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EL NUEVO GOBIERNO

Felipe González instalará su despacho de trabajo fuera de la residencia oficial del presidente del Gobierno

Felipe González instalará su despacho de trabajo fuera de la residencia oficial del presidente del Gobierno, fijada por su predecesor Adolfo Suárez desde 1977 en el palacio de la Moncloa. El nuevo despacho se acondicionará en el contiguo edificio dedicado hasta su inclusión en el complejo gubernamental en la citada fecha a los servicios de semillas selectas por el departamento de Agricultura. Allí tendrán también acomodo sus colaboradores más inmediatos: el vicepresidente, Alfonso Guerra; el secretario general, Julio Feo; el jefe del gabinete de la Presidencia, Roberto Dorado, y la secretaría particular. En semillas tuvieron sus despachos los ministros adjuntos al presidente en anteriores Gobiernos centristas, como Emilio Lamo de Espinosa, Pío Cabanillas y el vicepresidente político, Rodolfo Martín Villa.

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Las condiciones en que desarrollaron su trabajo los dos presidentes constitucionales anteriores -Leopoldo Calvo Sotelo y Adolfo Suárez- se estiman funcionalmente muy inadecuadas por la obligada separación respecto a sus colaboradores inmediatos. En efecto, dentro del palacio de la Moncloa sólo tuvieron su despacho Luis Sánchez Merlo secretario general del presidente, hasta el jueves, y Alberto Aza, que cumplió análogo cometido con Suárez, precedentemente. Un cuarto de ayudantes y otro para la secretaría componían todo el aparato de apoyo inmediato al jefe del poder Ejecutivo. Los papeles, los datos, los contactos con el propio equipo requerían llamadas, esperas, controles policiales de salida y entrada, y, en definitiva, suponían grandes pérdidas de tiempo y eficacia.

Suspicacias en el partido

Mas allá de los detalles espaciales y decorativos, la composición anunciada del primer Gobierno de Felipe González ha tenido una acogida polémica en el interior del propio PSOE. No sólo entre quienes se sienten defraudados por no haber sido incluidos, sino también entre representantes de diferentes sectores socialistas, que no estiman reflejada en el Gabinete la realidad del partido. Las explicaciones de Felipe González a la Comisión Ejecutiva del partido acerca de los seleccionados para integrar el equipo ministerial fueron poco convincentes en algunos casos, como el de Julián Campo, en Obras Públicas, y Tomás de la Quadra, en Administración Territorial, según manifestó uno de los presentes.En cuanto al caso de la vicepresidencia asignada a Alfonso Guerra, se aseguró a EL PAIS que la Comisión Ejecutiva se abstuvo de pronunciar recomendación formal alguna. Sólo Ramón Rubial y Javier Solana se dirigieron al número dos del PSOE para instarle a la aceptación del puesto que le había sido ofrecido por Felipe González. Algún observador ha destacado que el descontento percibido no tiene carácter verticalmente sectorial, sino que incide horizontalmente sobre tendencias muy distintas y personalidades en conocida discrepancia, ahora unidas en los reparos al Gobierno designado.

Militantes de épocas difíciles se sienten desplazados

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Militantes con larga trayectoria de lucha en épocas difíciles se sienten desplazados incluso de responsabilidades parlamentarias donde tienen probada dedicación y eficacia en el seguimiento de materias específicas. Ha llamado la atención, por ejemplo, la composición dada a la mesa de la Comisión de Defensa, que será presidida por Guillermo Galeote, asistido por José Miguel Bueno y Donato Fuejo. Medios del Congreso señalaron a EL PAIS que Galeote y Fuejo son completamente ajenos a las cuestiones de Defensa, mientras que a lo largo de las dos precedentes legislaturas hubo un núcleo valioso de diputados socialistas que llegaron a introducirse en ese área con demostrado acierto. Se citan los nombres de Luis Solana incorporado a la comisión como simple diputado, el de Julio Busquets repescado en el último momento cuando ya había quedado excluido y el de Enrique Mújica ausente en esta nueva ocasión. Un conocido representante de la corriente crítica decía recientemente a uno de sus antagonistas socialdemócrata a propósito de supuestas discriminaciones: "es hora de concluir la reyerta entre la izquierda y la derecha del partido y aunar esfuerzos para recuperar el PSOE".A plazo inmediato, el traspaso de poderes cumplido en la cúspide presidencial debe ahora proseguirse en los diferentes escalones. Del exiguo equipo de Leopoldo Calvo Sotelo apenas se ha establecido la continuidad de una secretaria, que auxiliaba a Luis Sánchez Merlo; pero el cese ha llegado al propio secretario del Consejo de Ministros, que comentaba desolado el fin de una tarea que ha desempeñado, -¡asombrosa continuidad!- desde hace más de veinte años. La designación confirmada de Eduardo Sotillos como portavoz del Gobierno deja todavía un área de penumbra sobre su equiparación administrativa. Un real decreto en vigor impide asistir a las reuniones del Consejo de Ministros a quienes no ostenten la condición de tales o la de secretario de Estado.

Algunos buenos conocedores de los hábitos de la administración española subrayan las dificultades que la indigencia de su rango puede acarrear al nuevo responsable. Eduardo Sotillos asumirá las funciones cumplidas por sus homólogos en otros países pero quedará descargado de las que acumulaba su predecesor Ignacio Aguirre en relación con la normativa legal de los medios informativos y las ayudas económicas asignadas por diversos conceptos, especialmente a la prensa. Estas cuestiones pasarán a ser competencia del ministerio de la Presidencia y finalmente estarán bajo el control de Alfonso Guerra.

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