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Tribuna
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Bibliotecas sin dotación, sector editorial en crisis

Los problemas pendientes en España en los terrenos de la industria editorial y de bibliotecas, cuyo sector administrativo ha sido puesto en manos de la gestión de Jaime Salinas como nuevo director general del Libro, y la infraestructura cultural pública son muchos y vienen del, pasado reciente, en que la cultura. estaba bajo sospecha y, desde luego, no mereció grandes atenciones presupuestarias. Pero ahora el partido en el Gobierno ha asegurado su voluntad programática de extender la cultura, favoreciendo la igualdad de acceso a ella.El fomento de: la lectura -y el PSOE tiene como objetivo "garantizar la lectura pública en todas las poblaciones de más de 3.000 habitantes"- pasa, en primer lugar, por una política coherente de bibliotecas, y el de la investigación, por su correlativa de archivos. En este momento, unas y otros necesitan antes que nada dotación, tanto de personal especializado como de fondos.

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La industria editorial española encuentra ahora un bache grave, con diversas firmas potentes con problemas de liquidez, a veces por la mala gestión, pero muy agudizada por el crack del mercado latinoamericano.

La compra racional de libros por parte de la Admiistración cubriría al menos dos funciones: la de dar un respiro a la industria editorial y la de poner mínimamente al día los fondos de las escasas bibliotecas existentes. Eso, sin contar con que garantizaría un mínimo decente en las tiradas. Los derechos de autor suponen un 10% del precio de tapa: las tiradas normales, en el caso de la poesía, no pasan de los 2.000 ejemplares, y en el de la novela, andan, generalmente, entre los 3.000 y los 5.000. La piratería que ejercen, agravando el tema, muchos editores, sólo se puede resolver legislando: urge una ley de propiedad intelectual. Y también con tecnología: urge legislar el control de tiradas.

Medidas contra la piratería editorial, nacional e internacional, en terrenos que tocan, además de la edición convencional, la nueva tecnología en puertas, y una política de compras, coediciones y créditos al sector, se sienten como necesarias, así como la potenciación de la industria editorial periférica, dado (que, en este sentido, dos grandes focos -Madrid y Barcelona- polarizan la producción de libros, y con ellos, la difusión de la cultura.

La descentralización que la construcción del Estado de las autonomías exige, debería llevar, en el terreno de la cultura, las transferencias aún más lejos, si bien la Dirección General del Libro deberá amparar la coordinación y el mutuo conocimiento entre las distintas producciones culturales.

La iniciativa privada, en este caso más vocacional que industrial, está empezando a funcionar ya, de una manera esporádica aún, pero en la que las señales de las primeras dotaciones a las comunidades autónomas empiezan a dar frutos. Queda el resto.

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