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El Gobierno, dispuesto a duplicar las emisiones de pagarés en 1983

Los pagarés del Tesoro, la polémica deuda a corto que tanto malestar provocó entre la banca cuando se anunció su introducción en el mercado, terminó en 1982 superando los objetivos más optimistas del Gobierno: 131.396 millones de pesetas emitidas en estos títulos y adquiridas en su mayor parte por el público, a pesar de no contar con desgravación fiscal. El paulatino descenso de los tipos de interés, por otra parte, ha facilitado una financiación del déficit menos gravosa para el Tesoro. Estos resultados han llevado al Gobierno a autorizar que las emisiones de pagarés en 1983 dupliquen en relación a las del pasado ejercicio.Fuentes del banco emisor, que no ocultan su satisfacción por el buen comportamiento de los pagarés, estiman que en las subastas del primer semestre de este año los tipos de interés pueden situarse por debajo de los de las letras.

De los 131.396 millones de pesetas colocados en deuda a corto en 1982, 94.602 millones lo fueron al plazo de un año y 36.794 millones a seis meses. Se amortizaron en el año 16.396 millones, quedando deuda viva por valor de 115.000 millones de pesetas.

La colocación de la deuda se ha hecho mediante anotaciones en cuenta, que son las adquisiciones realizadas por entidades financieras definidas (bancos, cajas o sociedades mediadoras) con cuenta corriente en el Banco de España; mediante fungibles (no es necesario que exista el título propiamente dicho; es suficiente con un resguardo); y mediante títulos físicos, que son títulos a la orden de una persona (endosables de una persona a otra sin necesidad de intervención de agente). Las adquisiciones de deuda a corto más usuales -véase el cuadro adjunto- han sido fungibles y anotaciones en cuenta. Los particulares, el público, ha adquirido la mayor parte de la deuda, e incluso en la última subasta del año, donde hay un aumento considerable de anotaciones en cuenta, se sospecha que muchas de estas operaciones las han hecho las instituciones por cuenta de sus clientes.

Los pagarés, junto con las letras, han copado el 40% del mercado secundario debido fundamentalmente a su opacidad fiscal. Las nuevas exigencias de anotación de estas operaciones pueden hacer disminuir el atractivo que habían tenido hasta ahora estos títulos.

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