El canciller Kohl también recibió dinero del grupo Flick
El canciller federal alemán, Helmut Kohl, reconoció, en una declaración ante el fiscal, haber recibido varios pagos en metálico del consorcio financiero Flick, según documentos publicados ayer por el semanario de Hamburgo Der Spiegel. El bonnergate, el escándalo de los pagos del consorcio Flick a políticos de los cuatro partidos representados en el Parlamento federal (Bundestag), continúa con nuevas revelaciones de Der Spiegel.
Las denuncias del semanario caen en un muro de silencio, quizá porque todos los partidos del Bundestag, democristianos de la CDU y CSU, socialdemócratas (SPD) y liberales (FDP) están implicados en los donativos o sobornos. El consorcio Flick pagó para influir sobre decisiones políticas, especialmente una exención fiscal de 450 millones de marcos (casi 24.000 millones de pesetas), por la venta del paquete de acciones de Daimler Benz, propiedad del consorcio.
El último nombre implicado en el asunto es el canciller Kohl. Der Spiegel publicó ayer el acta de su declaración al fiscal que investiga el caso. Kohl reconoce que recibió pagos de la "firma Flick, que puso a mi disposición do -nativos para mi trabajo político, especialmente en el distrito electoral".
El fiscal confrontó a Kohl con anotaciones de la casa Flick sobre "pagos no oficiales a la CDU" que contienen entregas relacionadas con el actual canciller federal hasta un total de 565.000 marcos (treinta millones de pesetas). Kohl no reconoce esas cifras y supone que se trata de donativos relacionados con las elecciones.
En circunstancias normales, un escándalo así, en plena campaña electoral, provocarían una ola de ataques contra las personas acusadas, pero en Bonn no hay nadie que pueda Ianzar la primera piedra".
El mismo ejemplar de Der Spiegel publicó ayer textos de la defensa del principal implicado en el asunto, el apoderado general de la Flick, Von Brauchitsch, sobre sus pagos a los socialdemócratas.
La persona empleada para pagar al SPD fue el entonces tesorero del partido y presidente de la fundación Friedrich Ebert, Alfred Nau. Von Brauchitsch argumenta en su escrito de defensa que los pagos a Nau se hicieron en sobres cerrados, en la oficina del consorrío, en el restaurante de Bonn Tulpenfeld y en el hotel Steinberger, tras citas previas.
Nau se ofreció, según el hombre de Flick, a influir sobre sus compañeros de partido, "que siempre le pedían favores para financiar determinadas acciones políticas (viajes, investigaciones y acciones de relaciones públicas, etcétera) que no podían pagarse a través de la caja del partido".
Las revelaciones de Der Spiegel sobre los grupos de presión con respecto a partidos parlamentarios parecen caer en el vacío ante las dimensiones de los implicados en el caso.
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