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Los pescadores lusos del Guadiana, a favor de negociar con España

Los armadores y pescadores portugueses del Guadiana quieren que se desbloquen las negociaciones sobre un acuerdo provisional de pesca entre los Gobiernos de Lisboa y Madrid.

Este sector, el más afectado por la suspensión de las licencias de pesca entre los dos países, que lo condena a la inactividad desde el 1 de enero, se han distanciado públicamente de los demás armadores y pescadores lusos, que al afirmar la pasada semana "no estar interesados por la perspectiva de volver a faenar en aguas españolas", animaron al Gobierno de Lisboa a mantener una actitud de intransigencia en relación al Gobierno de Madrid.

Los armadores del Guadiana consideran que la parte española ha hecho una concesión "razonable y suficiente" al aceptar la reducción, en el marco del acuerdo provisional destinado a renovar, hasta la reanudación de las negociaciones formales, en el próximo mes de septiembre, la mitad del número de licencias anteriormente otorgadas a embarcaciones de pesca españolas para faenar en aguas portuguesas.

Portugal busca negociar un acuerdo interno de 400 a 500 millones de dólares para hacer frente al servicio de su deuda exterior. El Gobierno de Lisboa no dispone de recursos propios para hacer frente a los pagos que debe efectuar hasta el próximo mes de junio, en amortizaciones e intereses, y trata de obtener los medios necesarios en el mercado financiero internacional.

La coyuntura mundial, la perspectiva de un cambio de Gobierno en Lisboa después de las elecciones legislativas del 25 de abril próximo y la evolución de la crisis económica interna no facilitan la conclusión de las gestiones emprendidas hasta el momento.

Respaldo socialista

Mario Soares, que hizo varias alusiones públicas a la urgencia de conseguir este nuevo préstamo de la República, insinuó que los socialistas podrían utilizar su influencia internacional para facilitar la operación, que tendría así la ventaja de ser respaldada por la autoridad del próximo presidente del Gobierno.Por razones obvias basadas en la política electoral, los partidos actualmente en el Gobierno no han mostrado hasta ahora ningún interés en asociar los socialistas a la solución de este problema financiero urgente.

Más que la incertidumbre acerca de las medidas económicas del futuro Gobierno, lo que parece preocupar a los acreedores de Portugal es el creciente descalabro de la economía lusa. La espiral inflacionista parece haberse disparado otra vez en Portugal, donde se ha registrado, en los dos primeros meses de 1983, una inflación del 6,6%.

La escalada de los precios genera fuertes tensiones sociales, ilustrada por los conflictos laborales en curso (la huelga nacional de ferrocarriles entró ayer en su sexto día), haciendo prácticamente imposible el mantenimiento del techo salarial que fijó por decreto el límite de los aumentos salariales autorizados en 1983.

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