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París analiza el balance electoral

La advertencia implícita en los resultados de las elecciones obliga a Mitterrand á replantear el "socialismo a la francesa"

La prudencia es ley en la capital francesa en vísperas del Consejo de Ministros de mañana, miércoles, al final del cual podría ponerse en marcha la maquinaria del segundo acto del socialismo a la francesa. El presidente, François Mitterrand, como consecuencia de la advertencia que ha supuesto para la izquierda el voto de las municipales, podría efectuar hoy mismo un relevo en la jefatura del Gobierno, cargo para el que cuenta en un principio con el presidente de la Asamblea Nacional, Louis Mermaz, el ministro de Asuntos Sociales, Pierre Beregoboy, y el de Finanzas, Jacques Delors. No obstante, el actual jefe del Gobierno, Pierre Mauroy, dispone todavía de muchas posibilidades de continuar.

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El 53% de los franceses votó a la derecha

Mitterrand ha dicho que sería absurdo no tener en cuenta el resultado de las elecciones municipales. Los líderes de la izquierda socialista lo han repetido durante las últimas horas. La advertencia a la izquierda gobernante afectará a los dos partidos en que se apoya la mayoría gubernamental: el socialista y el comunista.El primer ministro, Pierre Mauroy, se entrevistó ayer durante dos horas con el presidente Mitterrand. Pero nada se filtró de su conversación. Fuentes solventes insistían, no obstante, en las posibilidades del presidente de la Asamblea, Louls Mermaz, quien se destacó en la segunda ronda de las municipales por sus intervenciones duras y extremistas contra la derecha, para el cargo de primer ministro, en el caso de que Mitterrand decida finalmente la sustitución de Mauroy, lo que no parece estar ni mucho menos decidido.

La reconversión de Mermaz

Fue curiosa la reconversión milagrosa de Mermaz durante la noche del domingo, a medida que se fue afianzando la recuperación electoral de la izquierda. Mermaz, considerado como un socialista puro, fiel a Mitterrand, pudiera simbolizar la continuación de la unión de la izquierda en la mayoría gubernamental, con el. fin de no darles razones objetivas a los comunistas para abandonar, con su central sindical (la CGT), la alianza gobernante. Mitterrand tiene, ahora, más de tres años por delante hasta las elecciones legislativas de 1986, durante los que se juega el futuro del socialismo a la francesa. Para cubrir esta etapa, necesita, más que del partido comunista, de su brazo sindical, la CGT, la central más potente del país, con la que cualquier Gobierno francés debe contar para desarrollar una política, rigurosa que conlleva el recorte del consumo y del poder adquisitivo de gran parte de la población.

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Una vez cubierta esta etapa, si el declive de los comunistas continúa, tal como está inscrito en la estrategia política del septenio de Mitterrand, el presidente espera encontrar otro apoyo gubernamental en el terreno movedizo que separa a la derecha y a la izquierda.

Mermaz, según este esquema, sería el personaje político apropiado, ya que, por ser un hombre sin afiliación programática muy definida, aplicaría la doctrina económica de las circunstancias, inspirado directamente por el presidente.

Los actuales rninistros Delors y Beregoboy no se excluyen tampoco como eventuales futuros jefes del equipo ministerial -en caso de que salte Mauroy-, que sería reducido a poco más de quince miembros, técnicos en su mayoría cuya tarea esencial consistiría en liberar a Francia de todos los desequilibros fundamentales de su economía, empezando por el mas aparatoso y determinante: el déficit del comercio exterior, de 93.000 millones de francos (alrededor de un billón y medio de pesetas).

La remodelación del Gobierno depende, en lo esencial, de la política económica que Mitterrand decida. Dos alternativas, a grosso modo, se enfrentan en la mayoría de la izquierda: la proteccionista, que, a largo plazo, se teme conduzca al declive general del país, o una política de austeridad, con el consiguiente recorte del poder adquisitivo de los ciudadanos. Los actuales ministros Rocard, Fabius, Chevenement, Beregoboy, Savary, y hombres de negocios como Jean Riboud, podrían formar parte del Gobierno, en el que algunos comentaristas aseguran que actualmente librando una guerra. Los cuatro ministros comunistas quedarían reducidos a uno sólo, el de Transportes, Charles Fitterman.

El franco, como instrumento básico para la nueva política económica, resistió ayer honorablemente en los mercados de cambio. Vuelven a repetirse todas las hipótesis de los últimos días referentes a un reajuste de las paridades del Sistema Monetario Europeo (SME), que se efectuaría en los días venideros. Los franceses, de todas maneras, entienden que es el marco alemán quien debiera reevaluar. El pulso Bonn-París es el verdadero epicentro del futuro, en el plano económico, en el comercial y, también, en el comunitario.

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