Los regalos de ayer

La facilidad con que la presidencia accedía a las peticiones de unos y otros dejaban muy claro que aquí en la Monumental de Barcelona las cosas no cuestan tanto como parece. Los tercios de varas duraban lo que querían los diestros y las orejas se repartían como panes. Tanto es así que aún se estará preguntando alguno de los diestros de ayer: ¿qué hago yo con tanta carne peluda?. Todos se divirtieron y aunque hacía fresco fue Emilio Muñoz quien nos caldeó. Su arcano son las ganas y el querer. Quiso, pudo y también dispuso del mejor toro de la tarde. A su primero le demostró que allí el que mandaba era él. Sin embargo, en donde más tuvo que aguantar fue en su segundo, que se pasó toda la lidia embistiendo con la cara alta. Mariscal en este toro colocó dos sensacionales pares de banderillas.

El compás de Ojeda es algo tan pinturero, llamativo y artístico que es difícil que pase desapercibido. El presidente le regaló las orejas por caldear el ambiente. No obstante, expuso innecesariamente ante su primero.

Es un torero que interesa, corno Luis Francisco Esplá, pero el alicantino ante sus enemigos -nada colaboradores- se mostró fuera de sitio.