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El Papa invita a las grandes potencias a entablar un diálogo para la paz mundial

AFP, Juan Pablo II invitó ayer a las grandes potencias a no rehuir el diálogo por la paz so pena de ver el mundo hundirse "en la situación actual de injusticia y opresión, en la guerra fría o incluso en la guerra propiamente dicha".

Respondiendo a la felicitación formulada por el cuerpo diplomático acreditado ante el Vaticano, el Papa insistió en el tema central de su mensaje de paz difundido el pasado 1 de enero, examinando la situación en los distintos "focos de guerra, de guerrilla o de tensiones graves que existen hoy en el mundo". Líbano figura en primer lugar en la lista de esta situación mundial, seguido de Irak, Irán, Afganistán, Centroamérica e Irlanda del Norte.

El Papa citó igualmente a los desaparecidos en distintos países, a los condenados a muerte por razones políticas, las ejecuciones sumarias "bajo el pretexto de formar parte de la oposición política", "el recurso a las armas químicas y biológicas", "el desplazamiento de poblaciones" y "los refugiados del sureste asiático, de Afganistán, de Oriente Próximo y de otros países".

Posteriormente Juan Pablo II se refirió a los demás factores que amenazan la paz, como el hambre en el mundo, el tráfico de drogas, los secuestros y el terrorismo. A propósito de esta última amenaza, de la cual él mismo fue víctima, el Papa auspició la colaboración internacional para erradicarla.

En defensa del diálogo como instrumento de paz, el Papa explicó ciertas actitudes suyas que han sido objeto de duras críticas, como las entrevistas que mantuvo con líderes como Yasir Arafat, que no son reconocidos por todos los cuerpos diplomáticos. La Santa Sede, señaló Juan Pablo II, "está dispuesta a abrir sus puertas a todos los que tengan de hecho alguna responsabilidad o influencia. Esto no quiere decir, evidentemente, que el Vaticano reconozca a estas personas una legitimidad o una representación política, ni que apruebe la ideología que profesan".

Sin citar ninguna personalidad precisa, el Papa señaló que "en definitiva, la Iglesia quiere ser lúcida, pero también acogedora, como Cristo, y sabe que el poder del mal es grande, pero no puede dejar de tener esperanza en el cambio de las personas, incluso cuando continúan pecando o incluso persiguiendo a la Iglesia".

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