Tous, un eslabón más en la cadena de fallos en las presas españolas
La tragedia del derrumbamiento de la presa de Tous en el País Valenciano trae a la memoria fallos en las presas españolas que no datan de hoy y que, aunque algunos sólo han quedado en "sustos" más o menos graves, lo cierto es que también existe un número desconocido de grandes presas sobre las que las autoridades correspondientes no dan jamás explicación y que tienen problemas, aunque éstos no impliquen peligro de derrumbamiento, pero sí de filtraciones de agua y otras deficiencias. Y que tampoco pueden descartarse nuevas y lamentables desgracias que implican la pérdida de vidas humanas debido a que el sistema estatal de vigilancia de grandes presas es prácticamente inexistente o ridículo, mientras que -justo es reconocerlo- la empresa privada atiende mejor al problema.
Aunque el tema está sub judice, los informes que se están elaborando hasta el momento sobre las causas del derrumbamiento de Tous parecen indicar que no ha habido fallos técnicos (es decir, fallos en la construcción de la presa en sí), pero sí fallos graves en cuanto al mantenimiento y conservación de los elementos de seguridad (aliviaderos, compuertas, medición de las riadas, etcétera), así como a la inexistencia de radioteléfonos para comunicaciones urgentes, falta de sensores en la cuenca para medir el volumen creciente o no de las riadas y tomar decisiones ajustadas a los hechos imprevistos que puedan suceder.Informes confidenciales, hasta el momento, parecen apuntar a que las víctimas de la riada se produjeron en su inmensa mayoría antes del derrumbamiento de la presa (pues se conoce la hora exacta en que se fue reventando en distinta fases) y que se da el hecho de que el agua almacenada en Tous sólo pudo elevar en pocos centímetros la riada aguas abajo de la presa, ya que los árboles, etcétera, existentes a dos o tres kilómetros de la presa están intactos y no fueron arrasados.
Todo apunta a que la gran riada se produjo por la aportación acuífera de ríos, ramblas, etcétera, aguas abajo de Tous. Se trataría, en consecuencia, de un fallo de la Administración y no de los ingenieros constructores de la presa, aun teniendo en cuenta que ésta presentó desde los inicios de su construcción graves problemas geológicos que hicieron cambiar sustancialmente el tipo de embalse a construir (mutando el de gravedad por una mezcla de gravedad y escollera) como la capacidad del mismo, que fue reducida al 12% del proyecto inicial (se preveía que el embalse pudiera almacenar 412 millones de metros cúbicos y se quedó en algo más de una presa de menos de cincuenta millones de metros cúbicos de capacidad. De las seiscientas presas existentes -más o menos-, unas 250 son propiedad del Estado y de su directa explotación y responsabilidad.
Falta de vigilancia
Sin embargo, un técnico cualificado confesaba a este periódico que la cifra destinada a tales fines de vigilancia, entretenimiento y conservación era ridículo. "En Estados Unidos, por ejemplo, y sin que pretendamos compararnos, se destina casi el 50% del coste de la obra a la conservación, vigilancia, etcétera".
Las actuales autoridades del Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo (MOPU) parecen sensibilizadas ante el tema y ya anuncian que destinarán algunos miles de millones de pesetas a esos sistemas de vigilancia.
"Por otra parte", explicaba un ingeniero especializado en obras hidráulicas a EL PAIS, "esos sistemas de vigilancia de presas y caudales implicaría que, por lo menos, podría mejorarse en no menos de un 10% a un 15% el rendimiento de esas presas, lo que supondría un ahorro muy sensible y por supuesto mucho más de lo que la Administración se tendría que gastar en un mantenimiento anual y permanente de los servicios de vigilancia".
Un tercer interlocutor válido -(todos en estos días prefieren guardar el anonimato dado el tema de Tous)- nos indicaba que era "preciso reformar en profundidad la ley de Contratos del Estado". Y explicaba el por qué referido a la construcción de presas: "La mayoría de los proyectos se hacen sin un estudio profundo de la geología de los terrenos. Se realizan proyectos sin saber cómo son las laderas donde se asentarán los estribos de las presas. Y ello porque la ley sólo autoriza el coste del proyecto de la presa y no incluye el examen geológico. Luego, es cierto, es imprescindible hacer esos exámenes una vez iniciadas las obras, lo que obliga a reformar los proyectos en muchos casos, por cuanto las condiciones geológicas difieren del examen casi superficial que los ingenieros hacen antes de acometer el proyecto. Un examen casi de simple ojeada del proyecto".
Casos especiales
Claro que, dentro de los embalses explotados por el Estado, hay casos en que esas medidas de seguridad, vigilancia y "auscultación" de presas se realiza al máximo..., pero ello forzados por haber sufrido varios "sustos" mayúsculos: y como prueba de ello podemos nombrar a la presa de Mequinenza (en el bajo Ebro).
Esta presa (la mayor en sus inicios de España, con una capacidad de 1.530 millones de metros cúbicos de capacidad de embalse) se construyó en unos terrenos denominados de "milhojas", es decir, con una estratificación de capas muy permeables. Además la zona estaba materialmente agujereada, como una topera, porque fue lugar de minería del carbón y nadie conocía los vericuetos de minas abandonadas o cegadas.
Aunque Franco la inauguró oficialmente en 1962 (y, por cierto, se reconstruyó junto al embalse un castillo, con una habitación bunquerizada para que durmiera una sola noche Franco). Castillo que hoy disfrutan los ingenieros del Estado, y concretamente de la Empresa Nacional Hidroeléctrica del Ribagorzana) no pudo entrar en funcionamiento semipleno halta bien avanzados los años setenta.
En Mequinenza, en 1967, las aguas abrieron una grieta en un estribo, por donde se "colaban" veinte metros cúbicos por segundo, lo cual obligó a nuevos gastos para impermeabilizar las laderas y evitar fugas de tales dimensiones y peligro. Pero ya antes, años atrás, se puso en estado de alerta a las pobla ciones de aguas abajo ante una "eventualidad" de que la presa no resistiera una crecida del Ebro. Poblaciones tan importantes como Flix, Tortosa, etcétera, sufrieron esa alerta. Asimismo, la presa, una vez construida, tuvo que ser drásticamente reforzada y reformada porque tenía riesgos ciertos de poder venirse abajo.
El salto de Canelles
Las denuncias sobre esas deficiencias fueron hechas por el ingeniero constructor y llegaron al Tribunal Supremo, que le dio la razón, lo que originó las obras de reforzamiento. Hoy, es lo cierto, cuenta con una red impresionante (acaso la mejor de España) para "auscultar" y vigilar el comportamiento de la presa.
Otro salto de agua, el de la presa de Canelles (igualmente de la ENHER) ha corrido peor fortuna y precisamente porque el terreno en que se construyó tiene fallos brutales y, al parecer, irremediables en su mayor parte. Nada menos que Eduardo Torroja -considerado el "maestro" de los constructores de embalses- realizó el proyecto de la presa, pero fallaron las previsiones geológicas (por lo que señalábamos antes sobre la ley de Contratos del Estado).
La presa de Canelles, de tipo bóveda, es, con sus 150 metros de altura, una de las más altas de Europa. Oficialmente se terminó de construir en 1959, pero jamás pudo ni medio llenarse, dado que el terreno en que se construyó era de caliza ("cretácea turonense"), sumamente permeable. Al igual que en Mequinenza, son miles de millones los hasta ahora invertidos en "parchear" la presa, pero Canelles ha corrido peor suerte, ya que pese al dinero gastado en impermeabilizar las laderas, los resultados no han sido satisfactorios en la medida esperada.
La mayor gravedad del tema estriba en los siguientes hechos: la producción de Canelles (cuyo embalse no se puede llenar más allá del 40% al 45% de su capacidad potencial) está capitidisminuida. Fue construido para servir de embalse regulador del Ribagorzana, pero dado sus fallos, este papel lo tuvo que adoptar el embalse de Escales, que sólo contiene 150 millones de metros cúbicos. Digamos, entre paréntesis, que la capacidad teórica útil de Canelles de 543.000 metros cúbicos, y el del total de la cuenca del Ribagorzana de 908.000.
Canelles nunca ha podido ponerse en pleno servicio, y casi sólo funciona con el agua fluyente, al no poderse llenar. La presa estaba destinada a ser la obra de aprovechamiento más importante del Ribagorzana, porque tanto ésta como la de Mequinenza son embalses de regulación: por tanto, al "fallar" éstas se resiente todo el sistema de aprovechamiento del resto de los embalses situados en su cuenca aguas abajo. De ahí la mayor importancia de sus fallos.
Ribadelago
Técnicamente, la explicación es como sigue: Canelles y Mequinenza son presas de regulación. Si éstas son deficientes, sus irregularidades afectan sustancialmente al resto de las instalaciones del bajo Ebro, a sus potenciales producciones, que disminuyen en su aportación de kilovatios. Además, tanto la construcción de Canelles como la de Mequinenza estaban pensadas para "complementarse". Los dos sistemas (el del río Ribagorzana y el del Ebro) son complementarios, dado que el sistema de su escorrentía se equilibra porque tienen densidades u aportaciones distintas en épocas del año díferentes. Los perjuicios económicos no han sido evaluados, al menos públicamente.
Ribadelago, entre Orense y Zamora -en la zona de Sanabria-, fue aquel embalse que reventó (y éste sí por incompetencia técnica de los ingenieros constructores en la época franquista, y que llenó de luto a la comarca por su número de víctimas humanas).
Pero fallos en presas continúan sucediéndose. Baste pensar en que el propio embalse de El Atazar (el principal suministrador de Madrid capital) tuvo filtraciones nada tranquilizadoras allá por 1978 1979, o que ahora mismo un embalse situado en Granada hace "aguas" por diversos puntos.
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