el único guardián abrió la puerta, a las siete de la mañana para recoger el medio litro de leche que, como todos los días, acababa de dejar el lechero.

Han pasado más de 48 horas, y la famosa Escuadra Volante de Scotland Yard, especializada en grandes robos, no parece tener ninguna pista. Los interrogatorios de los empleados de la empresa de seguridad -que fueron inmovilizados por los ladrones uno a uno según iban llegando- han permitido establecer que los atracadores conocían muy bien el edificio y las costumbres del guardia nocturno, que les gusta el vino tinto y el vermú y que tienen un cierto sentido del humor. Botellas vacías, termos con restos de café negro y papeles que envolvían bocadillos constituyen el único rastro visible de sus casi seis horas en el edificio.

Los empleados no vieron nunca sus rostros porque los tenían tapados, unos con pasamontañas y otros con divertidas caretas de mono. Parece probado que la banda estaba integrada por seis hombres.

Los puntos principales siguen siendo, sin embargo, una incógnita. ¿Cómo lograron salir con unos sacos que pesaban varias toneladas? Los atracadores dejaron detrás de sí otro millón de libras (200 millones de pesetas) en monedas, porque el peso era excesivo, pero los siete millones de botín que se llevaron, en billetes usados de 5, 10, 20 y 50 libras, pesan, dicen los expertos, entre cuatro y cinco toneladas. Para trasladarlos hasta el patio contaron con las instalaciones del edificio -carretillas hidráulicas y ascensores especiales-, pero, una vez en el patio, necesitaron, al menos, dos camiones.

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