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Los problemas del Tráfico de Perfeccionamiento Activo

El tratamiento administrativo de la desgravación por el Tráfico de Perfeccionamiento Activo (TPA), que tanto interesa a las exportaciones españolas, ha sufrido, según el autor de este texto, un aumento en el rigor, que preocupa a sus posibles beneficiarios y que en nada facilita este, objetivo económico.

Aunque la legislación básica no ha sufrido modificaciones desde que fuera promulgada, lo cierto es que el tratamiento administrativo que está recibiendo -en la actualidad el Tráfico de Perfeccionamiento Activo (TPA) dista bastante de lo que hasta hace unos meses estaba en uso.Y como ello tiene una trascendencia práctica evidente, que está causando una gran preocupación (por emplear un vocablo suave) a los titulares, conviene hacer un análisis de la situación basándonos precisamente en los aspectos prácticos.

Las novedades más importantes son:

a) Autorizaciones de TPA con gran densidad de datos. b) Necesidad de que los titulares amplíen en cada exportación la declaración en base a calidades, dimensiones, tipos, etcétera. c) Restricciones para autorizar dentro del TPA las piezas acabadas que se incorporan a las mercancías dé exportación. d) Limitaciones en la cesión de derechos a terceros y en las equivalencias. e) Introducción de los ordenadores en el proceso-de las cuentas de reposición.

Los efectos de cada una de estas novedades son: En primer lugar, el detalle exhaustivo que el Ministerio de Comercio exige es, evidentemente, un freno legal a que los exportadores flexibilicen las posibilidades de sus importaciones dentro del sistema de reposición con franquicia, frente a una actuación anterior que en algunas ocasiones permitía una elasticidad que se ha considerado excesiva y que, de rechazo, podía afectar a los fabricantes nacionales de las mismas materias a importar.

Comprendemos el rigor de la norma, pero se nos antoja que, si guiendo la tradición secular española, nos enfrentamos ahora con el clásico movimiento pendular que consiste en pasar desde la gran tolerancia hasta la mayor intransigencia.

Así, estamos leyendo en el BOE órdenes ministeriales que detallan de forma prolija todos los componentes del producto exportado, en vez de hacer agrupaciones por familias de materias primas.

La consecuencia de todo ello es que el exportador, se, ve obligado a llevar un control muy complejo, las hojas de detalle a, expedir por las aduanas se hacen interminables, y las posibilidades de error aumenitan.

Es necesario hacer constar que, no habiéndose decidido la Administración, en su día, por un sistema basado en la exención de la cuota arancelaria, correspondiente a las materias primas, aplicable de forma indiscriminada sin particularizar en ninguna de ellas (la reposición basada en el valor), la coincidencia de las cuotas realmente generadas con las que finalmente se eximen en el momento del despacho de importación es una pura quimera.

Si tenemos en cuenta que dichas cuotas se basan -en el sistema de reposición, que es el más usual- en el precio de la materia prima a su salida y en el arancel vigente en ese momento, y que ambos están sujetos a evolución, la exención real que se produce en el momento de la importación puede ser muy dispar.

Por tanto, si hemos de partir necesariamente de una falta legal de concordancia, tanto da que, por pura necesidad práctica, prescindamos también de una exactitud matemática en la definición de los materiales a reponer.

El TPA se entiende con estos criterios elásticos, o no se entiende.

No se olvide tampoco que los exportadores dejan de utilizar en muchísimos casos el sistema al que tienen derecho, acudiendo al mercado nacional aunque puedan traer del extranjero materias prima s con exención arancelaria. Ello dependerá, de una serie muy amplia de factores, variables según los sectores y la coyuntura comercial, sin olvidar, que cuanto mayores sean las posibilidades, del exportador para proveerse de materias primas o productos intermedios, acudiendo a uno u otro mercado, más fácil le resultará promocionar su exportación.

Datos adicionales

El segundo punto es una copia del anterior, corregida y aumentada. No es suficiente con que el exportador haga una disección es crupulosa de su producto, sino que, incluso, se ve obligado a completar la descripción con otros datos de motu proprio: dimensiones, tipos, colores, composiciones, nombres comerciales, y, además, debe hacerlo por cada talla, tamaño, formato, o lo que -sea, con arreglo a la mercancía exportada.

Si un exportador envía al extranjero fresas industriales que pueden fabricarse con acero rápido M-2, M-35, o T-15, deberá hacer constar la calidad utilizadá, lo cual es lógico dada la diferencia de precio entpe ellas; pero si,además, ha de indicar el formato de las fresas, la dímensión de cada una de ellas y el diámetro del alambrón que le sirvió originalmente de materia prima bruta, el exportador, que cuenta con un catálogo de más de 1.500 fresas diferentes, puede optar entre volverse loco o mandar el TPA al diablo.

Pero, si el administrado acepta el desafío y se somete a traer alambrón de todos y cada uno de los diámetros exportados (en la práctica, la diferencia de precio entre ellos es desdeñable), serán muchas las dificultades que se le presenten para reunir la suficiente cantidad de cada dimensión, al objeto de formular un pedido que comercialmente sea realizable.

Si, por, el contrario, tira por la, calle de en medio y declara que ha partido de una gama limitada de dimensiones, podrá tropezar con dificultades en la aduana y, de propina, solamente podrá obtener la DL de importación para los diámetros declarados, hipotecando la elasticidad de su demanda.

La tercera de las novedades tampoco la entendemos. Si hasta ahora se venía autoñÍando la inclusión de las piezas terminadas dentro del sistema de reposición, y la legislación no ha variado, tenemos que suponer que el cambio se debe a criterios subjetivos ministeriales que interpretan las leyes a su manera.

Para empezar, diremos que ello desconcierta al administrado, y precisamente al administrado que tiene que exportar. Mala cosa.

Los efectos prácticos son de muy variada índole, y vamos a reflejarlos: de la forma más abreviada posible.

1. Las operaciones combinadas desaparecen; luego, perjuicio para el fabricante nacional que paliaba por este medio la competencia extranjera.

2. El exportador debe, en consecuencia, decidirse por la importación temporal, lo que le obligará a tomar sus medidas antes de la exportación. En consecuencia, todo aquello que decíamos de acudir al mercado nacional, aún disponiendo, de las licencias con franquicia por reposición, se vendrá abajo.

3. La coexistencia de sistemas es posible, pero complicada. Exportar una mercancía que tenga derecho a reposición, y justificar al mismo tiempo la legal importación temporal de las piezas diversas con los pases aduaneros, certificados, de! Ministerio de Industria,, hojas de detalle independientes, y llevando a cabo los complejos cálculos en el valor de cesión y en el valor interior para la desgravación fiscal, puede originar y origina documentos, ádministrativos aduaneros de tamaño monstruoso.

4.El exportador -que actúa, aquí como importador-. debe, llevar la contabilidad muy cuidadosa de estos pases, vigilar su paradero, prorrogarlos a,tiempo, prestar garantías, etcétera. Todo ello, frente a la comodidad de la reposición, que le permite actuar de forma dinámica en la medida de las posibilidades del mercado.

5. Como prueba de la relatividad de las cosas, y de que la exactitud no puede ser el lema, del TPA,diremos que la admisión temporal o la importación temporal, pueden resultar, según los casos, más o menos beneficiosas que la reposición; cosa extraña si tenemos en cuenta que todos los. sistemas, están planteados bajo el mismo criterio unificador e igualitario.

Esta desigualdad es consecuencia de la diferente forma de cálculo de las bases para la desgravación fiscal, según el sistema empleado, y de la incidencia de los tipos del impuesto de compensación de gravámenes interiores en relación con los de la desgravación fiscal.

Malos tragos

Paralelamente, se ha observado la práctica desaparición de la posibilidad de ceder a terceros la iniciativa de la importación en reposición; cosa que, mediante el pago del impuesto de transmisiones patrimoníales y actos jurídicos documentados, sigue estando vigente en la OM de 24 de febrero de 1976.

Esta práctica era útil por aquellode que el cesionario podía acumular cantidades fuertes y proceder a importaciones comercialmente lógicas, cosa que en muchos casos no puedén realizar los pequeños exportadores.

La equivalencia, principio basado en la igualdad de las cuotas arancelarias, ha desaparecido. Era un procedimiento algo complejo, pero beneficioso igualmente para quien debe seguir el curso del mercado y utilizar en sus fabricaciones la materia prima más acorde con los pedidos o necesidades industriales del momento.

Finalmente, nos queda la informática. No podemos estar en contra de ella; al contrario, es absolutamente imprescindible para el control de las operaciones. Lo que nos alarma es que un gran porcentaje de las hojas de detalle establecidas por los agentes, y autorizadas por las aduanas, sean rechazadas por el ordenador. Se habla de un 90%, y más, de incompatibilidades. Si la programación del ordenador se hace de forma compleja, es probable que a mayor número de factores, mayor posibilidad de desacuerdo.

Si a esto añadimos que la descripción de la mercancía a exportar admite, a su, vez, numerosas variantes, y que lo mismo sucede con las materias a reponer, no nos sorprende este panorama desolador. Habrá que recurrir a simplificar los datos relacionando las mercancías con claves numéricas, o a facilitar un facsímil de la programación, -para que las hojas de detalle sean un calco, de los datos, introducidos en la máquina.

No queremos entrar en más detalles técnicos que, quizá mostraran el lado vulnerable de nuestro comientario, pero sí debemos consignar que el porcentaje de rechazos es lo suficientemente importante como para que la Administración se detenga a pensar que algo no funciona bien en el esquema. Este es el panorama de un aspecto de la exportación española. Quizá las grandes empresas, con su propia informática- y su organización, puedan resolverlo mejor que las pequeñas y medianas; pero lo cierto es que todas están pasando malos tragos.

es presidente del Colegio Oficial de Agentes y Comisiones de Aduanas.

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