Fernando Arrabal y el premio Nadal
Quisiera expresar mi desacuerdo con sus críticas editoriales a las manifestaciones del señor Arrabal porque, boutades y mise en scène aparte, el hombre dice verdades como puños. Nuestro siglo es ramplón y despreciable, y aunque sea pecado la añoranza, ojalá tuviéramos algún personaje al estilo del XVI español.Mire usted, si bien soy asiduo lector de su periódico, a falta de otra cosa, resulta cargante esa obsesión por normalizarnos. Porque la normalidad española que se refleja en sus páginas parece no contener otra cosa que chorizos, macarras, politicastros y fauna similar.
A diferencia de sus editorialistas, yo no tengo ni idea de lo que necesita el país, ni cuál pueda ser la solución a nuestros problemas. Pero estoy seguro de que algo del espíritu de nuestros místicos y conquistadores no habría de venirnos mal. En cuanto a las apariciones de la Virgen, al menos Arrabal tiene el coraje de declarar su fuente de inspiración, cosa que EL PAIS no hace. Y la omnisciencia que respiran sus editoriales sólo puede provenir de revelaciones proféticas, a no ser que simplemente nos estén tomando el pelo /
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