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El grupo histórico de las Brigadas Rojas reconoce públicamente el fracaso y la agonía de la lucha armada

Juan Arias

"La lucha armada ha fracasado, ha sido incapaz de dar el gran salto, ha alcanzado su tope. A sus protagonistas no les queda más que ponerse de luto y liberarse de su fantasma". Esta importante afirmación aparece en un documento difundido por el colectivo de la cárcel de Parmi que forman los brigadistas del grupo histórico de Renato Curzio, texto probablemente redactado por el propio Curzio.

Tras diez años de dura lucha terrorista, con una cadena interminable de muertos y heridos, y a los tres días de que 32 de los componentes de las Brigadas Rojas implicados en el asesinato de Aldo Moro y de los agentes de su escolta hayan recibido la dura condena de cadena perpetua, esta es la primera confesión de derrota de la revolución proletaria firmada por el fundador de las Brigadas Rojas y por sus compañeros de aventura.El documento consta de veinticuatro páginas y no tiene compasión en el análisis que hace del fracaso del movimiento revolucionario de la extrema izquierda.

La noticia de esta explosiva confesión de los fundadores de las Brigadas Rojas se ha hecho pública en el momento en que el jefe del Estado, Sandro Pertini, acaba de manifestar públicamente en Sicilia que está dispuesto a que se acabe en Italia con el terrible fenómeno de la Mafia. Pertini ha declarado que no hacen falta leyes especiales, ya que el temible terrorismo de las Brigadas Rojas está siendo vencido sin estas leyes, gracias a "la barrera que le ha hecho el pueblo en bloque". Basta, dice el presidente. de la República, que se cumplan con rigor las leyes existentes "aislando a los culpables de la parte sana de la población".

En el documento de las Brigadas Rojas se confiesa el fracaso de la estrategia de la lucha armada, tanto en las fábricas como entre la gente, y se afirma que la revolución es necesario hacerla de otro modo. "La revolución y la contrarrevolución", se puede leer en el texto, "no empieza ni termina en la lucha armada. Existe un enfrentamiento más importante que se lleva a cabo las veinticuatro horas del día y durante los 365 días del año. Es esta la batalla que hemos perdido".

Los brigadistas no renuncian a su voluntad de cambiar el mundo porque ahora para ellos "el combate entre revolución y contrarrevolución no comienza ni termina en la lucha armada" y se pronuncian por "una reactivación de la imaginación proletaria, la reconquista de las calles, de los colores, de las imágenes y de las prácticas poéticas".

El documento acaba rechazando incluso la clásica terminología de izquierdas y de derechas, afirmando que "izquierda y derecha son palabras que en los años pasados encontraron su sentido en el contexto de la geografía política parlamentaria que siguió a la resistencia". Para los fundadores de las Brigadas Rojas, por el contrario, la nueva frontera entre izquierda y derecha "divide hoy las prácticas reproductivas de las relaciones capitalistas y las transgresivas orientadas al futuro".

Los observadores afirmaban ayer, analizando el complejo lenguaje del documento brigadista, que es la mejor prueba del "alejamiento de estos grupos de la vida real y del modo de hablar y de razonar de la gente de la calle".

Ley sobre los 'arrepentidos'

Todo esto sucede cuando está a punto de expirar el plazo para que concluya el período de vigencia de la ley sobre los arrepentidos, que tan extraordinarios resultados ha dado a la policía y a la justicia italianas. En los tres años de vigencia de este tipo de medidas -nueve meses de vigencia plena, aunque estuviera precedida por la llamada ley Cossiga de 1980, que realizaba tímidas concesiones a los terroristas que cooperaran con la justicia- han sido encarceladas unas 1.800 personas de los terrorismos rojo y negro.Mañana se cumple el período de validez de esta original ley, a la que sólo en estos últimos cinco meses se han acogido unos quinientos terroristas. De ellos, 150 se limitaron a condenar el recurso al terrorismo como método para cambiar la sociedad, mientras que los restantes se decidieron a colaborar abiertamente con las autoridades, a las que entregaron armas, datos y documentos que han permitido alcanzar lo que ya se define como una victoria total sobre el terrorismo.

La última baza ganada ha sido la detención de Diego Forastieri, uno de los últimos jefes del grupo de extrema izquierda Primera Línea, quien cayó ayer en manos de la policía en Milán.

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