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Tribuna:
Tribuna
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La inocente criatura

Estaba yo desayunando entre dos abortos, que es lo que suelo hacer cada día, -el aborto, como todo el mundo sabe, refuerza la vista e hidrata el cutis, cuando un hombre de recia raigambre irrumpió en la habitación.-¿Mande?-, le dije, tratando de recordar tiempos en que los hombres mandaban en mí.

-Nos hemos enterado. de que se dispone a quitarse otra muela.

-Pues sí-, dije, en un alarde.

-¿Y qué piensa hacer con la pobre criatura?

-¿Se refiere usted al molar?

-Sí. Éa víctima inocente.

-Estaba dudosa entre arrojarla al Támesis, como suelo, o darla para el Domund.

-Impía-, fárfulló- ¿Ha pensado usted que con dos molares y una papeleta logramos un voto para Alianza Popular?

-No se me había ocurrido.

-Eso demuestra hasta qué punto tiene usted una boca desnaturalizada.

Ahí me quise plantar. ¿Y mi dolor?, quise decirle. ¿Y el fuego que se come mis entrañas, oh, sorry, mis encias, ¿y el test que cada mañana, cuando me dispongo a extraerme muelas, me plantean exquisitos doctores que nunca tuvieron que renunciar a sus dientes? Que si quién es el padre del incisivo, que si por qué no quiere usted conservarlo, que si en qué momento dio usted el mal, paso y no nos importa que le duela el corazón por tener que despedirse deldiente con su correspondiente caries, a la que una hubiera podido amar tanto.

Pero no se lo dije. Sonreí, mostrándole, valientemente, una boca completamente desdentada. Una cavidad muy sabía, en donde hasta él podía naufragar.

-Insisto, por úItima vez -se puso apocalíptico-. ¿Qué piensa hacer con la inocente criatura?

Un loquero se lo llevó, arrastrándolo, antes de que yo le contara que con la muela pensaba hacerme un solitario que sellara mi compromiso con mi historia, un rubí para llorar con sangre, eternamente y calladamente, un cuento, una nana para cantármela a solas. Que mis muelas son mías, como mi vientre, como los miedos que me transmitió mi madre, como mis noches y mis días, mi trabajo y mi nómina, mi derecho al error y mis angustias.

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