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Argel confirma el encuentro Chadli-Hassan II y busca una reconciliación de Marruecos con los saharauis

El Gobierno argelino confirmó ayer oficialmente, a través de a declaración del portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, la entrevista sostenida el sábado por el presidente Chadli Benjedid y el rey Hassan II en la frontera argelino-marroquí. El comunicado argelino reitera que este país "no tiene ningún contencioso con Marruecos" y asegura que el jefe del Estado está dispuesto a nuevos contactos con el monarca marroquí "para restablecer la paz en la región, abrir la vía a la cooperación y a la construcción del Magreb".

"Argelia", subraya el comunicado oficial, "no tiene contencioso alguno con Marruecos, ya que el problema del Sahara occidental es un problema de descolonización que opone a nuestros hermanos del Sahara occidental y de Marruecos". Y añade: "Dentro de este espíritu (unir a los dos pueblos hermanos para hallar una solución conforme al derecho inalienable del pueblo del Sahara occidental a su autodeterminación e independencia), el presidente Chadli se entrevistó con el rey Hassan II, el sábado 26 de febrero de 1983, en la frontera argelino-marroquí. Animada de la misma preocupación, Argelia continúa disponible para formalizar nuevos contactos, que, por otra parte, no han cesado a diferentes, niveles desde 1978".La confirmación argelina ha sido recibida aquí con visible satisfacción por el hombre de la calle, informado de la entrevista por las emisoras de radio extranjeras. Una reconciliación con el vecino país puede modificar sustancialmente la fisonomía política del Magreb y hacer de Argel y Rabat el eje del esfuerzo político de esta zona en favor de la causa palestina. Tunicia, cuyo presidente, Habib Burguiba, ha batallado en favor de ese encuentro entre los dos estadistas, ha acogido la noticia con satisfacción, y sólo el coronel libio Muamar el Gadafi podría sentirse lacerado por los futuros acontecimientos.

Al darse a la publicidad la noticia, el sábado, en la capital marroquí, los medíos argelinos habían preferido mantener su hermetismo tradicional e incluso habían dictado una consigna de silencio, que se mantuvo hasta la media tarde de ayer, cuando la agencia oficial de Prensa argelina transmitía la declaración oficial de la cancillería.

En un principio, el malestar argelino se patentizó a través de la negativa a comentar las primeras informaciones; pero a medida que pasaban las horas se hacía más difícil mantener el silencio, frente a la disparidad derumores que circulaban en Argel. El comunicado oficial tiende, sin duda, a situar la entrevista Chadli-Hassan II en un contexto de fidelidad argelina a la causa del Frente Polisario, el cual celebró precisamente ayer el séptimo aniversario de la proclamación de la República Arabe Saharaui Democrática (RASD).

A pesar de que Argelia había señalado (y lo ha vuelto a reiterar en el comunicado de la cancillería) que el problema del Sahara occidental no constituye un contencioso bilateral con Rabat, se percibe con nitidez que éste ha constituido el verdadero telón de fondo de la entrevista. Los dos estadistas han tratado muy probablemente de unificar criterios a propósito de la celebración de un referéndum de autodeterminación en la ex colonia española, tal y como había sido propuesto por Marruecos y aceptado por la Organización para la Unidad Africana (OUA).

Al mismo tiempo, el presidente argelino habría abogado por convencer al monarca marroquí de la necesidad de aceptar una forma de contacto con el Frente Plolisario para que no aparezca el encuentro de Akid Loufti como una concesión argelina en el sentido de actuar como sustitutos de los saharauis para negociar una solución política a la guerra.

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La hipótesis que tiene mayor credibilidad sitúa la entrevista en un contexto de esfuerzo colectivo para hallar esa solución, salvando el honor y preservando los intereses esenciales de las tres partes implicadas más directamente: Marruecos, el Polisario y Argelia. Lo que hasta hace poco parecía la cuadratura del círculo puede hallarse ahora en vías de solución.

La posible normalización de relaciones entre Argel y Rabat va a ser acogida con mucho interés por España, Francia y Estados Unidos; países que, al margen de sus opciones políticas, han abogado por una distensión de la larga crisis del Magreb. La Unión Soviética, aliada política de Argelia y amiga socioeconómica importante de Marruecos, apoyará sin duda esa normalización, que puede borrar el espectro de una confrontación entre superpotencias en el teatro del Magreb.

En todo caso, los argelinos consideran que será muy positivo concluir con un pasado de sospechas con el país vecino y poder cruzar libremente la frontera. Ello tendrá una incidencia directa sobre el comercio entre ambas naciones y la complementaridad de sus economías.

La figura de Chadli, como "hombre del diálogo y la moderación" parece haberse acrecentado, y el hecho de que ambos jefes de Estado se hayan sentado frente a frente, bajo una tienda instalada casi a caballo de la frontera, entreabre las puertas a una voluntad de equilibrio cuyos resultados serán benéficos para los dos pueblos.

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