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Entrevista:

"No pretendo ser original, sino cumplir lo que otros prometieron y no hicieron"

De la mano del nuevo ministro de Obras Públicas y Urbanismo, el MOPU parece buscar el camino de la efectividad en la gestión, así como de la racionalidad en la inversión de los recursos disponibles. Julián Campo, de 45 años, se declara enemigo acérrimo de toda obra faraónica -tan propias del régimen anterior- y su lema es el "terminar las obras iniciadas y dar comienzo a tantas obras prometidas por anteriores ministros del MOPU pero que jamás se llevaron a la práctica".

Pregunta. Podríamos comenzar hablando sobre el urbanismo, y muy concretamente de la política de vivienda, un tema que ningún Gobierno anterior ha resuelto y sobre el que tanta demagogia se ha vertido.

Respuesta. Nos encontramos ante un tema que nos preocupa enormemente. Y nos preocupa en dos aspectos -ambos necesitados de profundas reformas-: la política general de la vivienda -su programación- y luego la gestión de esa política. Nosotros, ya lo hemos dicho, vamos a mantener la vigencia del plan trienal existente, y ello porque en la política de vivienda y de este Ministerio en general, por el volumen de obras que se trae entre manos, no se pueden dar giros bruscos, porque puede conducir a una paralización de una actividad que sería muy perjudicial para el país.

P. ¿En qué se basará esa distinción?.

R. En que mientras por un lado se han conseguido una cantidad de recursos financieros muy estimables, no todos esos recursos financieros que se han conseguido se emplean...

P. ¿Y por qué no se emplean?.

R. Porque el precio de la vivienda, en términos absolutos, es muy alto, y en segundo lugar, porque los medios, las salidas financieras, los mecanismos financieros de ayuda que se han establecido parece que no son suficientes para que la gente acceda a la vivienda.

P. Bien, eso nos lleva a la gestión pública de la Administración, ¿no?

R. En efecto. La gestión y administración de la vivienda por parte del Ministerio, de la Administración, es muy mala. Muy mala... Entonces es ineludible introducir profundas modificaciones en este aspecto, modificaciones que aparentemente no es que sean revolucionarias, porque no es un cambio de política, pero sí de lo que se trata es que que hay que hacerlo mucho mejor. Y aquí tenemos insuficiencia de información a nivel básico. Es decir, no se conoce tan siquiera el parque de viviendas del propio Estado. Le podrá parecer increíble, pero es así. Hay una parte de ese parque de viviendas estatales en régimen de alquiler a los que no se cobran los recibos mensuales, y es una parte muy importante. Así de elemental, aunque parezca imposible.

P. Entonces, si no se conoce la demanda real de viviendas que existe, ni las necesidades reales, por tanto, de vivienda, ¿cómo se puede hacer una programación? ¿A ciegas o a ojo de buen cubero?

R. Evidentemente aquí partimos de temas muy pedestres, muy básicos. Nosotros estamos intentando hacer una programación de trabajo, es decir, partiendo en primer lugar del conocimiento de la demanda efectiva, y en segundo lugar, a partir de esa demanda -que, por cierto, tampoco es una cifra que pueda considerarse homogéneamente, pues es distinta según los estratos sociales y también según regiones, etcétera-, y paralelamente no solamente definir los objetivos de oferta -en lo que ya estamos trabajando-, sino asimismo contemplar que no sólo se trata de construir nuevas viviendas, sino que debe ser otro objeto el de las viviendas que pueden ser rehabilitadas.

P. Pero no toda vivienda antigua necesita rehabilitación; también hay muchos casos de viviendas recientes que...

R. A eso iba precisamente: en este país, en los años cincuente y sesenta, en esos veintitantos años, se han construido muchas viviendas de una calidad ínfima, de una pésima calidad. Por ello nos encontramos con que, además, hemos de contemplar el caso más numeroso de viviendas ruinosas construidas por la iniciativa privada, lo que aumenta el tema hasta extremos muy graves. El problema no es nada sencillo. Hemos de empezar desde abajo.

Construcción: "Se palía el paro"

P. Se ha dicho muchas veces que por cada puesto que se creaba en la construcción se daba origen a la creación de otros dos o tres en las industrias auxiliares (baldosines, cemento, etcétera). Pero, según otras fuentes, ello fue verdad hace años; hoy, en cambio, esas industrias están muy mecanizadas (y más en las obras públicas) y, por tanto, es un tanto demagógico utilizar hoy esos datos tan alegremente. ¿Qué hay de cierto?

R. Bueno, con cualquier tipo de inversión se lucha contra el paro o se generan nuevos empleos. Ahora, centrándonos en lo que me dice, es cierto que una mecanización mayor -que existe, en efecto, tanto en las obras públicas como en la, construcción de viviendas- reduce el efecto multiplicador que tiene en la creación de empleo. No obstante, en términos relativos con otro tipo de inversiones, sigue siendo alto.

P. Las carreteras nacionales españolas -no hablemos de las de segundo o tercer orden- están literalmente machacadas, parcheadas, en pésimas condiciones. La anterior Administración lanzó el programa de carreteras 1982-1984. ¿Lo considera suficiente para arreglar o paliar el problema de la infraestructura de nuestra red viaria?

R. Le diré dos cosas: que ese plan vigente es no sólo insuficiente, sino también inadecuado. Es insuficiente tanto a nivel de conservación de la red como en el de creación de nueva infraestructura. Nosotros estamos trabajando ahora mismo en la definición de un plan de carreteras -del cual se lleva hablando muchos años-, en lo cual no pretendo ser nada original, puesto que todos los anteriores ministros lo han dicho, pero sí pretendo ser original en ponerlo- en práctica..., en cumplirlo y no sólo en anunciarlo. El plan completo tardará un año en realizarse, pero de lo que sí vamos a disponer en mayo o junio es del primer avance serio y racional de lo que será el plan.

P. ¿Por qué se ha paralizado el llamado Plan. Nacional de Autopistas (Pane)?

R. Simplemente porque la mayoría de las construidas no so rentables: sólo las catalanas y la de Madrid-Adanero los son, y poco más. Ni para la empresa privada ni para el Estado. No hay, pues, mayor interés en el relanzamiento del tema. Ha habido autopistas sacadas a concurso que han quedado desiertos; nadie ha acudido. Por una parte, y es un juicio muy personal, creo que las autopistas que tenemos no responden en su mayoría a nuestras necesidades; por otra parte, nuestras autopistas son, digamos, de lujo; son carísimas y excesivas, hasta faraónicas. Esto no quiere decir que existen determinados tramos de autopistas (en la del Atlántico, en la de Valencia-Alicante y Murcia, por ejemplo) que es necesario terminar, porque tales interrupciones generan más perjuicios que beneficios.

P. Entonces, ¿cuál será su política en este campo?

R. Primero, como le dije antes, conservación de las carreteras, y luego, mejora de determinadas vías de comunicación de carácter preferente, y en ciertos casos la construcción de una autovía.

P. Creo que se viene hablando desde principios de siglo acerca de la necesidad de promulgar una nueva ley de Aguas -y más cuando cada día es un elemento más escaso-, así como de un Plan Hidrológico Nacional. ¿Qué previsiones tiene su Ministerio a este respecto?

R. A mí me da vergüenza muchas veces decir lo que vamos a hacer, porque en muchos casos -como puede ser este- no hago más que repetir cosas que ya han dicho anteriormente otros ministros en este cargo. Así que lo único que voy a decir es que ya se está trabajando en la ley de Aguas; que hay un grupo de trabajo exclusivamente dedicado a la ley de Aguas. En la Dirección General de Obras Hidráulicas hay dos temas absolutamente prioritarios y, como digo, con equipos de trabajo única y exclusivamente dedicados a dos temas: ley de Aguas y elaboración del Plan Hidrológico Nacional; y es que sin ellos es imposible hacer una política planificada y coherente en tema tan básico de ese bien tan escaso como es el agua.

Trasvases: "Los estamos repensando con cuidado"

P. La sequía que padecemos ya por varios años puede hacer peligrar el hecho de que puedan trasvasarse este año aguas del Tajo al Segura. ¿Hará esta circunstancia repensar al MOPU la viabilidad o necesidad de trasvasar aguas del Ebro a Cataluña o el también proyecto del Ebro-Júcar- Segura?

R. El MOPU, independientemente de la sequía, está repensando con mucho cuidado todo el tema de los trasvases. Para ello tenemos que basarnos en el Plan Hidrológico Nacional, sin cuyo conocimiento exacto no se pueden acometer trasvases. Yo no estoy ni a favor ni en contra de los mismos, pero tenemos que basarnos en saber cuáles son las ofertas y las demandas, tener presentes las cuestiones medio ambientales y de ordenación del territorio, etcétera. De cualquier forma, nosotros podemos proponer unas soluciones u opciones, pero será el Parlamento español quien las discuta, apruebe o modifique.

P. ¿Cree usted que está bien ubicado el sector del Medio Ambiente y Ordenación del Territorio en el MOPU, o que se precisaría de un ministerio específico para un tema que ha dado lugar hasta a partidos políticos -los verdes- en otras naciones?

R. Bien, yo creo que cuando un tema es complejo y depende en muchas decisiones de distintos departamentos, lo que suele faltar dentro de la Administración es voluntad de hacerlo. Si se quiere cumplir no es tan decisivo el tema. Dependa de quien dependa el tema; lo cierto es que, por ejemplo, la decisión final de hacer una autopista es del MOPU; o de ubicar una industria, a lo mejor contaminante, es de Industria, etcétera. Es decir, lo que es preciso es inculcar en todos que la conservación del medio ambiente y de la ecología es una responsabilidad de todos, que a todos atañe. Dada la responsabilidad que incumbe a distintos departamentos, lo que hace falta es una especie de conciencia dentro del Gobierno y de la Administración, puesto que siempre quedarán flecos de coordinación. Yo creo que no está mal ubicado en el MOPU, aunque hay temas que dependen de otros y que precisan de esa colaboración, pero en cualquier caso, insisto, sin esa conciencia general de que le acabo de hablar nunca podrá llegarse a un óptimo aceptable.

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