Juicio en Cairo contra los integristas islámicos que tomaron Asyut
Trescientos miembros de la secta religiosa Al Jihad (La Guerra Santa), acusados de haber organizado una tentativa de insurrección en octubre de 1981 en la localidad egipcia de Asyut, corren el riesgo de ser condenados a muerte al término del segundo gran proceso del integrismo islámico en Egipto, abierto esta semana en El Cairo.
Los interrogatorios tienden a probar que el fanatismo religioso ha sentado sus fueros en un sector considerable de la juventud de ese país.El juicio contra los terroristas, como se acostumbra a calificar en El Cairo a los extremistas islámicos, pertenece a una serie de procesos abiertos un mes antes del asesinato de Anuar el Sadat, en octubre de 1981. La secta Al Jihad forma parte de las organizaciones islámicas clandestinas implicadas en el atentado contra el rais.
Los cinco asesinos de Sadat fueron ejecutados, en abril de este ano, en la cárcel calrota de Bab el Jalq, mientras otras diecinueve personas, entre las que figura el ideólogo del comando que asesinó al presidente egipcio, el comandante Abdud el Zommor, de los servicios de inteligencia del Ejército, comparecen ahora ante el Tribunal de Seguridad del Estado por haber Intentado apoderarse de la ciudad de Asyut en Egipto meridional, dando muerte a un centenar de personas, en su mayoría policías.
Asistidos de 176 abogados, los 302 inculpados han protagonizado serios incidentes durante la audiencia al haber revelado que otros detenidos han fallecido en la cárcel a causa de las torturas infligidas por la policía y los servicios de seguridad, conocidos por Mujabarat.
Los integristas recusan asimismo la ley penal y piden ser juzgados en función de la charia o ley islámica, cuya instauración en Egipto no ha rebasado todavía el estado de proyecto, aunque el régimen actual, dirigido por Hosni Mubarak, ha reiterado en varias ocasiones que la charia podría establecerse próximamente, una vez salvados los problemas, sobre todo en el plano económico, que ello representa. La voluntad de conciliación expresada por el rais no parece corresponder, sin embargo, a las graves denuncias hechas por los extremistas ante el tribunal. Según éstos, ocho de sus compañeros fallecieron a causa de varios métodos de tortura, entre los que citaron la inmersión prolongada en una bañera, quemaduras por todo el cuerpo y golpes con barras de hierro forradas de tejido esponjoso para que no dejen señales.
Aunque algunos de los miembros de Al Jihad han expresado su deseo de arrepentimiento y hecho su autocrítica, incluso a través de las pantallas de la televisión egipcia, la mayor parte de los prisioneros islámicos ha calificado el proceso de compló destinado, según ellos, hacer fracasar "la invasión comunista y sionista de Egipto", y asegurado que Al Jihad es el bastión verdadero del Islam en Egipto contra marxistas y sionistas. Un panfleto distribuido en El Calro denuncia la caza de brujas del presidente Mubarak; recuerda que su antecesor, Anuar el Sadat, había detenido a miles de fieles del Islam verdadero y afirma que, cualquiera que sea el veredicto contra los procesados, la guerra santa continuará. La Prensa cairota no ha reflejado los incidentes ocurridos en la sala del tribunal.
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