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NECROLÓGICAS

Joaquín Garrigues: maestro de universitarios y de juristas

Hace unos días falleció Joaquín Garrigues, Maestro de mercantiIstas y Maestro de universitarios. No por su memoria, sino para la nuestra quisiera recordar que Joaquín Garrigues ha hecho posible algo inapreciable en la Universidad y desde la Universidad española: elevar una disciplina jurídica a categoría científica; formar una verdadera escuela, construida sobre cimientos por él consolidados día a día; recoger y transmitir los valores universitarios, durante años en los que la incomprensión, la intolerancia y los intereses pusieron "sitio" a la Universidad española; enseñar a sus discípulos honestidad, rigor y búsqueda de la verdad; colaborar e impulsar las tareas legislativas que llevan su huella indeleble; y, finalmente, dar ejemplo de trabajo sereno y pulero.Joaquín Garrigues, en su proyección universitaria, buscó la paz espiritual. que procura el trabajo cumplido, la conciencia limpia y, (le cuando en cuando, verse reflejado en la inteligencia y en la lealtad de los discípulos que se formaron a su lado y en su ejemplo. Y siempre tuvo y mantuvo la palabra clara, la idea certera, el pronóstico exacto, la presencia y la defensa abierta cuando la universidad lo requería, el ejemplo, e incluso la crítica. La crítica desapasionada y no regida por actitudes ideológicas, fue para él y para tantos otros que desde él lo aprendimos, la (esencia de la universidad, sede de la inteligencia. Porque Universidad, inteligencia y crítica son sinónimos como nos enseñó Joaquín Garrigues.

Para que no lo olvide la Universidad española, quiero resaltar la personalidad de Joaquín Garrigues, dentro del espacio que nos limita. Pienso que en él resaltan tres facetas esenciales: su condición de insigne profesor; su categoría de jurista; y su enorme calidad de maestro.

Como profesor universitario, todos hemos aprendido de él la aplicación de aquel axioma que expresa que la "claridad es la cortesía del profesor". Sus clases, siempre a primera hora, siempre preparadas y al día en la producción científica, eran una prodigiosa síntesis de profundidad, de rigor y de claridad. El dato, la cita, el precepto eran simples puntos de partida sobre los que elaboraba sus propias conclusiones y reflexiones. En ningún momento se dejó ganar por la idea de quienes piensan que la ciencia es oscura, :incomprensible o "sacramental". Hasta su muerte Joaquín Garrigues ha sentido siempre el profundo respeto por la función de enseñar que ha transmitido a sus discípulos. Sus publicaciones científicas, incontables en cantidad y calidad, están escritas con un estilo tan puro que ha permitido afirmar a Miguel Delibes que había aprendido a bien escribir estudiando un libro de texto: el Curso de Derecho Mercantil, de Joaquín Garrigues.

Como jurista se ha proyectado en el Derecho español desde una triple perspectiva: como publicista, como abogado y, como redactor de leyes. En todas ellas ha ocupado siempre los máximos honores, sin duda porque ha tenido siempre presente una poderosa razón cardinal: el Derecho es para la vida, y no la vida para el Derecho. Lo cual le ha impuesto siempre dos preocupaciones que ha sabido transmitir a sus alumnos 11 discípulos. La primera, que la norma y la ley poseen un valor ordenador instrumental que es necesario conocer. La segunda, que por ello mismo, la ley o la norma dejan de ser imperativos categóricos, cuando pierden su virtualidad para hacer justicia entre los hombres. De ahí su preocupación constante por la reforma legislativa, porque nada hay que repugne tanto a un jurista como la imperfección de la ley para hacer accesible la justicia. Y de ahí, además, que Joaquín Garrigues dedicara irrecuentemente su esfuerzo y su estudio a los temas cardinales de nuestro tiempo para ayudar a que en ellos alumbrara, en lo posible, la justicia.

Finalmente, como maestro universitario, Joaquín. Garrigues ocupa un lugar difícilmente alcanzado por otros juristas o profesores españoles. Profesor es quien enseña una materia o disciplina. Maestro es quien, siendo profesor, crea una materia o disciplina, la enseña a los demás, transmitiendo al mismo tiempo el entusiasmo por enseñar y por crear, a quienes al recibirlo se constituyen en sus discípulos. Discípulos que reciben sus enseñanzas, sus propios valores universitarios, y viven siguiendo su ejemplo. El Maestro, además, no impone su personalidad, sus ideas, ni sus convicciones a sus discípulos, sino que permite, que dentro de la libertad que es consustancial a la Universidad, se desarrollen las de quienes con él trabajan y de él aprenden. Esto es y ha sido Joaquín Garrigues en la Universidad española: un Maestro que ha sabido crear una escuela, porque ha sido ejemplo de vida y de ciencia para muchas generaciones jóvenes.

El profesor Garrigues accedió a la cátedra en un momento crucial, por tantas cosas, para la Universidad española, y se nos fue de ella en otro no menos crucial. Dios quiera que podamos seguir contando con su magisterio y que éste sea imitado y seguido por muchas generaciones de universitarios españoles.

Manuel Broseta Pont catedrático de la universidad de Valencia

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