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Nápoles se paralizó 48 horas contra la Camorra

Juan Arias

Los napolitanos se sienten orgullosos por el éxito de las 48 horas de huelga general contra la Camorra. Ni ellos se esperaban tanto. Y en efecto, eran impresionantes las imágenes transmitidas el jueves por la televisión italiana de una ciudad desierta, en silencio, con todas las puertas cerradas, cuando Nápoles es la imagen de la gente en la calle, bullanguera y ruidosa hasta el paroxismo.Pero terminado el desafío visible a los camorristas -que habían llegado a poner de rodillas a un pueblo al que tanto le cuesta aceptar chantajes-, ahora es el momento de la verdadera movilización. Y están dispuestos a hacerla. Todos: políticos, intelectuales, eclesiásticos, jóvenes, trabajadores y desocupados.

Una delegación de todas las fuerzas vivas de la ciudad y región vendrá hoy a Roma para encontrarse con el presidente del Gobierno, Amintore Fanfani. En Nápoles se organizará él domingo, una marcha de la paz, que acabará en la catedral. Será, sobre todo, el no del mundo religioso, de todas las tendencias, al chantaje de la Camorra.

Y el día 3 de febrero los napolitanos verán coronado su esfuerzo con la presencia en su ciudad del presidente de la República, el anciano Sandro Pertini. Los napolítanos están seguros de que el viejo partisano condenará en Nápoles a la Camorra con la misma fuerza con la que acaba de condenar a la Mafia en Sicilia.

Algo más que policía

Y ahora los políticos, que hasta ayer han sido acusados de muchas connivencias con la Camorra y que desean redimir su imagen, están multiplicando los documentos con propuestas para un freno a ese mal atávico que corroe a la gente de la región de Campania.Como afirmaba ayer el editorial de Il Mattino, el diario de la ciudad, "Nápoles, que protesta contra la Camorra, pide no solamente una intervención más decidida de las fuerzas de la policía, sino también, y sobre todo, un desarrollo económico y civil que abrace a todas las clases sociales y que llegue a las raíces profundas de la delincuencia organizada".

Como decía un joven ante las cámaras de televisión: "Yo tengo un doctorado y no me avergüenzo de lavar platos, pero comprendo a quien no teniendo ni este trabajo, y teniendo al mismo tiempo que dar de comer a sus hijos, acabe arrodillándose ante la Camorra y colaborando".

Y ésta es la gran batalla de todo el sur: dar puestos de trabajo, porque, como dice el refrán popular, "la ociosidad -y sobre todo si es forzado- es la madre de todos los vicios". Y en Nápoles lo es en buena parte del triste fenómeno de la Camorra, que, al revés de la Mafia, había nacido precisamente como pequeña delincuencia callejera de los sin trabajo. Ahora es ya, como la Mafia, una gran industria del crímen.

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