Día festivo en la isla de Hierro para celebrar la vuelta de los pescadores perdidos en alta mar
Los tres pescadores canarios que desaparecieron en alta mar a bordo de un pesquero, y que fueron rescatados por un barco argelino, regresaron ayer a su pequeña isla de Hierro, donde fueron recibidos, en medio de lágrimas y abrazos de sus familiares, por centenares de personas congregadas en el aeropuerto de la capital, Valverde. El día de ayer fue declarado festivo por los propios habitantes de la isla, que celebraron con bailes, música folklórica y comida la vuelta a casa.
A primeras horas de ayer llegaron los pescadores Manuel Alvarez Espinosa, Noel Machín Hernández y José Benito Morales al aeropuerto de Barajas (Madrid), desde donde se trasladaron al Reina Sofía, en el sur de Tenerife, donde ya fueron recibidos por algunos familiares y autoridades locales. En una avioneta fueron trasladados a la isla de Hierro.
"Habíamos perdido todas las esperanzas"
"Ahora estamos bien", declaró José Benito, con lágrimas en los ojos. "Esto nos parece mentira; habíamos perdido todas las esperanzas". El 22 de enero los tres pescadores partieron desde playa de Santiago (La Gomera) en la pequeña embarcación Moncho II, que acababan de comprar en la isla de Tenerife. Se dirigían al puerto de La Restinga, un pueblo de pescadores en la isla de Hierro. "Llevávamos tres horas de viaje. Eran las 14.30 horas y se averió la caja del motor del barco", señalaron.El Moncho II estaba a sólo dos horas de la isla de Hierro -"veíamos los coches que se dirigían a Valverde"- cuando comenzó un temporal de viento y polvo en suspensión, que llevó a la deriva a la embarcación. "No podíamos salir a cubierta, permanecíamos metidos en los camarotes. Si subíamos arriba teníamos que agarrarnos fuertemente, ya que corríamos el peligro de que el viento nos arrojara al agua", explican ahora.
A los cinco días cesó el mal tiempo. "Vimos un avión sobrevolarnos a unos trescientos metros. A pesar de que le hicimos señales, no nos vio. Luego veríamos otro avión en dos ocasiones, hasta que a los ocho días el barco argelino nos recogió".
Eran las 21.00 horas del 29 de enero cuando Manuel Alvarez Espinosa se acercó a sus compañeros y les preguntó si no sentían el motor de un barco cerca. "Sí lo oíamos, pero yo particularmente pensaba que era un ciclón. Estábamos ya tan acostumbrados al viento que no hacíamos caso. Además no teníamos esperanza", indica José Benito. Los tres pescadores subieron a cubierta y, con la única linterna que llevaban y varias bengalas, llamaron la atención del barco argelino Nedroma, que les localizó.
Habían sobrevivido gracias a tres panes, otros tantos dulces, dos kilos de peras, algunas naranjas y varios jugos. "El último día desayunamos los tres una naranja. Nos comimos incluso la cáscara", explican al recordar aquel suceso, y no olvidan que, además, tuvieron que beber agua mezclada con gasoil, ya que antes de iniciar el viaje habían depositado el líquido en un bote que contenía combustible.
"Ahora me siento feliz al llegar a casa y poder abrazar a mi mujer y a los chicos. Creí que no volvería jamás. He pasado más miedo en estos ocho días que en mis veinticinco años de mar. Al ver que nadie nos encontraba, el último día habíamos pensado en bajar al camarote y dejarnos morir", declara Manuel Alvarez Espinosa. "Nos habíamos prometido no volver a la mar. Si los tres encontramos trabajo en tierra, de peón albañil o de lo que sea, no volveremos a la pesca", asegura Noel Machín. Los tres pescadores tienen familia. Manuel Alvarez, de 41 años, y Noel Machín, de la misma edad, tienen cuatro hijos; José Benito Morales, el más joven, de veintitrés años, es padre de un hijo.
Ha sido la aventura de una larga travesía, que se inició el 22 de enero en una isla canaria, La Gomera, y finalizó el 9 de febrero en un puerto de los Estados Unidos, Baltimore, en el estado de Maryland. El barco que rescató con vida a los tres pescadores hacía esta ruta y les descubrió por pura casualidad. "No nos dejaban trabajar a bordo. Querían que descansáramos y que comiéramos. De todas formas, cogíamos el timón dos horas por el día y dos horas por la noche. Al llegar a Baltimore lo que hicimos fue, sobre todo, ver la televisión. Un día nos dieron una vuelta por la ciudad, para que la conociéramos", explicaron a su llegada a las islas.
En el aeropuerto de Tenerife, los tres pescadores recibieron un sobre con 40.000 pesetas cada uno de manos del director provincial del Instituto Social de la Marina, Manuel Perera. "El Instituto ha querido de esta forma compensar económicamente a las familias de estos hombres, que han permanecido inactivos, de forma involuntaria, durante todos estos días", señaló él mismo.
Bienvenida apoteósica en la isla
Para el gobernador civil de la provincia, Eligio Hernández, ésta ha sido su primera pesadilla desde que ocupa el cargo. El gobernador es amigo personal de los pescadores y nació en el mismo pueblo donde viven éstos, La Restinga. "Sí, ha sido una auténtica pesadilla desde el principio. Para colmo de males, no pudieron llegar a las islas desde Estados Unidos en la fecha prevista, por la nevada que ha caído estos días sobre Nueva York. Atrás quedaban las duras tareas de rescate, en las que yo personalmente nunca perdí la esperanza", dijo el gobernador civil, que viajó fechas atrás a la isla de Hierro, cuando acababan de ser localizados los pescadores, para transmitirles a sus familiares las gestiones sobre su regreso durante una visita oficial.El pequeño aeropuerto de Valverde se vio ayer concurrido como nunca para recibir a los pescadores. Varios centenares de personas, que se habían desplazado en una caravana de coches, entre ellas las mujeres e hijos de los pescadores, montaron guardia desde primeras horas de la tarde, en medio de un clima de tensa emoción, hasta ver aterrizar la avioneta que les conducía desde el sur de Tenerife. Las esposas, que semanas atrás habían tenido que guardar cama a causa de los nervios por la desparición de sus maridos, esperaban en el aeropuerto, ya recuperadas.
La fiesta comenzó desde el momento en que el avión tomó tierra y los rescatados descendieron por la escalerilla. Abrazos, lágrimas y aplausos reflejaron el entusiasmo del recibimiento. Desde Valverde hasta La Restinga se reanudó la caravana de coches. El presidente del cabildo insular, Tomás Padrón, dijo que "esto es como una bajada de los pescadores", refiriéndose a la tradicional bajada de la Virgen, que todo el pueblo herreño celebra, como una tradición folklórica, cada cuatro años. La última vez que se festejó esta tradición fue hace dos años y el calendario ha sufrido una necesaria improvisación, para convertir en alegría las largas horas de angustia que la isla había vivido.
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