Indemnizaciones a los marroquíes expulsados en 1975
Aparte de la apertura de las fronteras aéreas y terrestres al tráfico de personas y mercancías, un segundo tema, clave y espinoso, de las conversaciones que se desarrollan en Argel, es el de las indemnízaciones que Marruecos solicita en nombre de los cerca de 30.000 marroquíes que fueron expulsados de Argelia en diciembre de 1975, como represalia por la firma del acuerdo tripartito de Madrid, que cedía el Sáhara occidental en reparto a Marruecos y Mauritania.Si el primer expediente de las comunicaciones no parece ofrecer ningún problema, y de hecho ya están preparados en Casablanca los locales que albergarán a la Air Algerie, y dispuestos los preparativos de control policial y aduanero en los habituales puestos fronterizos entre los dos países, las indemnizacicines pueden ser un obstáculo que, de todas formas, y según se cree en Rabat, no impedirá en absoluto la norrrialización en curso.
Entre el 20 y el 31 de diciembre de 1975, Argelia colocó en las fronteras con Marruecos, a veces de una manera brutal y penosa, a unos 30.000 marroquíes que residían en Argelia y poseían allí fondos de comercio, empleos, y muchos de los cuales estaban, incluso, casados con argelinas y tenían hijos de esa nacionalidad.
En aquella época, Marruecos afortunadamente no replicó con la expulsión de los cerca de 22.000 argelinos que vivían en territorio marroquí, y este asunto, que conllevó la separación forzada de numerosas familias y la pérdida de trabajos y bienes a numerosos marroquíes, pudo ser circunscrito. Ahora, y con motivo de la reconciliación en curso, los damnificados solicitaron al Gobierno que se ocupe de sus intereses y reclame a Argelia las indemnizaciones.
La visita de Dris Basri a Argel fue precedida por otra importante, pero casi relámpago, del ministro marroquí de Asuntos Exteriores, M'hamed Bucetta, que despejó el terreno desde el punto de vista político. Bucetta había viajado a Argel el lunes pasado, coincidiendo con la llegada de Felipe González a Rabat, y regresó esa misma noche a Rabat, para unirse a la delegación marroquí que atendía a los huéspedes españoles.
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