Unas interpretaciones vivas y auténticas de Vivaldi
I Nuovo Virtuosi di Roma.
Solista: Patricio Fontanarosa. Teatro Real. 15 de febrero.
Los Virtuosos de Roma, fundados en 1949 por Renato Fasano -quien los mantuvo, defendió y promovió hasta su muerte en 1979-, volvieron a la palestra ese mismo año, sin director -como la Orquesta de Cámara de Moscú- y con Patricio Fontanarosa en el primer atril, bajo una renovada denominación: I Nuovi Virtuosi di Roma. Ibermúsica los ha presentado en el teatro Real (han actuado también en Barcelona) con un programa íntegramente dedicado a Antonio Vivaldi, en el que, como es casi inevitable, figuraba la estupenda versión de Las cuatro estaciones, junto a otros conciertos de tan singular belleza mucho menos frecuentados, en especial los escritos en la tonalidad de la mayor para tres violines y de la menor para dos violines.La familia Fontanarosa -a la que pertenecen tres instrumentistas que han hecho célebre el trío de piano, violín y violonchelo- une en su ser y su manera el mejor estilo italiano y el más refinado goût francés.
Patricio, el segundo de los hermanos Fontanarosa -hijos del pintor Lucien-, goza desde hace tiempo de gran prestigio como solista, músico de cámara y concertino de una orquesta tan importante como la nacional de París.
No es de extrañar entonces su admirable versión de Las cuatro estaciones, en las que el solista y, por supuesto, sus colegas de los Nuevos Virtuosos asumen, como el mismo Vivaldi, valores musicales, plásticos y poéticos bien ceñidos a un paisaje geográfico y sentimental: la melancólica Veneciaja triste y enigmática Venecia de María Malibrán, Ricardo Wagner y Thomas Mann, en la que yace la historia de la música desde Claudio Monteverdi hasta Igor Stravinski.
El autor de Petruchka dijo en cierta ocasión la boutade de que Vivaldi era un músico odioso, capaz de escribir trescientas veces el mismo concierto.
"Un músico odioso" un hombre admirable
Sí pensamos lo dado a la frase ingeniosa que era el compositor ruso, la cantidad de palabras ajenas que contienen sus escritos y conversaciones -y, de otra parte, su enamoramiento de la ciudad de Venecia-, comprenderemos mal semejante juicio, que muy bien podría enunciarse de otra forma: "Un hombre admirable, capaz de inventar, dentro de esquemas casi inamovibles, trescientas obras magníficas, vivas y diversas, en las que importa, sobre todo, la sustancia musical".
Esa sustancia que los Nuevos Virtuosos de Roma, con los violinistas Fontanarosa, Interdonato, Leofreddi, Agostini y Vernikov, y el violonchelísta Caccaviello, en papeles solistas, desentrailaron a través de versiones limpias, elevadas, vitales, de tanta fuerza rítmica como expresividad cantabile. Exito fuera de serie para el músico Antonio Vivaldi, hoy favorito de grandes multitudes, y sus incesantes cultivadores.
Babelia
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