Críticas literarias con ideología
El domingo 13 las páginas literarias de EL PAIS traían dos críticas sobre otros tantos libros escritos por autores cubanos exiliados. En una, el señor Mario Merlino venía a decir que Valladares no era un poeta de su gusto, y sustentaba su opinión de forma serena e inteligente. Personalmente sigo pensando, con Philip Sollers, B. Henri Levi, Ionesco y Arrabal, que Valladares es un poeta estimable, pero admito que no sea de la preferencia del señor Merlino.La otra crítica, sin embargo, prácticamente cae en el terreno del libelo. El señor Mariano Aguirre se refiere al último libro de Reinaldo Arenas, Otra vez el mar, y explica cómo "un texto que podría ser una voz desesperada, denunciando, se transforma en un discurso tosco, bajo y torpe". Un poco más adelante califica el texto de deshonesto, panfleto ruin, mal escrito, que no aporta nada nuevo excepto el odio, y por último, le recomienda al autor abandone su exilio en Nueva York y pase a ser jefe de Prensa de algún grupo anticastrista de Miami.
Francamente, éste es el tipo de crítica prejuiciada y visceral que no se merecen los lectores de EL PAIS. Al señor Aguirre no le debe irritar que Arenas, uno de los mejores escritores cubanos de todos los tiempos, utilice su novela para denunciar, porque si está mínimamente enterado de la literatura hispanoamericana -y yo supongo que lo está-, no puede ignorar que desde El matadero, Señor presidente, Huasipungo, El mundo es ancho y ajeno y otras cien novelas importantes, la narrativa es el género del que se han valido los escritores latinoamericanos para hacer una gran literatura precisamente denunciando. Seamos, entonces, francos: no es la literatura lo que preocupa al señor Aguirre, sino la ideología. Le molesta el anticomunismo de Arenas.
Es cierto que Reinaldo Arenas es anticomunista y escribe libros anticomunistas, pero eso no es diferente de lo que hacen Solyenitsin, Bukowsky o cualquiera de los disidentes del Este. Arenas es anticomunista como Sénder o Goytisolo son antifascistas, y más o menos por las mismas razones. Quien ama la libertad tiene necesariamente que ser anticomunista y antifascista, aunque luego le pese al señor Aguirre. /
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