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Sindicatos y patronal se dan un plazo de 48 horas antes de anunciar formalmente la ruptura de las negociaciones

Las negociaciones del acuerdo interconfederal para 1983 quedaron en situación de "ruptura abierta", según expresión de los representantes de la patronal, al no aceptar los sindicatos una nueva propuesta de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE). La nueva oferta hace imposible, según las centrales, el acuerdo. No obstante, las partes optaron por retrasar hasta el próximo viernes la decisión formal con el fin de darse un período de reflexión. El presidente de Gobierno, Felipe González, mantuvo ayer conversaciones con Carlos Ferrer Salat, presidente de la CEOE, y con Nicolás Redondo, secretario general de UGT, en las que presumiblemente se trató la situación de las negociaciones.

Las posturas de la CEOE, recogidas en un documento de nueve páginas, se concretan en una banda salarial del 8% al 12%, cláusula de revisión salarial a computar con fecha 30 de septiembre, de modo que las empresas abonen las desviaciones que se produzcan por encima del 8,87%, deducida la repercusión en la inflación de la gasolina de consumo directo, y con un tope del 14% anual, por encima del cual no se abonará desviación alguna. Y por lo que se refiere a jornada, el documento recoge la necesidad de que se adopten compromisos específicos en esta materia.Los sindicatos anunciaron las profundas diferencias que separaban las posiciones de una y otra parte. José Luis Corcuera, de UGT, subrayó que la decisión de romper se podía haber adoptado ayer mismo, añadiendo que ni siquiera había sido posible negociar el contenido de la propuesta empresarial, al haberse matizado por parte de la CEOE que la oferta era definitiva y cerrada. Al mismo tiempo manifestó su pesimismo respecto a las modificaciones que puedan producirse hasta el viernes.

Las discrepancias -en definitiva las mismas que han venido centrando los debates en reuniones anteriores- son, a juicio de los sindicatos, la pretensión de la CEOE de condicionar el crecimiento de los salarios a las repercusiones de la reducción de jornada y la propia banda salarial que no garantiza el mantenimiento del poder adquisitivo.

Julián Ariza, de CC OO se pronunció en parecidos términos, matizando que la patronal pretendía que los trabajadores pagasen dos veces la reducción de jornada: por un lado, repercutiéndola sobre el incremento salarial, y por otro, suprimiendo el tiempo de descando o bocadillo. Tanto CC OO como UGT se mostraron deacuerdo en que, de producirse algún cambio de aquí al viernes, éste debía partir de la CEOE.

Respecto a la posible mediación del Gobierno en el acuerdo, Julián Ariza hizo notar que, dados los temas que se estaban negociando, no parecía necesaria, si bien CC OO mantiene que las negociaciones deben producirse a la hora de elaborar otros temas sindicales, como la elaboración de determinadas leyes. Al mismo tiempo manifestó que el Gobierno podía haber desbloqueado la situación iniciando la negociación colectiva en el sector público y no llevando a la mesa del acuerdo interconfederal la reducción de jornada que ha distorsionado las negociaciones.

Según se supo ayer, el presidente de Gobierno, Felipe González, mantuvo conversaciones con Nicolás Redondo, secretario general de UGT, y Carlos Ferrer, presidente de la CEOE, en las que presumiblemente trató el tema de la negociación colectiva. Aunque no se descarta la intervención del Gobierno en el acuerdo, el actual deterioro de las conversaciones, hace cada vez más difícil una salida airosa para ambas partes. Las posturas continúan enfrentadas en puntos que las dos representaciones consideran irrenunciables.

La CEOE que fue quién claramente habló de "ruptura abierta", reiteró que su oferta era cerrada y significaba el límite de lo que la patronal podía ofrecer, anunciando que los órganos de gobierno de la CEOE no volverían a reunirse para tratar estos temas. Para la asociación empresarial, la banda del 10% al 13%, supondría en caso de aceptarse que los salarios crecerían por encima de la inflación prevista, insistiendo en todo momento en que era la patronal quien más había flexibilizado sus posturas a lo largo de los debates.

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