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Ronald Reagan condiciona las negociaciones con la URSS a que se realicen progresos previos en materia de desarme

Con claro deseo de salir al paso de las críticas provocadas por los cambios en la dirección de la Agencia para el Control y el Desarme, el presidente norteamericano, Ronald Reagan, confirmó su determinación de seguir en la mesa de negociaciones con los soviéticos para la reducción de armas nucleares. Por otra parte, a pesar de la insistencia de Moscú, Reagan precisó que no habrá una cumbre norteamericano-soviética sin progresos previos en materia de desarme.

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"Estamos en posición de poder obtener algo", dijo el presidente Reagan en improvisada conferencia de Prensa "y estamos determinados a considerar cada propuesta seria para lograr un acuerdo en ese asunto de capital importancia para nuestra generación".El lenguaje conciliador de Reagan iba destinado a calmar los ánimos por las especulaciones en EE UU y en las capitales de Europa occidental, qué interpretaron el cese de Eugene Rostow, director de la Agencia para el Control y el Desarme, como una radicalización en las negociaciones con la URSS en materia de armamento nuclear.

Washington quiere demostrar que hay cohesión entre el equipo negociador norteamericano, dirigido ahora por Kenneth Adelman, bajo la coordinación general del secretario de Estado, George Shultz, considerado como el hombre de confianza del presidente para todos los asuntos de política exterior.

Para confirmar que el presidente tiene la iniciativa y la responsabilidad en el importante sector de negociaciones de desarme con la URSS, Reagan confirmó la reunión esta semana, en Washington, con Paul Nitze, jefe de las negociaciones para una reducción en Europa de misiles de alcance medio (euromisiles), y con Edward Rowny, jefe de la delegación para una reducción y control de misiles intercontinentales.

A pesar de las afirmaciones de que EE UU continúa seriamente interesado en el capítulo de desarme, la conferencia de Prensa de Reagan no aportó ninguna nueva propuesta. Fuentes del Departamento de Estado repitieron los dos ejes en que se funda la actual oferta estadounidense en armas nucleares.

Primero, en la opción cero para los misiles de alcance medio, basada en la renuncia a instalar 572 nuevos misiles de los modelos Pershing 2 y Cruise en los países de la OTAN, siempre y cuando la URSS desmantele los 340 misiles SS-20, cada uno equipado con tres cabezas nucleares. La segunda opción norteamericana, relativa a los misiles de alcance intercontinental, propone recortar en un tercio las 7.500 cabezas nucleares que se calcula posee cada bando, en su balanza del terror.

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