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Craxi se ofrece como alternativa a la Democracia Cristiana y al Partido Comunista Italiano

Juan Arias

Toda la atención política de Italia se centra estos días en el discurso que, con tonos duros de campaña electoral, el secretario socialista, Bettino Craxi, pronunció el domingo en la ciudad de Parma. El líder socialista ha anunciado que recorrerá el país en una campaña de clarificación política para pedir que quien ya no desee estar ni con la Democracia Cristiana (DC) ni con el Partido Comunista Italiano (PCI) engrose las filas socialistas.

Craxi no habló explícitamente de elecciones, como todos esperaban, ni atacó al Gobierno Fanfani, cuyas impopulares medidas de austeridad económica ha llegado a defender al negar que el peso de estas decisiones económicas recaiga fundamentalmente en quienes viven de un sueldo. Pero disparó indirectamente en Parma, ante 6.000 socialistas, contra todo y contra todos, con un discurso que el diario Paese Sera calificaba ayer de "tonos electorales, resentidos, ásperos y agresivos". La verdad es que el líder socialista, tras anunciar que desde ese momento cogía "su bastón de peregrino" para explicar a los italianos, a través de todo el país, el cambio que quiere provocar el partido socialista, fue durísimo con los secretarios de los dos grandes partidos políticos, el democristiano de De Mita y el comunista de Enrico Berlinguer.

Al líder de la DC le dijo que sus pretensiones de querer colocar la vida política italiana bajo la influencia exclusiva de las fuerzas católicas y comunistas, intentando quitar oxígeno a las fuerzas laico-socialistas, "es lo más intolerable que han podido escuchar nuestros oídos", para advertir solemnemente: "Estamos dispuestos a entrar en conflicto abierto contra esta doctrina".

Con Berlinguer, el líder socialista no fue menos duro. "Camina hacia adelante", dijo, "con la cabeza vuelta hacia atrás". Y acusó al partido comunista de querer hoy "cabalgar sobre el extremismo sindical como ayer pretendió hacerlo sobre el extremismo juvenil". "La predicación del sectarismo y del odio", agregó, "acaban engendrando, antes o después, lo peor". Craxi, con todo su joven equipo, está convencido de que en este país ha empezado a sonar también la hora socialista como una alternativa política tanto a la Democracia Cristiana como al PCI.

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