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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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¿A que fuimos a Nueva Delhi?

El español de a pie, a quien se le atribuyen las mayores ignorancias y sabidurías sobre lo que pasa en España, y los espáñoles de a caballo y los de Mercedes (Benz) siguen sin entender, aún hoy, por qué el Gobierno español se gasta el dinero en enviar a un alto funcionario, con una delegación, a una conferencia de unos países con los que no tenemos nada en común, a una ciudad con la que nunca hemos tenido nada que ver y con unos problemas con los que los españoles de a pie, caballo y Mercedes no se sienten, ni se han sentido nunca identificados.Y como el razonamiento no queda claro, se abre paso a la avalancha de preguntas tales como ¿eres tercermundista o prooccidental?, ¿prooccidental o neutralista?, ¿racista o antirracista?, y al final, como siempre, ¿facha o progre? Y ante estas preguntas, la seríe de explicaciones insuficientes que alimentan cada día nuevas preguntas. ¿No eran los socialistas neutralistas?, ¿por qué dicen que son respetuosos con la OTAN? Me abstengo de realizar aquí las múltiples combinaciones de interrogantes que pueden llegar a límites insospechados. En las tertulias de Malasaña se puede oír: "Joé, macho, son neutralistas de izquierda", por no decir algo que rime y malsonante.

Pero mi intención no era discurrir por el lado polémico, que ya nos están diciendo todos los días que somos occidentales, por si alguien tenía alguna duda al respecto.

De lo que se trata'ahora es de dar unos datos que ayuden a comprender por qué España ha llegado a ser invitada a la Conferencia de los Países No Alineados de Nueva Delhi. Para ello no hay que recurrir a los textos firmados ni en Delhi, ni en Bandung, ni en La Habana. A las reuniones internacionales se puede ir de muchas maneras, como a los congresos internacionales. Se puede ir a imponer, o tratar de imponer, una tesis, por condescendencia, por obligación y hasta por turismo, aunque se debiera ir por interés. Decir que acudimos a la conferencia porque estamos en sintonía con el Movimiento (No Alineado) en una derlaración de amor impropia de la política, donde ni los reyes se casaban por amor y siempre se han casado por intereses.

Luchar contra el terrorismo

A la Conferencia de los No Alineados de La Habana de 1979, España acudió por interés. Interés que no era el momento de publicar, pero por interés. Todo el mundo que haya vivido los años de la transición política en España, o seguido el proceso desde el extranjero, recordará que había unanimidad para admitir que los riesgos de involución del sistema podrían producirse si la tensión terrorista en el País Vasco no era controlable. Quienes con algún grado más de dedicación política tuvieron la paciencia de seguir los debates parlamentarios, recordarán que la oposición, de derechas y de izquierdas, tomaba ventaja atacando al Gobierno por su falta de capacidad para reducir la acción terrorista. El Gobierno aguantaba como podía los despropósitos y acusaciones. En aquellos tiempos no contaba el Gobierno con los recursos suficientes para garantizar nuestra seguridad, y la debilidad del Estado debía ser tapada para no ofrecer un flanco abierto a las acciones desestabiliz adoras de la derecha y de la izquierda violentas. Esta responsabilidad la asurnió Suárez, y pagó alta prenda ante su electorado y la opinión pública, pero se salvaron el Estado y el sistema.

Las informaciones en poder del Gobierno, buenas o malas, en todo caso escasas, ponían de relíeve que algunos países miembros del Movimiento No Alineado podían estar prestando su apoyo, directo o por vía interpuesta, a los, grupos terroristas. La acción dipliamática se puso al servicio de laseguridad nacional y desplegó su acción en el frente cubano, etíope, palestíno, argelino, libio, yemení, a la búsqueda de un diálogo que hiciera sensibles a estos países ante nuestro problema fundamental de seguridad nacional y de consolidación de la democracia. En este marco aparece España por primera vez en la Conferencia de los No Afineados de La Habana.

Cuanto se dijo después, en ocasiones por desinformación o intencionado acoso al Gobierno, no tuvo nunca en cuenta este planteamiento. Desde aquella perspectiva sí era comprensible y justificada la maniobra política de Adolfo Suárez. También era comprensible para los países occidentales la explicación de que siendo occidentales, por naturaleza y definición políticas, se justificaba nuestra especial relación con el Movimiento de los No Alineados. Los occidentales estimaban que esta relación podía ser quizá beneficiosa para España, si con ello se cubrían los objetivos mencionados de seguridad y consolidación democrática, pero además dejaron traslucir que era igualmente interesante para los propios occidentales que se abriera un camino de diálogo con algunos países con los que éste había sido dificil, cuando no imposible. Léase el caso de la OLP, Cuba, Irak, etcétera.

Quizá haya habido en la asistencia por segunda vez a la Conferencia de los No Alineados de Delhi razones profundas, razones de seguridad, razones de Estado, quién sabe qué buenas razones; pero ceñirse hoy a justificar nuestra presencia en Nueva Delhí sobre la base de solidaridad y concordia de planteamientos planetarios, es mantener abierto el camino para la polémica occidentafl smo-neutralismo, y dar lugar a declaraciones siempre sorprendentes sobre nuestra vinculación occidental, mezclando las relaciones EsteOeste, con un componente no siempre clarificador.

Dicho esto, creo que es normal que la gente se pregunte con toda sencillez: ¿a qué hemos ido a Nueva Delhi?

Alberto Aza es diplomático. Fue consejero del ex presidente Adolfo Suárez.

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