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Profundos cambios esperan esta década al modelo económico nacido de la guerra mundial

ENVIADO ESPECIAL, La década de los ochenta constituirá un período de desafíos constantes y de profundas transformaciones en las relaciones entre los países industrializados y las naciones en vías de desarrollo, como consecuencia del agotamiento del Modelo de acumulación implantado por las economías occidentales más importantes tras la segunda guerra mundial. Esta es una de las conclusiones del coloquio sobre Perspectivas y opciones de las economías iberoamericanas, celebrado en Lima bajo el patrocinio del Instituto de Cooperación Iberoamericana (ICI), el Instituto de Estudios Peruanos, la Universidad del Pacífico de Lima y la revista Pensamiento Iberoamericano, que coeditan el ICI y la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), de las Naciones Unidas.

El seminario contó con la presencia de importantes economistas latinomericanos, como Raúl Prebisch y Aldo Ferrer, además de la del secretario ejecutivo de la CEPAL, Enrique Iglesias; del presidente del ICI, Luis Yáñez, y de expertos de otros países, entre ellos los españoles Enrique Fuentes Quintana y Julio Segura.Los países latinoamericanos tienen, en conjunto, una deuda externa de 300.000 millones de dólares, y la mayor parte de ellos no podrá atender ni siquiera el pago de los intereses con los recursos provenientes del comercio exterior. Los regímenes autoritarios de extrema derecha implantados en el Cono Sur del continente en la década de los setenta tuvieron como paradigma teórico el monetarismo de la escuela de Chicago, lo que tuvo un resultado "realmente depredatorio", en palabras del economista argentino Aldo Ferrer. Las consecuencias de esta política ortodoxa fueron una fenomenal destrucción de riqueza, el deterioro dramático de las condiciones sociales y un vertiginoso proceso de endeudamiento externo.

Los participantes en el seminario de Lima coincidieron en subrayar que el sector financiero se ha convertido en el centro de la política económica. "Los problemas generalizados de liquidez interior ante aumentos difícilmente previsibles de los precios y variaciones drásticas de las estructuras de precios relativos y de liquidez internacional ante los aumentos de los déficit de las balanzas de pagos han conducido a una subordinación de los sectores reales respecto de los financieros mucho más acusada que en cualquier otro momento de crisis o de dificultades coyunturales", afirmó el economista español Julio Segura.

Los desequilibrios en las balanzas de pagos, el creciente endeudamiento externo, la agudización de la espiral inflacionaria y el incremento sostenido del paro y del subempleo son características comunes a las economías latinoamericanas. La crisis económica internacional va más allá de lo meramente coyuntural y es una crisis de estructuras.

"Estamos presenciando una transición traumática y prolongada hacia nuevas formas de acumulación y desarrollo productivo que conllevarán ajustes en las estructuras productivas mundiales y un cambio sustancial en la distribución de los beneficios del comercio y del progreso técnico", se indica en las conclusiones del coloquio. Es lo que algunos llaman la transición hacia una tercera revolución industrial.

Estos problemas, junto a la mayor presencia de la banca privada internacional en el financiamiento de los países en desarrollo, están motivando procesos de ajuste que no alcanzan los resultados esperados debido a la pérdida del poder exportable de los países en la región, al deterioro de las cuentas corrientes y al incremento de los costes financieros ligados al servicio de la deuda externa.

Las conclusiones del seminario de Lima señalan también que los países de América Latina han acentuado sus diferencias en la última década, por lo que resulta difícil formular interpretaciones generales y menos aún soluciones que puedan ser aplicables a todos ellos.

Hay por lo menos cuatro esquemas distintos de crecimiento y orientación económica, afectados por diferentes circunstancias. El primero, que podría estar representado por los casos de México y Brasil, se refiere a los límites que enfrentan los procesos de sustitución de importaciones derivados de los desequilibrios en las transacciones internacionales. Otro grupo es el de los fracasados experimentos monetaristas en los países del Cono Sur, afectados por el descalabro de las estructuras internas. Un tercer apartado lo forman aquellos países de desarrollo mediano, que no han llegado a los grados de apertura comercial y financiera de las naciones del Cono Sur y que combinaron esquemas de sustitución de importaciones con políticas de expansión del sector primario exportador. Estos países encuentran también límites en la reducida dimensión de sus mercados.

Por último, están los países centroamericanos, predominantemente agrícolas, en los que las posibilidades de generar industrias de integración se vieron frenadas por un agravamiento explosivo de las tensiones sociales y por las crisis de los regímenes políticos tradicionales.

Para encontrar salidas viables a esta crisis general, pero heterogénea, y tras las recientes opciones conservadoras, inspiradas en los principios básicos del monetarisino, en las conclusiones del seminario de Lima se destaca la necesidad de hallar una respuesta en el orden teórico e ideológico que permita ganar un mayor consenso a partir de formulaciones que se basen en la primacía de los mercados internos, la defensa y reorientación de los aparatos productivos existentes y de nuevas modalidades de acumulación y de inserción en la economía internacional.

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